Clarín

La plaza del Congreso, del esplendor al desastre

La reforma para devolverle el brillo demandó $ 59 millones pero el lunes quedó arrasada. Rompieron hasta mármoles. Calculan que los arreglos costarán más de $ 37 millones.

- Diana Baccaro dbaccaro@clarin.com

En seis horas de violencia en la plaza frente al Parlamento los manifestan­tes rompieron veredas, bancos y dos pérgolas restaurada­s que se inauguraro­n en septiembre. Todo había costado $ 59 millones y la reparación demandará otros $ 37 millones.

La estatua de El pensador, de Rodin, tiene la mano derecha apoyada en su mentón de bronce. Es la imagen de la reflexión que ayer amaneció alborotada: “Muerte al Estado”, escribiero­n anarquista­s sobre su pedestal, de es- paldas a la Plaza del Congreso. Es una de las tres originales del gran artista francés en el mundo y se exhibe allí desde 1907. Lleva 110 años pensando y pocas veces vio tanta violencia en la plaza como el lunes.

A 30 metros de El pensador está el monolito del Kilómetro Cero del país, una obra de los escultores José y Máximo Fioravanti. Desde allí parten todas las rutas nacionales. Lo que es un simple punto en el mapa se irradia por las venas abiertas de la Argentina. “Fuego a Cambiemos”, le estamparon ahora en aerosol negro. Los atacantes sólo respetaron los azulejos que componen la imagen de la Virgen María.

Y está también el monumento al diputado socialista Alfredo Palacios, una figura elegida como símbolo de unión de los argentinos. Palacios fue un impulsor del derecho a la jubilación digna de los trabajador­es y el lunes a la tarde, antes sus ojos y bigotes de acero tallados por el artista Hermenegil­do Sábat, volaron los odios. Y cascotes con hierros puntiagudo­s: frente a su escultura, las veredas amaneciero­n ayer destruidas, como los sueños de muchos vecinos que por primera vez en décadas tenían su plaza a nuevo.

Durante más de seis horas, un grupo de violentos destruyero­n las dos pérgolas de principios del siglo XX, con todos sus escalones de mármol de Carrara. Y rompieron bancos recién estrenados, fuentes y farolas, además de plantas y mangueras para el riego.

“Revaloriza­ción del Eje Cívico” se llamó a las obras que se inauguraro­n en la Plaza del Congreso hace menos de tres meses. Y el aroma de sus flores duraron para los vecinos lo que una primavera.

De esa reforma, que había sumado 12 mil metros cuadrados de verde en la Plaza y que demandó una inversión de $ 59 millones, quedó muy poco. Es que la fuerza de las piedras sepultó hasta el propio nombre de la obra: Eje Cívico. Allí, en vez de diálogo, ardió el fuego; en vez de abrazos, estallaron las iras; en vez convivenci­a, se encendiero­n las broncas.

“En la calle no ganarás”, avisa una pintada sobre una pared, al lado de “Macri gato”.

La historia de la Plaza del Congreso comenzó con los festejos del Cente- nario de la Revolución de Mayo y su construcci­ón arrancó luego de la sanción de una ley, en 1908, que establecía la creación de un parque. Se presentaro­n varios proyectos y el elegido fue el del paisajista Carlos Thays, que respetaba un petitorio firmado por los vecinos. La obra finalizó en 1910 y quedaron esculturas y jardines de estilo francés. El pensador, encargado especialme­nte para la Ciudad, había costado 15.000 francos (los otros dos originales están en París y Filadelfia). Desde 1991 la plaza es Patrimonio Histórico Nacional.

La patria es también la vida cotidiana: la plaza donde los chicos dan de comer a las palomas, la fuente de aguas que todas las tardes se mueven al compás de “Adiós Nonino”, las farolas doradas que son testigos de los primeros besos adolescent­es y el poema de Baldomero Fernández Moreno que recuerda sobre una escultura el espíritu de Tráfago: “Me he detenido enfrente del Congreso/y en medio del urbano remolino/he soñado en un rústico camino/y me he sentido el corazón opreso”.

El vendaval de violencia dejó a ese mundo cotidiano construido por los vecinos de Congreso respirando como un asmático, con cartuchos de gases y balas de goma. Y el homenaje de Astor Piazzolla a su padre, en silencio. Apenas se veía anoche un juego de luces de colores debajo del ombú de Yrigoyen y Sáenz Peña. Era el arbolito de Navidad de una familia que duerme allí entre cartones. ■

 ?? JORGE SANCHEZ ?? Después de la guerra.
Las baldosas que usaron los violentos contra la Policía.
JORGE SANCHEZ Después de la guerra. Las baldosas que usaron los violentos contra la Policía.
 ?? SILVANA BOEMO ?? Desastre. Así se veía un sector de la Plaza ayer a la tarde, a 24 horas de los incidentes: baldosas y monumentos destrozado­s. Lo mismo pasó con los bancos y el césped.
SILVANA BOEMO Desastre. Así se veía un sector de la Plaza ayer a la tarde, a 24 horas de los incidentes: baldosas y monumentos destrozado­s. Lo mismo pasó con los bancos y el césped.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina