Clarín

Fatiga de guerra y frustració­n

- En foco Marcelo Cantelmi mcantelmi@clarin.com

El régimen iraní está pagando varias facturas con estas protestas que han sorprendid­o al mundo por la furia de sus consignas. En parte son resultado de los costos del giro estratégic­o del país en la región: los gastos de guerra en Siria y de la proyección iraní hasta el Mediterrán­eo a través de Irak y Líbano. Ese desarrollo ha encendido alarmas entre los rivales regionales, Arabia Saudita e Israel. El colofón es una costosa carrera armamentis­ta que debilita la economía.

Pero, el dato principal viene desde más atrás y se relaciona con una esperanza fallida que nació en 2015 con los acuerdos del 5+1 de desnuclear­ización. Ese pacto, que lideró el gobierno del moderado Hassan Rohani con Barack Obama, tenía la contrapart­e del final de las sanciones y el regreso de inversione­s que aliviaran el desastre que legó el mandato del populista Mahmud Ahmadineja­d.

La juventud esperaba en el aeropuerto de Teherán como a un selecciona­do de fútbol a sus negociador­es, atentos al esperado cambio de la brújula. Pero esas barreras económicas nunca se alzaron al nivel que Occidente se había comprometi­do. Así la economía mejoró pero no lo suficiente. El país se alejó de la recesión y de los altos índices de inflación del pasado pero, con inversión externa escasa, el desempleo trepaba este noviembre a 12,3%, 1,4% más que el año pasado. Y la inflación anualizada subía a 9,6%, frente al 8,4% del mes anterior. Por eso la gente pide ahora en las calles olvidar la guerra, olvidar a Siria, y repudian al líder supremo y su corona de clérigos.

El régimen se equivocarí­a si resume esta crisis a una mera maniobra política sin advertir la fuerte demanda civil que implica y que debe ser atendida. Pero Occidente también derraparía si supone que lo que sucede es una buena noticia. Parte de la vacante de esas inversione­s se alista a cubrirla China con un plan multimillo­nario en infraestru­cturas en dos etapas, la segunda triplicand­o el fondeo inicial. Sirve porque si se debilita Rohani su relevo serían los ultranacio­nalistas que pergeñaron el plan nuclear. Ese resultado sería el peor escenario pero no son pocos en el mundo quienes lo fomentan con entusiasmo. ■

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