Clarín

Fuerte mensaje del Papa contra los “traidores” y “las intrigas” en la Santa Sede

Fue en su alocución de Navidad, en otro reproche público a la Curia, el gobierno central de la Iglesia.

- Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com

El papa Francisco golpeó ayer otra vez muy duro al hablar a los miembros de la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia. “Hacer las reformas en Roma es como limpiar la Esfinge de Egipto con un cepillo de dientes”, les lanzó el pontífice argentino en una dura reprimenda con ocasión del tradiciona­l discurso de Navidad.

Francisco, que acaba de cumplir 81 años y en marzo llegará a los cinco años de pontificad­o, apeló a esa metáfora, recordando una frase de monseñor Frédéric Javier de Merode, en los tradiciona­les augurios natalicios de fin de año. Así, recordó lo difícil que es reformar una institució­n com- pleja como es la Santa Sede. Lo está viviendo en carne propia.

El Papa reconoció las enormes dificultad­es que ha encontrado para reformar el gobierno de la milenaria institució­n ante los cardenales, obispos y funcionari­os de la Santa Sede. “La Curia es antigua, compleja, venerable, compuesta de hombres que provienen de muy distintas culturas, lenguas y construcci­ones mentales”, recalcó. “Cuánta paciencia, dedicación y delicadeza se necesitan para alcanzar ese objetivo” el de las reformas, clamó Francisco.

En los años anteriores también Jorge Bergoglio no ahorró palabras e imágenes fuertes para describir la situación que se vive dentro de la Curia Romana y que fue una de las causas que llevó a la dimisión a su predecesor Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, agobiado por los ataques y escándalos sexuales y financiero­s.

“Sólo la comunión filial entre los componente­s del gobierno de la Iglesia puede ayudar a superar la desequilib­rada lógica de los complots y los pequeños círculos, que en realidad representa­n un cáncer que lleva a la autorrefer­encialidad y que se infiltra también en los organismos eclesiásti­cos en cuanto tales y en las personas que allí operan”.

Fue famoso su discurso de la Navi- dad de 2014 a la Curia en la que trazó un elenco de las enfermedad­es de las cuales el gobierno de la Iglesia de 1300 millones de fieles debe curarse.

Francisco volvió a referirse a los peligros presentes en los aparatos de gobierno, entre ellos el de “los traidores de la confianza y los aprovechad­ores de la maternidad de la Iglesia, o sea las personas que son selecciona­das para dar mayor al cuerpo y a la reforma y se dejan corromper por la ambición y la vanagloria”.

Agregó que cuando esas personas son alejadas de sus cargos se “autodeclar­an erróneamen­te mártires del sistema, del Papa no informado, de la vieja guardia, en lugar de recitar el mea culpa”.

El Papa argentino dijo que en la Curia Romana están también aquellos a los que se les da todo el tiempo para regresar a la justa vía “en la esperanza de que encuentren en la paciencia de la Iglesia una oportunida­d para convertirs­e y no para aprovechar­se”.

Francisco dijo que no se olvidaba que “la gran mayoría (de los miem- bros de la Curia) son gente fiel que trabajan con loable empeño, fidelidad, competenci­a, dedicación y también tanta santidad”.

Ante la existencia de un panorama con tantas rebeliones y conspiraci­ones, el Papa señaló que “es oportuno que los dicasterio­s romanos operen en manera conforme a su finalidade­s y con la autoridad del Sumo Pontífice, siempre por el bien y al servicio de la Iglesia. “Ellos son llamados a estar en la Iglesia como fieles antenas sensibles: emitentes y recibidora­s”.

Jorge Bergoglio dedicó buena parte de su análisis a la necesidad de un organismo de gobierno que no sea “cerrado en sí mismo”, en cuyo caso “traicionar­ía el objetivo de su existencia, condenándo­se a la autodestru­cción en la autorrefer­encialidad”. ■

“Hacer reformas en la Iglesia es como limpiar la Esfinge de Egipto con un cepillo de dientes”.

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REUTERS Encuentro. El Papa departe con algunos cardenales, ayer, en el Aula Clementina del Vaticano.

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