Sangriento ataque suicida en un centro cultural de Kabul: 42 muertos
El lugar pertenece a la comunidad shiíta y recibe financiamiento de Irán. Entre las víctimas hay niños.
Un brutal atentado terrorista reivindicado por el grupo sunnita ISIS destruyó ayer un centro cultural shiíta en Kabul, la capital afgana, y provocó la muerte de al menos 42 personas, incluidos varios niños. Los heridos suman casi un centenar, muchos de ellos con quemaduras graves producidas por las explosiones.
Según la reconstrucción realizada por la policía en base a declaraciones de testigos, un atacante suicida hizo detonar dentro del edificio una gran carga de explosivos, lo que devastó el lugar. Luego estallaron al menos dos bombas más en los accesos cuando la gente acudía a ayudar a los heridos. Esto es una práctica habitual para causar el mayor número de víctimas posibles.
El centro cultural Tabayan tiene dos plantas y está ubicado en el humilde barrio de Dasht-e-Barchi, de mayoría shiíta, en el oeste de la capital. Se trata de una estructura sencilla rodeada por viviendas de adobe en las que viven algunos de los habitantes más pobres de Kabul.
Allí se realizan actividades educati- vas y culturales, y funciona además la agencia de noticias proiraní Voz Afgana. El sitio cuenta con la ayuda financiera de Irán.
El ministro de Interior afgano, Nasrat Rahimi, contó que el lugar estaba repleto de estudiantes y docentes cuando ocurrió el ataque, ya que estaban celebrando “una ceremonia con motivo del 38º aniversario de la invasión soviética a Afganistán”.
“Estábamos en el vestíbulo, en segunda fila, cuando la explosión se produjo detrás nuestro. Después sólo había fuego y humo en la sala”, relató Mohamad Hasan Rezayee, un estudiante con quemaduras en la cara y las manos. “Era el caos. Todo el mundo gritaba y lloraba. La gente estaba presa de pánico. Todos pedían ayu- da”, describió.
La agencia de noticias Amaq, que funciona como vocero del ISIS, afirmó que un atacante suicida del grupo se hizo volar en medio de la multitud. Y justificó el atentado en el hecho de que el local “recibe apoyo de Irán y es uno de los principales centros shiítas de Kabul”. Como contrapartida, los talibanes se desvincularon inmediatamente del atentado.
La filial afgana del ISIS es muy pequeña en comparación con otras fuerzas, como las agrupaciones talibanes, y está formada por milicianos uzbecos y por rebeldes desencantados que se separaron de los talibanes.
Son de origen sunnita y expresan un extremismo muy marcado, por lo que ven a los shiitas como herejes. Ya cometieron varios atentados contra esa comunidad religiosa.
El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, calificó el ataque como un “crimen contra la humanidad”. “Los terroristas han matado a nuestra gente. Los terroristas han atacado nuestras mezquitas, nuestros lugares sagrados, y ahora nuestro centro cultural”, indicó en un comunicado, en el que afirmó que estos atentados son ataques contra el islam y “todos los valores humanos”.
Desde enero hubo más de 20 graves atentados en Kabul cometidos por el ISIS o por los talibanes. En ellos murieron y resultaron heridos cientos de personas. El más sangriento, ocurrido frente a la embajada alemana en mayo cuando estalló un camión bomba, dejó 150 víctimas.
Otro hecho que conmocionó a la comunidad shiíta tuvo lugar en octubre en el mismo barrio Dasht-e-Barchi. Dos atacantes suicidas se hicieron detonar en una mezquita provocando la muerte de 71 personas. Desde entonces el grupo extremista atacó otros barrios de la ciudad, así como un gran canal de televisión y una oficina de los servicios secretos.
Pese a que la OTAN puso fin a su misión de combate hace tres años, Afganistán sigue siendo un país en guerra por los enfrentamientos entre las débiles tropas gubernamentales y las distintas milicias extremistas que pugnan por el poder. La salida de las fuerzas extranjeras dejó un vacío que el gobierno local no pudo cubrir. Ante esta situación, el presidente estadounidense Donald Trump decidió mantener en el país asiático unos 3.000 soldados dentro de su nuevo plan para la región. ■