Una jornada tranquila bajo un sol agobiante en Santiago
Tal como anunciaban los pronósticos, fue un día de sol a pleno y calor agobiante en Santiago de Chile. Por eso, desde todos los medios de comunicación, las autoridades alertaban, desde hace varios días, que todos los que fueran a votar no olvidaran llevar botellas de agua, protector solar, gorros o sombrillas. En Santiago, familias enteras salieron ayer a elegir su futuro presidente, en un clima de distensión y tranquilidad.
Las calles del centro de Santiago estaban casi desiertas a la mañana, con la mayoría de los comercios y locales de comida cerrados. Pero en el Metro se notaba movimiento ya que, como en la primera vuelta de las elecciones, el transporte público fue gratuito durante todo el día para que todos pudieran movilizarse.
Al mediodía, en el emblemático Estadio Nacional, el centro de votación más grande de la capital, el ir y venir era constante, aunque no había filas en las mesas y el trámite era rápido para los votantes. Se veían jóvenes en bicicleta, familias con chicos de todas las edades y un puñado de policías custodiando las entradas.
Temprano, en una de las mesas, hubo un pequeño incidente cuando algunos votantes increparon al ex candidato presidencial de ultraderecha José Antonio Kast, quien apoya al líder de la centroderecha Sebastián Piñera y ayer fue apoderado de mesa. Varias personas empezaron a gritar y pedir su salida del recinto. Pero poco después todo había vuelto a la calma y en las horas siguientes la votación ocurrió sin contratiempos.
A la sombra de un árbol, junto a la entrada al estadio, José Vasen, de 70 años, y su esposa Ana María Márquez tomaban un poco de agua fresca. Y se veían preocupados. “No ha venido tanta gente a votar esta vez. Es muy triste”, dicen a Clarín, casi a coro. Jubilada después de haber trabajado décadas en empresas de inversiones, Ana María dice que votó al oficialista Alejandro Guillier. “Creo que se acerca más a mis pensamientos, a mis necesidades. Piñera va a seguir defendiendo a las empresas, a los hombres ricos cómo él”, agrega.
A pocos metros, Carolina Rodríguez, de 33 años, hamaca el cochecito de su bebé mientras espera a su marido, que vota en unas de las mesas del estadio. “Yo voté por Piñera, como en la primera vuelta. Creo que él puede hacer algo para mejorar la economía del país”, dice.
En la vereda, dos chicas se indignan con el joven que vende botellas de agua mineral a 1.000 pesos chilenos, el doble de lo que cuestan en un kiosco. Luego, apuran el paso mientras buscan su mesa para votar. ■