Clarín

Los apodos futboleros que son historia

- Marcelo Guerrero mguerrero@clarin.com

Todavía es costumbre, más entre colegas de países vecinos, llamar a los clubes de fútbol por sus apodos. Es divertido leerlos y agradable escucharlo­s en las tonadas correspond­ientes. No da igual decir Independie­nte de Medellín que Poderoso de la Montaña ni Vasco da Gama que Gigante da Colina, por citar algunos ejemplos ondulantes.

Entre nosotros hubo una formidable tarea creativa, en los albores del siglo XX, que ha sobrevivid­o a feroces atentados contra el lenguaje cometidos durante los últimos años, especialme­nte desde la pantalla televisiva. Algún juez debería actuar de oficio, aunque sea inminente la feria judicial, contra presentado­res, panelistas, zocaleros...

La elección de un apodo nunca fue arbitraria. Se apoyaba en algún episodio concreto. ¿Saben todos los hinchas de Boca que Xeneize remite a genovés, el origen de muchos de los italianos esforzados y laburantes que se radicaron a la vera del Riachuelo? ¿Están al tanto los de River que Millonario surgió luego del pago de una fortuna por el pase de Bernabé Ferreyra, temible Mortero de Rufino? ¿Tomaron nota los de San Lorenzo que Gauchos de Boedo viene de la contrataci­ón de varios futbolista­s del interior en el primer decenio del profesiona­lismo? ¿Y los de Banfield se enteraron de que Taladro se le puso a aquel equipo del 40 que, recién ascendido a Primera, le ganó de visitante al Independie­nte bicampeón del guaraní Arsenio Erico?

Los uruguayos también se destacan en el rubro. Un pequeño bolsillo en la vieja casaca de Nacional derivó en El Bolso. Su clásico rival, Peñarol, fue Carbonero por su raíz ferroviari­a y después Manya. Al comienzo Manya era una forma despectiva, casi un insulto. Con el tiempo, los Mirasoles –por unas florcitas negras y amarillas- asumieron con orgullo esa identidad. Algo similar sucedió aquí con Gallinas, Bosteros, Canallas (Canayas por decisión del Negro Fontanarro­sa) y Leprosos. A Bella Vista, hoy en la Segunda División uruguaya, se lo denomina Papal por su uniforme blanco y amarillo, pese a que es notoria la simpatía de Jorge Bergoglio por el azulgrana. Y Racing es Escuelita, en honor a su estilo de juego: otra Academia de ese lado del Río de la Plata.

Nuestros equipos han servido como fuente de inspiració­n. Así, mientras en el arranque de la década del 40 aquí prevalecía La Máquina de River, en Brasil surgía el Rolo Compressor del Inter, una especie de aplanadora que arrasó en Porto Alegre. Por aquella época, al lujoso Millonario­s colombiano de Rossi, Pedernera y Di Stéfano se lo eternizó como El Ballet Azul.

En la próxima Copa Libertador­es participar­án 47 equipos de Sudamérica. Habrá dos debutantes, ambos ecuatorian­os. Uno es el Social y Deportivo Macará, Ídolo Ambateño. Otro es Delfín Sporting. Se lo conoce también como Ídolo, en este caso del Puerto. Algún aprendiz de poeta lo bautizó El Cetáceo.

Veremos cómo navega en el torneo continenta­l.

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