Un escenario clave en la historia del atletismo local
La pista fue sede de un Sudamericano y los Juegos Pierre de Coubertin, entre otros torneos destacados.
Hace medio siglo –octubre de 1967- la pista atlética del Parque Chacabuco vivía su esplendor con la realización del Campeonato Sudamericano. Por su ubicación, por el barrio, era el eje de la movida atlética de los 60. Y a la hora de las principales competencias convocaba tanto público como el atletismo argentino no volvería a disfrutar en su historia.
También, aquella pista (de carbonilla) era la sede para los entrena- mientos o la detección de talentos desde los principales equipos que movían esta actividad. Todos, totalmente amateurs.
Aquel Sudamericano de 1967 fue el último ganado por un equipo argentino masculino (las damas triunfaron cuatro años más tarde en Lima). Fue una semana de intensas y emotivas pruebas, con los mejores atletas de ese tiempo y la despedida triunfal sobre 10.000 metros de Osvaldo Suárez, desquitándose del colombiano Víctor Mora, quien le había postergado sobre 5.000.
José Vallejo en lanzamiento del martillo, Domingo Amaison en los 3.000 metros con obstáculos, Erico Barney en salto con garrocha y Juan Carlos Kerwitz en el decatlón (decidido recién en los últimos metros de la última prueba) le dieron las medallas doradas al equipo nacional mientras que, entre los visitantes, aparecía un brasileño llamado Nelson Prudencio: en la temporada siguiente alcanzaría la medalla de plata olímpica del salto triple.
Pero la pista también fue el escenario del mejor torneo internacional que pudo disfrutar el atletismo argentino en su historia. Se trataba de los Juegos Pierre de Coubertin, el emprendimiento de un soñador como Pedro Cáccamo con su equipo del Club Sudamérica. Unía su pasión atlética con su vocación cultural: cada evento era precedido por un concierto de música clásica.
En una época donde las competencias internacionales eran escasas, Cáccamo trajinaba por pasillos ofi- ciales, embajadas, medios y contactos múltiples para organizar esa fiesta. Y así posibilitó que llegaran a la Argentina atletas de primer nivel mundial como los alemanes Rainer Schubert y Gerhard Hennige (finalistas olímpicos de 400 metros vallas) y Liesel Westerman (subcampeona olímpica y recordwoman mundial de lanzamiento del disco), o el fondista italiano Franco Fava.
Probablemente, el mayor espectáculo se vivió en 1973 cuando el Parque Chacabuco vio a los primeros lanzadores de jabalina sobre 80 metros. Llegó el campeón olímpico alemán Klaus Wolferman, pero fue superado por el ex recordman del mundo, el finés Jorna Kinnuen con sus 80.80 metros.
Por esa misma época comenzaron a brillar los mejores atletas argentinos de la década del 70, como la velocista Beatriz Allocco, el múltiple Tito Steiner, el lanzador Juan Turri, entre otros. Se realizaron Campeonatos Nacionales e Intercolegiales, eventos múltiples. Hasta que la llegada de la autopista –atravesando el Parque- debilitó la convocatoria y el escenario atlético se fue deteriorando. Llegó, tanto tiempo después, la hora de revivirlo para su gente. ■