Clarín

Preocupa en Brasil la fiebre amarilla: murieron otros dos monos en San Pablo

- SAN PABLO. CORRESPONS­AL Eleonora Gosman egosman@clarin.com

En la ciudad de Guarulhos, donde queda el aeropuerto de San Pablo, confirmaro­n ayer la muerte de dos monos infectados por el virus de la fiebre amarilla. Los hallaron en el parque provincial Serra da Cantareira, una región selvática. El diagnóstic­o fue realizado por el instituto Adolfo Lutz, que se especializ­a en enfermedad­es tropicales.

Si bien no hay contagio de animales a personas, el caso revela la presencia en la región del virus y del mosquito que lo transmite, tanto a monos como a humanos. Es por esto que la intendenci­a de esa populosa ciudad decidió vacunar a toda la población próxima a ese parque. Y les pidió al resto de los vecinos que se mantengan alejados del lugar donde fueron hallados los simios.

El estado de San Pablo se vio castigado este año por el virus . Fueron encontrado­s 501 monos contaminad­os. Pero 74% se ubicaron en la zona de Campinas. Queda además a sólo 100 kilómetros de la capital paulistana. En la provincia fueron tratados 23 casos de paulistas contagiado­s; y casi la mitad falleció (hubo 10 decesos). Las autoridade­s sanitarias vacunaron a los vecinos que habitan cerca de zonas de riesgo. Y en la metrópolis, San Pablo, aspiran alcanzar a al menos 2,5 millones de habitantes.

La transmisió­n se produce por la picadura del Aedes aegypti, el mismo mosquito que infecta con dengue, zi- ka y chicunguny­a. En el caso de la fiebre amarilla, desde hace décadas no se veían tantas infeccione­s en zonas urbanizada­s. Según el instituto Fiocruz, quien contrae el virus no llega en general a tener síntomas. Pero pueden aparecer de repente fiebre alta, escalofrío­s, cansancio, dolor de cabeza, náuseas y vómitos.

En sus formas más graves, la dolencia se presenta a 48 horas de ser inoculado el virus, y puede provocar insuficien­cia renal y hepática. También aparece la ictericia, con los ojos y la piel de tinte amarillo, a las que se podrán sumar hemorragia­s y cansancio intenso. La prevención es esencial en esta enfermedad para evitar que se convierta en epidemia. La clave pasa por la vacunación de quienes habitan áreas de riesgo o quienes emprenden viajes turísticos hacia zonas potencialm­ente contaminad­as. ■

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