La lenta puesta en valor del mayor ícono religioso del país
La última etapa de la obra se frenará en 2018, porque la Nación le recortó el presupuesto.
La restauración y puesta en valor de la Basílica de Luján se empezó a vislumbrar en 1998. En el año 2000 se hizo evidente la urgencia cuando cayó la cruz que coronaba una de las torres desde 106 metros de altura. Recién tres años después de ese incidente los primeros trabajos comenzaron a materializarse. Y el año próximo podrían sufrir un nuevo freno.
Desde 2003 y durante los 14 años siguientes la obra se dividió en tres etapas, de las que ahora se está concluyendo la última: la construcción de un nuevo baptisterio y la puesta en valor del Descanso del Peregrino, que empezó en el último trimestre de 2015.
Sin embargo, la conclusión de esos trabajos peligra al menos pa- ra el 2018, porque está afectada por el recorte presupuestario que el Gobierno Nacional publicó días atrás en el Boletín Oficial. Allí se detallan una serie de ajustes, entre los que se encuentran dos partidas que llegan a los $ 100 millones, que estaban destinadas a las mejoras edilicias en el templo.
Unos $ 63,9 millones iban a ser usa-
El Ejecutivo no enviará las dos partidas por $ 100 millones previstas para las mejoras en el templo.
dos para la restauración del interior, los edificios anexos y los espacios exteriores. A su vez, estaba previsto destinar $ 35,9 millones para reparar el baptisterio. No obstante, según confirman desde el sector del Museo, las actividades que se desarrollan desde el área no se verán afectadas.
"El recorte no afecta al recorrido por la Torre Este", puntualizaron, respecto del nuevo circuito en altura disponible desde enero. ■