El detrás de escena de un éxito de 21 años
Toda la intimidad del programa que Juan Carlos Del Missier conduce los domingos, de 11 a 14, por Mitre. Ayer Clarín fue testigo del ritual con sus oyentes.
“Buen día. ¿Cómo va la vida?”. Así comienza la columna de Vivamos la vida, el programa de Radio Mitre (domingo, de 11 a 14) que está cumpliendo 21 años al aire. Un rato antes del inicio, previo al ingreso por la calle Mansilla, Juan Carlos Del Missier recibía ayer el saludo de los oyentes que se acercaron a la puerta de la emisora. Algunos le dijeron lo importante que es su compañía. Algún agente de prensa le entregó el disco de un artista. Su voz potente de locutor agradeció antes de entrar al estudio.
“Entre el sonido de las ramas que se mecen por el viento que sopla a esta hora, Matías se toma unos mates en la soledad de su patio en plena Floresta. Para Justina, la muchacha de Palermo, la historia a esta hora es otra. Volvió a las 7 de la mañana de un cumpleaños. Y ahora duerme con la ventana abierta. Domingo entre el sol que amaga y la lluvia que se va”, sigue la bienvenida, que más que una columna se convierte en una suce- sión de imágenes domingueras, aguafuertes de lo que está sucediendo allá afuera, en la calle, o en la “sinfonía de entrecasa”, como decía Hamlet Lima Quintana.
En la primera hora al aire, Del Missier va mechando las noticias deportivas del año -como un anticipo de las fechas de fútbol en Europa o el pase de los jugadores argentinos en el receso de verano- con otras como el cumpleaños del Papa Francisco, los conflictos en Ideas del Sur, las elecciones en Chile y la cartelera de teatro del verano. En el estudio, tres televisores devuelven las imágenes mudas de dos partidos en Italia y de TN.
El hombre nacido en Santa Fe está acompañado por Roberto Quirno, un periodista histórico de espectáculos. En la charla, al aire y afuera del micrófono, se mezclan los nombres actuales y los de aquellas épocas, desde Marcelo Tinelli y Susana Giménez hasta la memoria de Sandro y el verano fatídico de Mar del Plata de 1988, en el que Carlos Monzón mató a Alicia Muñiz. Al rato, aparece la columna de Juan Carlos Valenzuela sobre la industria automotriz.
“Es uno de los pocos que sigue haciendo radio como antes...”, lo elogia su compañero Quirno. Del Missier sigue de cerca la lista de temas: Soda Stereo, Alejandro Sanz, Belinda, La oreja de Van Gogh, Luis Miguel y Manu Chao abren el programa.
“Manu Chao le imprime su espíritu caserito a las canciones que graba en sus viajes”, dice Del Missier. “El día que se hizo para descansar también se hizo para disfrutar. ¡Vivamos la vida! Por Mitre”, recuerda el separador, que de alguna forma concentra el espíritu optimista del programa. “No va a llover. Vamos a disfrutar un poco más del sol de domingo”, dice el conductor, que arrancó con el programa el 18 de noviembre de 1996. Desde entonces, fue ganando oyentes hasta convertirse en el ciclo más escuchado de su franja horaria. Luego de una tanda, en la mesa de operación aparece una picada que alguien acerca a la radio. “Este programa viene con media pensión”, bromea Quirno.
Cuando se asoma el mediodía, Vivamos la vida comienza a darle voz a
los oyentes. Y se convierte en un servicio para las personas que llaman.
“Hola, soy Beatriz de Belgrano. Soy una mujer de 88 años y mañana tengo una cita en ANSES. ¿Saben si atenderán?”. Otra mujer hace lo que en otras radios quedó en el olvido: pide un tema. Elige Urge, de la mexicana Lila Downs.
Con varias décadas en la radio, Quirno es otro de los históricos. En su momento al aire, se ocupa de las denuncias de acoso contra Juan Darthes. Como otras charlas al aire, la noticia es una excusa para hacer un viaje en el tiempo. El periodista recuerda un caso similar de hace algunos años; en el diálogo se mezclan nombres como Radiolandia, TV Guía y Alberto Martín. Al contar de una caída de Fátima Flórez en el escenario, trae a la memoria otra caída memorable de Cipe Lincovsky y la obsesión de Raphael por conocer cada centímetro del lugar en el que va a actuar. El historiador Eduardo Lazzari también forma parte del staff, pero en el programa de ayer estuvo ausente a raíz de un viaje.
“Encaramos la ultima hora. Es domingo a la tarde. Ya viene. Ya viene el sol... Tantos amigazos comienzan a disfrutar del almuerzo a esta hora”, sigue Del Missier. Con ánimo indes
tructible, el conductor invita a los oyentes a disfrutar del aire libre. Repasa algunas de las opciones para el fin de semana de conciertos y otros eventos en la ciudad. A quienes lo acompañan los llama “domingueros en acción”.
A lo largo de las tres horas, Del Missier mantiene el tono afable que requiere el día y el horario de su programa. “La vida es un compilado de emociones”, recuerda uno de los separadores de su programa. Él se propone sacarle al domingo toda la carga negativa y de nostalgia que puede tener para algunos. En una entrevista reciente, dijo que su programa sale al aire en un día “de poca exigencia”. “Eso me lleva a pensar en los personajes del domingo, que uno los ve si da una vuelta en el taxi”.
En la última media hora de programa, Juan Locatelli sale al aire con su micro sobre automovilismo con noti- cias del TC 2000 y un recuerdo de la figura del gran Oscar Alfredo Gálvez. “Qué lindo ese fervor, esa fiesta colosal...”, acota el conductor, cuando su columnista habla de una carrera. También se aprovecha para recordar las precauciones para evitar accidentes al salir a la ruta hacia la costa.
Aunque el programa llegue a su fin, el día no termina para Del Missier. Después de Vivamos la vida descansa unas horas y comienza a preparar los temas de De la noche a la maña
na, que va de lunes a viernes, de 1.30 a 5 de la madrugada, también por Mitre desde hace casi 8 años. Alguna vez dijo que, en el programa nocturno, se siente “casi un sacerdote”.
“Hoy es domingo. No hay nada mejor”, canta Diego Torres. Del Missier le hace honor al espíritu de la canción, con el tono pausado, sus “personajes de domingo” que recoge a modo de aguafuertes y su don de
buen contador de historias. Ya llega el Súper Mitre Deportivo. Los domingueros deberán esperar una semana para encontrarse con su compañero de ruta.