Descubren restos de una casa de Rosas y los destruye una constructora
Eran parte de la “sede de gobierno” a mitad del siglo XIX. Había una cisterna gigante. Prevén demandar a la empresa.
Ubicada en Moreno 550, fue la residencia de los Ezcurra, en la que Juan Manuel de Rosas vivió más de 15 años. Arqueólogos de la Dirección de Patrimonio de la Ciudad estaban relevando el lugar, donde se iba a construir una obra. Entre otras cosas había una cisterna de aljibe, paredes, y una escalera subterránea. Pero el miércoles, al llegar, los expertos se encontraron con que la constructora había demolido por completo los restos arqueológicos. Ahora quieren sancionar a la empresa por destrucción de patrimonio. La casona está dentro del área de Protección histórica.
El Casco Histórico porteño fue centro de otro hallazgo arqueológico: en una obra en construcción, encontraron restos de la “casa de gobierno” en tiempos de Juan Manuel de Rosas, décadas antes de que se construyera la Rosada. Pero el descubrimiento terminó empañado de forma insólita: demolido por la empresa a cargo de la obra.
Ubicada en Moreno 550, la casa donde se hallaron los restos data del siglo XVIII y supo ser la residencia de los Ezcurra, padres de Encarnación y suegros de Rosas.
Alertados por vecinos, arqueólogos de la Gerencia Operativa de Patrimonio, que depende de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de la Ciudad, llegaron la semana pasada al lugar para hacer un diagnóstico del potencial arqueológico para recomendar qué hacer con los descubrimientos .
Los restos eran una cisterna de aljibe que medía siete metros de diámetro, hecha de ladrillo y revocada con cal, y cimientos. También dieron con paredes que dan cuenta de que el aljibe contaba con una puerta en el piso que llevaba a una escalera subterránea, para poder limpiar la estructura. A su vez, como la tierra que se usó de relleno provino de otras zonas, en el área aparecieron trozos de botellas y azulejos españoles.
Este equipo ya había estado en el lugar antes del hallazgo, el viernes 15, para recordarles a los representantes de la constructora que, si efectuaban algún descubrimiento, debían dar aviso a la Gerencia de Patrimonio, según la Ley Nacional de Protección del Patrimonio Arqueológico, la 25.743. Cuentan miembros del equi- po que, cuando arrancaron con las excavaciones, el viernes, desde la empresa Estudios Kohon los recibieron bien y les comunicaron que podían trabajar hasta el 5 de enero. Los arqueólogos siguieron estudiando los restos el sábado y el martes. El miércoles, al llegar, vieron que la constructora los había demolido por completo.
“Es una pérdida irreparable, porque son bienes culturales de los porteños. Es información de la cual queda muy poca. Además de su importancia histórica, estructuralmente es una de las cisternas más grandes de la Ciudad”, lamenta Ricardo Orsini, uno de los miembros del equipo.
“La construcción de nuevos edificios no va en detrimento de la conservación del patrimonio”, destaca por su parte Graciela Aguilar, direc- tora de la Gerencia. Es por eso que, mientras se hacían los trabajos arqueológicos, esa dependencia dio lugar a que se negociara con la constructora una forma de mantener la estructura, según fuentes oficiales. Al parecer, la empresa temía que frenaran su proyecto. Pero no hubo tiempo de hablar: el miércoles ya no quedaba nada. La funcionaria adelantó que prevén sancionar a la firma por destrucción de patrimonio. En el marco de ese intento de negociación, se acercó una arquitecta, dueña de un hotel en Monserrat que conservó los restos que encontró cuando edificaba y los expone. Fue a dar su ejemplo.
La casona está en el Área de Protección Histórica 1 (APH), la primera zona protegida patrimonialmente en la Ciudad. Comprende un sector de San Telmo y Monserrat, la Avenida de Mayo y su entorno.
El historiador Alfredo Taullard sostuvo que Rosas vivió en esa casa durante más de 15 años, “y que era por así decirlo la verdadera residencia gubernativa”. Después de 1852 fue confiscada y “continuó sirviendo de residencia al gobernador de Buenos Aires, hasta su traslado a La Plata, ocupándola después el Correo hasta 1901”. ■
“Es una pérdida irreparable. Infomación de la que hay muy poca”, explican expertos.