Clarín

Ramón Díaz disfruta de otra primavera en el exótico fútbol árabe

Sin grandes figuras, su equipo Al Hilal se encamina al bicampeona­to tras ganar la Copa del Rey.

- Waldemar Iglesias wiglesias@clarin.com

Ramón Díaz tiene una virtud que en sus primeros tiempos como entrenador de River nadie le reconocía. Ganaba seguido, por se le reían por televisión en los programas de máximo rating. Decían que no se explicaba de modo correcto. Que los futbolista­s se encargaban solos de abrazar la gloria. Pero ese riojano que había sido goleador para el aplauso demostró que nada entendían aquellos que se mofaban. Sirve un dato: junto a Carlos Bianchi, es -incluso ahora- el más ganador de campeonato­s de Liga en el ámbito de la AFA (ganó seis con River y uno con San Lorenzo).

El tipo siguió su camino. A su modo y manera. Con sus “je, je”, justo después de su última frase en plena aparición pública. Tras ganar la Copa Campeonato con River (ante San Lorenzo), en 2014, se lanzó al mundo. En Paraguay, condujo al Selección a las semifinale­s de la Copa América en Chile y tropezó en la Copa Centenario de los Estados Unidos. Su siguiente paso fue un asombro: Ramón se animo a partir a Arabia Saudita.

Allí donde parecía un ajeno se convirtió en un superhéroe. Al Hilal pasó a ser el equipo de Ramón. Y a ganar. Su equipo disputó desde su arribo 54 partidos y perdió apenas cuatro. Ganó la Liga y la Copa del Rey. Y llegó hasta la final de la Champions League de Asia. En la serie definitori­a, ida y vuelta, se impusieron los japonenses del Urawa Red Diamonds.

El equipo árabe quedó a un partido del Mundial de Clubes de la FIFA, ese que se jugó en los Emiratos Arabes Unidos y que ganó el Real Madrid, en la final ante Gremio.

El protagonis­mo permanece. Este jueves, Al Hilal goleó como visitante al Ohod (4-1) y se consolidó en lo más alto de la tabla. Diez victorias, tres empates, una derrota. Dos pun- tos de ventaja sobre Al Ahli, con un partido menos.

Allí, en ese país en el que parecía un ajeno, en ese fútbol del que ni siquiera recordaba las proezas de Saeed Owairan -el Maradona de los árabes-, Ramón se convirtió en referente. Sus éxitos y el juego de su equipo lo pusieron como principal candidato a dirigir al selecciona­do que participar­á en el Mundial de Rusia 2018. Pero no hubo caso. Aunque dirige a un equipo de la capital, Riad, las autoridade­s nacionales eligieron a otros argentinos: Edgardo Bauza, quien duró un par de suspiros, y Juan Antonio Pizzi, quien se hará cargo del plantel en la Copa del Mundo.

El entrenador argentino está a gusto en Arabia, allí donde el selecciona-

do argentino obtuvo su último título FIFA, la Copa de las Confederac­iones de 1992. Su hijo Emiliano es un personaje clave en el cuerpo técnico. “Es un fenómeno”, sostiene el padre en público y en privado. Juntos construyer­on un equipo que no pierde casi nunca. Incluso sin contar con megafigura­s. Sirve un ejemplo: el máximo anotador de la campaña 16/17 fue el brasileño Carlos Eduardo, con 12 tantos. Convirtió la mitad que el sirio Omar Al Somah, crack del Al Ahli, top scorer de la Premier League árabe.

Sirve un detalle para retratar su comodidad. Su último cumpleaños, el número 58, lo celebró el 29 de agosto en ese territorio que al llegar le resultaba muy ajeno. Ese día, el presidente Nawaf Bin Saad le hizo un regalo de los que al técnico riojano más le gustan: una camioneta 4x4. Lucía impecable: blanca con detalles plateados. En la misma ceremonia los jugadores le ofrecieron un baldazo de agua helada. Y lo lanzaron por el aire.

“Gracias al club, gracias a la familia real y a toda la gente del Al Hilal”, dijo Ramón, justo después de aquel cumpleaños. Lucía contento. Se sentía el Rey de Arabia. Cuentan que lo sigue siendo... ■

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la familia. Emiliano hijo y ayudante de Ramón, el técnico de Al Hilal. Los Díaz se hicieron fuertes en el club de Riad y en la Liga árabe.

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