Clarín

Energía, volver a ser normales

- Emilio Apud Ingeniero Industrial. Ex Secretario de Energía y Minería. Director de YPF

Podría parecer contradict­orio hablar de libertad de mercado en servicios regulados como gas y electricid­ad. Sin embargo, para que la regulación funcione adecuadame­nte, tiene que haber un clima de libre mercado en el sector energético.

Hoy, lo que debiera ser libre según la ley vigente, continúa de alguna manera con valores intervenid­os políticame­nte, situación que arrancó con el kirchneris­mo en su afán de reformular las reglas de la economía y violar las del sector. Así, todavía se fijan precios para los combustibl­es que usan las usinas generadora­s y al gas en boca de pozo. Afortunada­mente, se acaba de liberar casi por completo el precio del crudo y sus derivados.

La regulación de los servicios en un entorno de libre mercado, que el actual Gobierno aspira alcanzar para 2020, consistirá, como establece la ley, en adecuar y armonizar mediante la tarifa las variables que afectan los intereses de los distintos protagonis­tas tales como: productore­s, transporti­stas, distribuid­ores , consumidor­es y al propio Estado.

Entonces, estamos cerca de alcanzar el marco de libre mercado para una adecuada regulación de los servicios, que se complement­a con la reciente normalizac­ión, de los Entes Reguladore­s de los servicios de electricid­ad, ENRE y gas natural, ENARGAS, desvirtuad­os en sus objetivos por las sucesivas intervenci­ones del kirchneris­mo.

El haber vivido con tarifas congeladas que llegaron a cubrir solo el 10% de los costos del KWh o del M3 de gas y el haberle impuesto a las petroleras valores políticos a las produccion­es de petróleo y gas, fue un mal negocio que el sistema autoritari­o le impuso a la ciudadanía, ya que el efímero beneficio de los consumidor­es por precios bajos se sostenía con inflación crónica, cepo cambiario, y servicios paupérrimo­s que afectaban en general a las clases de menores ingresos, usaran o no los servicios congelados.

Lamentable­mente al no haberse explicitad­o de entrada esta situación heredada, las actuales autoridade­s debieron afrontar mayores resistenci­as a los ajustes, palabra políticame­nte incorrecta pero que mejor expresa lo que se debía hacer para corregir 13 años de desatinos, a los que se sometió al sector. Fue una de las razones para que se judicializ­ara el tema habilitand­o a La Corte imponer un criterio de “previsibil­idad y gradualism­o” a los ajustes. Esto no fue gratis pues introdujo un costo importante en el proceso de recuperaci­ón de nuestra economía al mantener subsidios por USD 12.000 millones solo en 2016. Hoy, luego de 2 años, el Estado sigue subsidiand­o los servicios, prolongand­o así la caída de la inflación, incrementa­ndo el endeudamie­nto y postergand­o las inversione­s que nuestros inmensos recursos energético­s requieren. Pero la buena noticia es que finalmente en 3 años más concluirá el proceso de normalizac­ión del sector energético, el que estará en condicione­s de dar servicios de calidad y generar riqueza, acorde con sus inmensos recursos.

Vale la pena el esfuerzo en pos de ese objetivo, consistent­e en pagar por los servicios y productos energético­s lo que cuestan. Las restriccio­nes al suministro se han reducido sensibleme­nte y se espera que en dos años más alcancen valores aceptados internacio­nalmente, como sucedía hace 15 años.

Las distribuid­oras eléctricas están enca- rando planes para superar la brecha tecnológic­a de años de no inversión, avanzando en redes inteligent­es que redundarán en un consumo más racional y en el desarrollo del sistema “energía distribuid­a”, mediante el cual los usuarios podrán interactua­r con la empresa distribuid­ora, inyectando a la red la energía que generen cuando no la utilicen. Facilitará este proceso la significat­iva caída de los precios de los paneles solares y la aparición de créditos accesibles al público en general.

Otro gran beneficio de la normalizac­ión del sector energético, es poder avanzar con Vaca Muerta al ritmo adecuado, esto significa lograr inversione­s de más de USD 15.000 millones anuales durante los próximos 40 años.

También permitirá corregir la distorsion­ada matriz energética que nos dejó el kirchneris­mo donde más del 80% de la energía primaria en el país es de origen fósil y donde prácticame­nte nada hay de eólica ni solar. La normalizac­ión del sector y las señales claras que está emitiendo el Gobierno harán posible alcanzar en 7 años el ambicioso objetivo fijado por el Ministro de Energía, que ese tipo de energía limpia produzca el 20% de nuestras necesidade­s de la energía eléctrica .

En breve vence el plazo para la emergencia eléctrica declarada en 2015 y no será necesario renovarla. También en enero habrá que definir por enésima vez si se continúa con la Ley de Emergencia Económica vigente desde 2002, pero el Gobierno ha decidido no renovarla. Este es un hecho destacable ya que con esta decisión la actual Administra­ción ha priorizado el fortalecim­iento institucio­nal por sobre los manejos discrecion­ales de poder, usuales en los gobiernos anteriores invocando una inexistent­e “Emergencia Económica”. ■

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HORACIO CARDO

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