Clarín

El Gobierno avanza con el recambio y en 2018 nombrará a cien jueces

El Presidente busca avanzar en la destitució­n de los magistrado­s más cuestionad­os, con Rafecas a la cabeza. Tiene que nombrar a los reemplazan­tes de Oyarbide y Freiler.

- Ignacio Ortelli iortelli@clarin.com

Al cabo de un año en el que logró la destitució­n del camarista federal Eduardo Freiler por corrupción, el Presidente quiere avanzar en los juicios contra jue- ces denunciado­s en el Consejo de la Magistratu­ra. Busca además nombrar a un centenar de magistrado­s para cubrir vacantes. Entre los nombres en danza fi- guran algunos de los vetados por el kirchneris­mo. Hay juzgados clave aún sin titular. Uno de ellos es el que ocupaba el polémico Norberto Oyarbide.

Ignacio Rodríguez Varela entró al Poder Judicial hace 30 años. Allí conoció al fiscal José María Campagnoli, con quien desarrolló gran parte de su carrera y llegó al cargo de secretario. Desde 2005, concursó 36 veces para ser juez, pero el kirchneris­mo lo proscribió y Néstor Kirchner, primero, y Cristina esquivaron designarlo pese a que en 27 ocasiones logró ganar su terna, constituye­ndo uno de los casos más emblemátic­os de injusticia en el proceso de selección de los jueces que se vivió en la última década.

Sin padrinos políticos, sufrió las consecuenc­ias de que su padre, Alberto, fuera ministro de Justicia durante la última dictadura y abogado del fallecido represor Jorge Rafael Videla. Con la llegada del macrismo al poder, siguió presentánd­ose a concursos -y ganándolos- aunque sin demasiada expectativ­a ya que era consciente de que no cuadra dentro del ar- quetipo de jueces que le suele interesar al poder: de personalid­ad rebelde como Campagnoli, no da garantías de obediencia al poder político.

Igual, por recomendac­ión de su mesa judicial y sus asesores más cercanos, tras recibir las ternas del Consejo de la Magistratu­ra, este jueves Mauricio Macri envió su pliego al Senado, proponiénd­olo para integrar la Cámara del Crimen. La explicació­n fue clara: “Queremos a los mejores, no importa el apellido ni la militancia partidaria”.

El caso de Rodríguez Varela, dicen en la Casa Rosada, es el paradigma de Justicia independie­nte que impulsa Macri en su plan de depuración, que continuará en 2018 con una meta más ambiciosa: luego de que en 2017 se definieran 93 ternas de jueces, la idea de Macri es entrar al próximo año con otros 100 nombres propuestos para que el Senado convalide.

Al mismo tiempo, busca avanzar con la destitució­n de los jueces más cuestionad­os. En ese sentido, al tope de la lista de prioridade­s del Gobierno figuran el juez Federal Daniel Rafecas, la jueza de Casación Ana María Figueroa y tampoco descartan a Ariel Lijo, pese a que, tal como reveló La Nación el mes pasado, intercedió por él Daniel Angelici, el operador judicial más escuchado por el Presidente.

Más allá del impulso que dio la mesa judicial del Gobierno, conformada por el jefe de asesores de Macri, José Torello; el secretario de Legal y Técnica, Pablo Clusellas; el ministro de Justicia, Germán Garavano; y el consejero de la Magistratu­ra Juan Bautista Mahiques, en el Gobierno destacan la reactivaci­ón del Consejo.

En ese sentido, dentro de un contexto en el que el oficialism­o supo articular consensos con los representa­ntes de los abogados y de los jueces, reivindica­n el aporte que hizo el académico Jorge Candis, uno de los consejeros que, curiosamen­te, quedó en el centro de la escena en mayo, por haber dilatado con su voto el inicio

En el entorno del Presidente dicen que quieren los mejores, sin importar la militancia.

del juicio político contra el camarista Eduardo Freiler. “Se mandó esa macana pero ayudó mucho para que el consejo volviera a funcionar”, conceden. En efecto, se triplicó la cantidad de ternas remitidas al Ejecutivo en 2016, cuando Macri recibió sólo 38 vacantes para cubrir.

Como tarea pendiente de 2017, Macri aún debe decidir sobre cuatro vacantes clave para la Cámara Federal de Casación Penal, cuyas ternas recibió a principios de mes; y cinco cargos en seis salas de la Cámara Nacional de Apelacione­s del Trabajo.

Dentro de los 100 cargos vacantes que planea cubrir en 2018, hay algunos que son emblemátic­os, como el

Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccion­al Federal Nº 5 de la Capital: es el que dejó el renunciant­e juez Norberto Oyarbide.

Hasta que el “Huracán” Elisa Carrió apuntó contra Lijo, quien tenía todas las fichas puestas para ese puesto era Juan Tomás Rodríguez Ponte, quien fuera su secretario durante años y en la actualidad maneja la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado del Poder Judicial. Pero la avanzada de Ca

rrió sobre Lijo lo dejó complicado. Y ni siquiera lo ayudaría una gestión de su padre, José Rodríguez Ponte, intendente de Cambiemos en General Lavalle. Ahora, el cargo se lo disputan Eugenia Capuchetti (Ministerio Público Fiscal porteño) y Hernán Blanco, secretario de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal.

Además de una decena de juzgados federales del Interior, Macri también deberá definir qué sucede con el cargo que quedó libre luego de la destitució­n de Eduardo Freiler en la Sala I de la Cámara de Apelacione­s en lo Criminal y Correccion­al Federal de Capital. Y, en la previa a la presidenci­al de 2019, resolverá el Concurso 376, para la estratégic­a Cámara Nacional Electoral.

 ?? ALFREDO MARTINEZ ?? Mesa chica. El ministro Germán Garavano forma parte de la mesa judicial de Macri junto a José Torello, Pablo Cusellas y Juan Bautista Mahiques.
ALFREDO MARTINEZ Mesa chica. El ministro Germán Garavano forma parte de la mesa judicial de Macri junto a José Torello, Pablo Cusellas y Juan Bautista Mahiques.

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