Raúl Castro retrasa dos meses su decisión de dejar la presidencia de Cuba
El gobierno justifica la demora en la atención que exige el huracán Irma. Habría disputas por la sucesión.
Los tiempos de cambios se enrarecen en Cuba. El Parlamento anunció ayer que extendería su actual mandato por otros dos meses hasta abril próximo. La decisión es un fuerte indicio de que se retrasará la salida del presidente Raul Castro, que estaba prevista para febrero. Según la formalidad del anuncio, la demora se debe a la necesidad de atender antes los desastres provocados por el huracán Irma, que arrasó la isla en setiembre. Pero quienes prestan oídos a los rumores que circulan en el poder descartan esas razones y enlazan la situación a sordas disputas por el lide- razgo futuro de la isla caribeña.
La nota del Granma, el diario del Partido Comunista, comunicó ayer que la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), el Parlamento unicameral, había aprobado extender su mandato hasta el 19 de abril del 2018, cuando será elegido el líder de ese cuerpo legislativo y “los miembros del Consejo de Estado”.
Castro es, según la Constitución, el presidente del Consejo de Estado, y hasta ahora se había informado que su gobierno debía cesar en febrero, precisamente cuando concluyera esta legislatura, dando lugar a la elección de un nuevo mandatario. El mandato del Congreso, sin embargo, puede extenderse por guerra o circunstancias excepcionales. En este caso, el argumento fue el paso de Irma, que dejó 10 muertos y destrozos en la infraestructura vial, eléctrica y turística.
Los que siguen la interna cubana afirman que esos daños son cuantio- sos. Pero colocan la lupa sobre el momento que vive la isla para explicar las razones de la demora en el retiro de Raúl Castro. Tras suceder a su hermano Fidel en 2006 y ser electo posteriormente, anunció en reiteradas ocasiones sus intenciones de no aceptar una reelección. De ese modo, disparó una sucesión en la cual por primera vez en décadas el gobernante de la isla no llevaría el apellido Castro.
Expertos y observadores de la isla consideran que el hombre que sucedería a Raúl Castro es el actual primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, de 57 años, el primero con chances de llegar al cargo máximo y que pertenece a una generación más joven nacida después del triunfo revolucionario de 1959.
Díaz-Canel -un cuadro del partido identificado con los sectores más sofisticados y dialoguistas del comunismo cubano- debe enfrentar resistencias de los sectores más antiguos y reacios a abandonar la ortodoxia doctrinaria, asociada a posiciones de poder en la estructura burocrática y económica de la isla comunista.
La lucha interna entre quienes buscan proseguir la apertura iniciada por Raúl bajo el gobierno de Barack Obama y los que se oponen se agudizó desde enero, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Contrariando deseos del empresariario de su país con negocios en La Habana, el magnate rechaza la nueva era que abrió su antecesor, con lo que potencia la posición de quienes resisten a Díaz- Canel, quien aparece como un “delfín” del mandatario saliente.
La sucesión se hace aún más compleja por el escenario material sobre el que se monta. Hay en curso un cambio de matriz que busca atraer inversiones para dar aire a mejores salarios y, al mismo tiempo, dotar de mayor eficiencia a una estructura del Estado controlada -en buena partepor el estamento más veterano del poder comunista. Y todo debe producirse sin que mengüe el control del PC cuando se produzca el relevo. ■