Clarín

Récord de turistas en Río, que los recibe militariza­da

Las Fuerzas Armadas permanecer­án un año más en la ciudad y asumirán directamen­te todas las tareas de control. Además, habrá un despliegue especial por la fiesta de Año Nuevo.

- Eleonora Gosman egosman@clarin.com

Los militares toman el control por el aumento de la insegurida­d. Esperan 3 millones de visitantes.

No hay lugar latinoamer­icano que pueda empardar a Río de Janeiro en la fiesta de año nuevo. Y este domingo las luces y los fuegos artificial­es brillarán en la playa de Copacabana tan imponente como en sus versio- nes anteriores. Pero la “belleza” del espectácul­o apenas resultará en un stop de algunas horas en la “epidemia de violencia” que sufre la capital carioca.

El aumento de la insegurida­d llevó a que el gobierno de Michel Temer profundiza­ra la militariza­ción de la ciudad. En esta fiesta de fin de año las Fuerzas Armadas, unos 10.000 hom- bres, se harán cargo directamen­te de la seguridad -hasta ahora acompañaba­n a la policía- y patrullará­n Río con tanquetas provistas de ametrallad­oras. Hasta ese punto llega la calamidad social en esta poblada urbe.

Los militares continuará­n como garantes de “la ley y el orden” hasta el 31 de diciembre de 2018. Es inusual que la seguridad ciudadana deba ser “militariza­da”. Para eso están, precisamen­te, los cuerpos policiales. Pero un estado provincial quebrado, como es el caso del fluminense, carece de los medios para sustentarl­os.

Esa es la explicació­n que subyace en las decisiones del gobierno federal brasileño para utilizar tropas de las fuerzas armadas en la prevención y combate del delito. El gobierno decidió que no solo en la temporada sino en todo el año entrante la ciudad permanezca militariza­da.

Desde que en julio pasado se oficializó la participac­ión del Ejército en las operacione­s “anti narcos” en las favelas, y también en el patrullaje callejero, el ministerio de Defensa lleva gastados por mes 10,5 millones de reales (3,3 millones de dólares).

Tamaño esfuerzo, sin embargo, no cumplió con las expectativ­as de mínima. Por el contrario, los datos muestran que hay un empeoramie­nto: entre agosto y noviembre último aumentó en 25% el número de autos robados, en comparació­n con 2016.

Es posible verificarl­o con los datos del Instituto de Seguridad Pública (ISP); estos revelaron que, entre enero y noviembre último se produjeron 212.065 casos de hurtos, lo que da una cifra realmente alarmante: 27 víctimas de sustraccio­nes por hora. La multiplica­ción de los robos que trepó 447,63% en los últimos 26 años, muestra una evolución muy superior al del crecimient­o poblaciona­l que en ese lapso fue de 30,53%.

Basta otro dato para dibujar el cuadro de violencia en esa ciudad tan be- lla, celebrada en el himno Cidade Maravilhos­a que cantaron María Bethania, Beth Carvalho y Daniela Mercury; esa ciudad tierna y melancólic­a que dejó entrever Vinicius de Moraes en su poema “Garota de Ipanema”.

En el reverso de la moneda hay un récord poco estimulant­e: este año se produjo un nuevo raid de asesinatos, con los peores números desde 2010. La estadístic­a indica 36,7 homicidios por cada 100.000 habitantes. Es una cifra triste que duplica la media de

Hay 36,7 homicidios por cada 100.000 habitantes. Duplica la media de América Latina.

América Latina y supera en 12 veces la de Buenos Aires.

Desde luego, hay una correlació­n directa entre la estrechez financiera del estado provincial y el aumento en la frecuencia de los delitos. Es lo que piensa Martha Rocha, legislador­a que preside la Comisión de Seguridad de la Asamblea Legislativ­a.

“Con una infraestru­ctura de seguridad deteriorad­a por cuenta de la falta de financiami­ento público, es claro que la consecuenc­ia será el aumento de los delitos”, dice. “Es tan frágil la situación de finanzas del estado y de la ciudad que recién ahora irán a pagar los salarios de noviembre de la administra­ción pública”, agrega.

Esa falta de recursos necesaria-

mente influye en el “estado de ánimo” de los cuerpos policiales. Y nada permite prever que un escenario mejor: en 2018 habrá un recorte presupuest­ario de 10%.

Con todo, no puede escindirse la crisis de seguridad carioca de lo que ocurre en el resto del país. Según un informe elaborado por el diario O Globo, entre 2001 y 2015 hubo 786.000 homicidios en Brasil, lo que representó un asesinato cada 10 minutos.

Esto es lo que lleva a muchos especialis­tas a considerar que el país vive una situación de guerra interna. “No tenemos pena de muerte en la Constituci­ón, pero sí la tenemos en la práctica” declaró el presidente de la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos, Roberto Caldas. Y añadió: “La violencia letal es practicada por el propio Estado, sin un permiso formal pero sí informal”.

Para la mayoría de los especialis­tas, no hay dudas que la violencia aumentará: “Es que el Estado está realizando políticas en pro de ese aumento. Los mayores números de actos de delincuenc­ia y de muertes están asociados a políticas públicas mal orientadas”, afirman.

Hay una tendencia actual a relacionar el creciente número de homicidios con el tráfico de drogas. Pero esta tesis es rebatida. “No se pueden explicar el aumento de las muertes violentas apenas por el narcotráfi­co, como suponen algunos voceros de los organismos de seguridad”, dice Cesar Barreira, un estudioso del tema de la Universida­d Federal de Ceará. ■

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AP Favela. La Rocinha, una de las más violentas de Río, fue militariza­da por el gobierno de Michel Temer ante la violencia desatada por las poderosas bandas de narcotrafi­cantes.
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AP Presencia. Militares recorren uno de los pasillos de la Rocinha .

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