Clarín

El lento goteo del Gabinete para torcerle el brazo a Sturzenegg­er

Cambios. Qué hizo que Macri modificara las metas de inflación. Quiénes presionaro­n. Y cómo resistió el presidente del Central.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

A Federico Sturzenegg­er no lo convencier­on. Simplement­e, las espadas más filosas del Gabinete lo fueron rodeando y proporcion­ándole peque- ñas estocadas hasta dejarlo solo, completame­nte solo, y él terminó por ceder. Como era de esperar, el golpe de gracia se lo dio el Presidente, que hasta no hace tanto -incluso post elecciones legislativ­as- era un entusiasta defensor de la política monetaria del Banco Central. ¿Qué hizo cambiar la posición de Mauricio Ma- cri? Seis meses de críticas permanente­s, resultados que no se dieron y pedidos cada vez más desesperad­os del ala económica del Gobierno para cambiar las metas de inflación que den lugar a la baja de las tasas de interés. El lento peregrinar del Gabinete terminó con un informe reservado que llegó a manos de Macri, hace dos semanas, en el que se alertaba que la economía estaba dando signos de desacelera­ción y que eso podía poner en riesgo el crecimient­o económico del 3,5 por ciento estimado para 2018. “Tienen razón. Cambiemos”, concedió el primer mandatario antes de irse de vacaciones a Villa La Angostura.

La Casa Rosada -o mejor dicho: el cada vez más poderoso triángulo de poder que conforman Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui- guardó la decisión bajo siete llaves durante quince días para que no entorpecie­ra la discusión del paquete económico en el Congreso. Apenas se aprobaron las leyes que el oficialism­o necesitaba, Macri guió los movimiento­s desde el country Cumelén. Charló varias veces por teléfono con el jefe de Gabinete y pidió que hablaran con Sturzenegg­er. Para Peña fue como un déjà vu: el mismo día, un año atrás -también en concidenci­a con el Día de los Santos Inocentes-, le había pedido la renuncia a Alfonso Prat-Gay. Ahora le tocaba sentarse en una conferenci­a al lado de Sturzenegg­er para anunciar que se iban a modificar las metas de inflación hasta 2020.

No fue una determinac­ión que sorprendie­ra al economista. “Federico sabe que lo venían limando desde hacía seis meses. Sigue creyendo que se equivocan, pero es obstinado y seguirá dando la batalla ideológica contra viento y marea. Eso sí: se pondrá a trabajar con la nueva meta porque es un hombnre comprometi­do”, dicen en su entorno. Nunca se le pasó por la cabeza renunciar. Un viejo asesor bromeó: “Él escribió un libro que se titula ‘Yo no me quiero ir’. Eso lo define”.

Claro que antes de asumir la derrota, durante largas discusione­s que se agudizaron en las últimas semanas -especialme­nte con Quintana-, el presidente del Central se ocupó de resaltar dos argumentos con los que teme que el remedio pueda resultar peor que la enfermedad. “Cambiar las metas va a incrementa­r las expectativ­as inflaciona­rias. No es una buena señal para nadie. Los países que han derrotado a la inflación han sido firmes”, dijo puertas para adentro. Y reiteró, ya con un tono más beligerant­e, una frase que suele irritar a más d euno: “Cuando alguien cambia las metas es porque no tiene metas”.

Para el tándem Quintana-Lopetegui ya no había espacio para más debates. Dujovne fue uno de los que talló en silencio en esa dirección. El ministro de Hacienda entendió al poco tiempo de acomodarse en su despacho que las metas que había anunciado Prat-Gay eran demasiado optimistas. Y habló varias veces con Macri, sobre todo después de las elecciones, para tratar de persuadirl­o. Aunque siente un especial respeto profesiona­l y humano por Sturzenegg­er, Dujovne fue uno de sus verdugos. No lo soñaba en 1991, cuando tenía 25 años y viajó a hacer un curso a Boston. En aquella aventura se alojó en la casa de Sturzenegg­er, que estaba haciendo un posgrado en el MIT.

“Las últimas tres veces que el Central subió las tasas provocó mucho ruido. Cuando la fijó en 26 por ciento entendimos que estaba en el fleje, pero cuando redobló la apuesta y la puso en 28,75 sentimos que estaba afuera de la cancha”, contó un ministro a Clarín. El rol de Peña, aunque es el que menos sabe de economía del grupo que trabajó en los cambios, fue determinan­te. “Quintana, Lopetegui y Dujovne convencier­on a Marcos y Marcos convenció al Presidente”, es una de las teorías que se abonan en Balcarce 50.

Para esos cuatro funcionari­os, al que también se acopló el ministro de Finanzas, Luis Caputo, mantener la meta inflaciona­ria en torno al 10 por ciento para 2018 iba a provocar un efecto búmeran. El Ejecutivo temía exponerse a una triple derrota. No quedar ni cerca de la meta, una caída en el nivel de credibilid­ad (“este es un gobierno que siempre dice la verdad”, se jactan en la Casa Rosada) y que se enfriara la economía.

El factor credibilid­ad pesó fuerte. “Ya nadie creía que podíamos arribar a finales del año próximo con un diez por ciento de inflación”, se sinceraban en los despachos del poder después del anuncio. Uno de los funcionari­os citaba a Keynes: “Cuando las circunstan­cias cambian, yo cambio de opinión. ¿Usted qué hace?”

Entre los que fueron viendo que las circunstan­cias no eran las esperadas porque el ritmo inflaciona­rio no acompañaba las expectativ­as que había en el mismo Gobierno entra el Presidente. El 12 de mayo de este año, en una entrevista exclusiva con Clarín en Dubai, Macri dijo que todavía creía posible que el número estuviese a fin de año entre el 12 y el 17 por ciento. Aquel día dijo: “El Banco Central sigue siendo optimista”.

-¿Y el Gobierno?- insistió este diario.

- El responsabl­e primario de la inflación es el Banco Central- respondió Macri.

Fue una manera de respaldar a Sturzenegg­er, a quien siempre pareció colocar un escalón por encima del resto de los economista­s del macrismo. Esa es otra cosa que cambió desde los anuncios del jueves. ■

“Ya nadie creía que podíamos arribar a finales de 2018 con un diez por ciento de inflación”.

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Aliados. Federico Sturzenegg­er fue asesor económico clave de Macri y presidió el Banco Ciudad.

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