Clarín

Tres Sargentos, entre la bohemia y el relax

- Judith Savloff jsavloff@clarin.com

Por acá se puso un bar uno de los pintores argentinos que primero empezó a reconcilia­r las representa­ciones de figuras con las manchas abstractas y las texturas que reinaban en el arte durante la movida informalis­ta. Luis Felipe “Yuyo” Noé abrió en 1969 el Bar-O-Bar. Un espacio donde se reunían artistas inmensos. Rómulo Macció, Ernesto Deira y Jorge de la Vega, quien pintó vidrieras con fragmentos de siluetas en blanco y negro, fluidas, fluyendo, “impro- visadas como es la vida”, según explicó. El bar era una especie de oasis en “el desierto de la dictadura de Onganía” (1966-70), como definió el escritor y periodista Tomás Eloy Martínez, un oasis donde también se podía escuchar a De la Vega y al poeta Poni Micharvega­s cantar.

Por acá, además, los arquitecto­s Sánchez, Lagos y De la Torre, autores del Kavanagh (1934) -rascacielo­s pionero, maravilla Art Decó- crearon en 1937 dos edificios (al 422 y al 436) que de tan austeros no se hacen ver. Hay que buscarlos, desviar la vista de alguna casita coqueta: son emblemas puros de la modernidad.

Y antes, también por acá, corrió el viejo zanjón de Matorras, pútrido, foco de infeccione­s hasta fin del siglo XIX. Tras rellenarlo, eligieron el lugar para homenajear a héroes de las guerras de la independen­cia: José María Gómez, Santiago Albarracín y Juan Bautista Salazar. De ahí, Tres Sargentos, su nombre oficial. En realidad, es un pasaje de dos cuadras, desde Alem hasta San Martín. Pero como dice la invitación a recorrerlo mañana, en una visita guiada gratuita, se las arregla para mostrar sin vueltas a que “una calle tan corta puede convertirs­e en fuente de muchas historias”.

El guía de Turismo de la Ciudad, Mariano Pini, armó un recorrido que incluye torres de Catalinas (bajo las que Perón mandó a construir, a comienzos de los 50, un búnker para proteger- se de un supuesto ataque nuclear), las cocheras presidenci­ales, una ex sede de la Ítalo Argentina de Electricid­ad, huellas prostibula­rias y otros recuerdos que evocan la ex tienda Harrods y el Florida Garden. Este bar fue otro ícono de la “manzana loca” que el Instituto Di Tella, gran semillero de vanguardia­s clausurado justamente en 1969, supo aglutinar.

El Pasaje Tres Sargentos tiene dos cuadras nomás, ricas, intensas. Menos mal que también ofrecen sombra y, en medio de la vorágine de Retiro, exacerbada por las Fiestas, la oportunida­d de frenar. ■

La visita sale mañana a las 17 de Alem y Tres Sargentos. Se suspende por lluvia.

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