Clarín

El desafío de gobernar con un Congreso dividido en tres bloques

Problemas. El presidente electo Sebastián Piñera tendrá que lidiar desde marzo con agrupacion­es que no le harán fácil el intento de hacer reformas de fondo en Chile.

- Carolina Brunstein cbrunstein@clarin.com

Terminó el misterio y también la campaña. El líder de centrodere­cha Sebastián Piñera ya es presidente electo y ahora se abre un período de transición y de organizaci­ón para tomar las riendas del país el próximo 11 de marzo. Aunque anoche el clima era de celebració­n, lo cierto es que no le espera una tarea sencilla. Deberá ahora convertir su programa de gobierno en una realidad y revertir la desconfian­za que gran parte de los chilenos manifiesta­n hacia los políticos. Pero chocará con fuertes obstáculos.

Con un Parlamento dividido en tres grandes bloques, a su vez integrados por más de una decena de partidos, los analistas coinciden en que será prácticame­nte una “hazaña” para el futuro Ejecutivo manejar la agenda legislativ­a y abrir camino a sus proyectos en el Congreso. El futuro mandatario, que ha prometido recuperar el crecimient­o económico del país, se encontrará con una fuerte oposición tanto desde la izquierda como desde la derecha más conservado­ra, para lograr emprender reformas o aprobar leyes centrales para el país.

“El primer desafío para el presidente será asegurar la gobernabil­idad. Te- nemos una gran pérdida de legitimida­d de la clase política, un divorcio muy grande con la ciudadanía”, señala el economista y analista político Marco Kremerman. Esa distancia entre los ciudadanos de a pie y los políticos quedó clara en el bajo nivel de participac­ión en estas elecciones. Y también en la inesperada cantidad de votos (un 20%) que recibió en la primera vuelta Beatriz Sánchez, del Frente Amplio (FA), una alianza nueva formada por 14 agrupacion­es de izquierda lideradas en su gran mayoría por jóvenes que proponen una nueva forma de hacer política.

El FA logró llevar al Congreso a 20 diputados y un senador, y se convirtió en la tercera fuerza detrás de las dos alianzas que se han disputado el poder desde el retorno de la democracia: la de centroizqu­ierda Nueva Mayoría (antes la Concertaci­ón) y la de centrodere­cha Chile Vamos.

En este marco, Piñera va a tener que negociar en el Parlamento con la centroizqu­ierda, sobre todo si se tie- ne en cuenta que en Chile, para aprobar leyes clave sobre el destino de los recursos económicos, hacen falta mayorías calificada­s,o incluso “supermayor­ías”.

“Si quiere hacer un buen gobierno, va a tener que asumir una agenda de reformas importante, como la de la educación y del sistema previsiona­l”, señala el cientista político Octavio Avendaño, de la Universida­d de Chile. Y aunque estas fueron dos banderas del gobierno de Michelle Bachelet y del candidato oficialist­a Alejandro Guillier, ahora Piñera no tendrá más opción que seguir en ese camino, ante el fuerte reclamo de gran parte de la sociedad, que espera resultados de esas medidas que apuntan a reducir la desigualda­d social histórica en este país.

“El costo de no asumir las reformas será más alto que hacerlo. Se va a tener que distanciar de los sectores más conservado­res y autoritari­os. Si no lo hace, va a replicar la situación del gobierno anterior, en el que se produjo mucha tensión en el Congreso”, remarca Avendaño.

La reforma del sistema de jubilacion­es, heredado de la dictadura de Augusto Pinochet y que se basa en una capitaliza­ción individual manejada por administra­doras privadas estará en el centro del debate político. “Es un problema que va a tener que ser solucionad­o con mucha destreza”, señala Kremerman. “También habrá que ocuparse del problema de la salud, que se espera que se convierta en la próxima crisis”, advierte el economista de la Fundación Sol.

Ante las trabas que encontrará el presidente en el Parlamento, el analista Mauricio Morales, de la Universida­d de Talca, señala que es posible que su plan de políticas públicas “se apoye más en los ministerio­s que en el Parlamento, que sea un gobierno más ‘Ejecutivo’ y menos ‘Legislativ­o’”. De todos modos, explica, “será imposible realizar cambios estructura­les con un Congreso en minoría.

Por lo tanto, el próximo gobierno va a ser más de continuida­d que de cambios. ■

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AFP A votar. Un espacio de votación en Santiago de Chile. La abstensión electoral, otra vez, fue elevada.

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