Una hoja de ruta para la economía
Tras el triunfo en las elecciones de octubre, el Gobierno metió la economía en boxes. E impulsó una secuencia de reformas que logren evitar aquello que el kirchnerismo no pudo (o supo) en el último tiempo de su gestión: que la actividad crezca y se caiga al año siguiente.
El oficialismo se aseguró esta semana los recursos para poner en marcha esa primera etapa del programa. El cambio en la actualización de las jubilaciones, pensiones y planes sociales significará un ahorro para las arcas fiscales de alrededor de 0,5% del producto bruto en 2018, calculan expertos. Ese dinero resultará clave para ‘financiar’ las dos reformas a sancionarse la semana próxima: la tributaria (que tendrá un costo fiscal de 0,2-0,3% del PBI para el año próximo) y las compensaciones a la provincia de Buenos Aires y al resto de las jurisdicciones con la derogación del artículo 104 del Impuesto a las Ganancias y todo lo que ello implica (básicamente el techo al Fondo Conurbano Bonarense).
Además, el ahorro por haber modificado la fórmula con la que se actualizan las jubilaciones permitirá también disimular la pérdida de recaudación por la rebaja gradual de las retenciones a la soja en 2018. Agréguese a toda esta secuencia las sanciones del Pacto Fiscal y la Responsabilidad Fiscal, y tendrá lo más parecido que hay a un plan económico o una hoja de ruta. Un informe de esta semana del JP Morgan señaló que con la aprobación de la reforma previsional, el Gobierno ahora está en condiciones de cumplir con su promesa de bajar el déficit fiscal primario 1 punto porcentual del PBI el año próximo.
En el oficialismo aseguran que cumplir las metas fiscales resulta un objetivo clave e inamovible, porque permitirá bajar el costo de endeudamiento por financiar su déficit que, al tomar en cuenta los intereses, es casi 6% del PBI. El bombardeo de reformas, o eso que el Presidente llama ‘reformismo permanente’, se completa en el primer trimestre de 2018 con las reformas en los mercados de capitales y laboral. Incluso, parte del ala política del Gobierno no vería con malos ojos una política monetaria menos dura para alentar el crecimiento de cara a 2019. ■