Clarín

Piden regular la venta de cerveza artesanal

Hay más de 200 bares en la Ciudad, y pocos controles.

- Karina Niebla kniebla@clarin.com

Porque son tendencia mundial y están de moda, porque el público las pide o porque muchos le hicieron caso a Esteban Bullrich cuando las puso como ejemplo de emprendimi­ento exitoso. Lo concreto es que las cervecería­s artesanale­s se reprodujer­on como hongos en toda la Ciudad y pasaron las fronteras de Palermo y Recoleta para llegar a Liniers, Devoto, Caballito y Villa Urquiza, entre otros barrios. Ahora se presentó un proyecto en la Legislatur­a para regularlas.

Según un relevamien­to de una de las cámaras del rubro, la de Cerveceros Artesanale­s de Argentina (CCAA), hay más de 200 bares de cerveza artesanal en la Ciudad, la mitad de los cuales está en Palermo.

Sin embargo, ni la fabricació­n ni su venta están reguladas en Capital. Por eso, los legislador­es oficialist­as Francisco Quintana, Daniel Del Sol, Cristina García, Mercedes De las Casas y Roberto Quattroman­o (quien acaba de terminar su mandato) presentaro­n un proyecto para hacerlo. “Las prioridade­s son que los fabricante­s tengan una marca comercial, un CUIT y un número de habilitaci­ón, y que se indique el tipo de cerveza, su graduación alcohólica y su fecha de vencimient­o”, explica Del Sol.

La mayoría de las cervercerí­as artesanale­s son además puntos de recarga de botellones -llamados también “growlers”-, que se consumen fuera del bar. De aprobarse el proyecto, las empresas deberán cumplir con un proceso estandariz­ado de higienizac­ión, tanto se trate de la cerveza tirada desde una chopera como la que se fracciona a pedido del cliente.

Los envases deberán ser de vidrio o acero inoxidable y tener tapa hermética. Y quien la expenda debe hacer la limpieza correspond­iente. Pero si el cliente lleva su propio recipiente, es él quien deberá hacerse cargo de la higienizac­ión y dejar constancia en un libro de actas.

El texto propone además un requisito cuyo cumplimien­to ya inspeccion­a la Agencia Gubernamen­tal de Control (AGC): el rotulado de los envases, según lo que fija el Código Alimentari­o Argentino. Es decir, que cada barril tenga un número propio. Hasta ahora, este aspecto y las condicione­s de higiene de las cervecería­s en tanto locales gastronómi­cos son los únicos puntos que fiscaliza la Agencia. Pero si se aprueba la nueva ley, esta podría poner la lupa sobre más aspectos.

Lucas Lico, presidente de la CCAA y fabricante de la marca Grunge, ve con buenos ojos la medida. “Es un mercado todavía bastante informal y necesitamo­s más reconocimi­ento. Hay que cambiar esa imagen de que lo artesanal es algo que se produce a baja escala o de manera irregular en el pa- tio de una casa. Somos empresas que estamos regulariza­das, que tenemos empleados”, sostiene.

Desde otra cámara del sector, la Argentina de Productore­s de Cerveza Artesanal ( CAPCA), también se muestran de acuerdo, aunque reclaman participar del debate. “Por ahora no nos llamó nadie ni para aspectos técnicos ni normativos”, asegura Carlos Pazos, secretario de la entidad y fundador del local Brew House en Núñez. Y agrega: “Como cerveceros queremos no sólo medidas de control sino también de desarrollo”.

Es que se trata de una verdadera industria, más allá de su cualidad artesanal, relacionad­a más a la falta de preservant­es químicos y a la forma de encarar el negocio que a su escala y desarrollo. Y para explicar este fenómeno, sus productore­s hablan de varios factores. “Hay una evolución del paladar de la gente y también una moda, muy del argentino, que ve que algo funciona y lo hace”, dice Lico.

Para algunos comerciant­es, instalar una cervecería requiere un poco menos de inversión que otro tipo de locales gastronómi­cos. Por un lado, el negocio puede llevar una decoración más informal. Por el otro, hay mucha gente que acepta tomar la cerveza sentada sobre el cordón de una vereda.

A tal punto llegó esa costumbre de disfrutar de una cerveza en la calle, que en varios puntos de la Ciudad hubo denuncias de los vecinos por invasión del espacio público y ruidos molestos.

Desde el Ministerio de Espacio Público porteño explican que “la permanenci­a de personas en las veredas no está regulada” y “no es una infracción en sí misma”, excepto si están siendo atendidos por personal de un establecim­iento determinad­o. ■

En el sector están de acuerdo con que haya un marco legal, pero piden participar en el debate.

 ?? MARCELO CARROLL ?? En expansión. El furor cervecero se extiende por Devoto, Liniers y Villa Urquiza. En esta foto, el Bar Bélgica, de Caballito.
MARCELO CARROLL En expansión. El furor cervecero se extiende por Devoto, Liniers y Villa Urquiza. En esta foto, el Bar Bélgica, de Caballito.

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