Mar del Plata pasó del calor agobiante a la tormenta
Es el día más caluroso del año en Buenos Aires y sus alrededores. El día más caluroso del año más caluroso de la historia argentina. Y el cuerpo de los porteños, platenses y bonaerenses que sonríen aliviados mientras el agua marplatense les sube hasta la panza, lo sabe.
Esas sonrisas de gente a la que el océano le bajaba la temperatura fueron el paisaje en la orilla de esta ciudad ayer durante la mañana y el mediodía, antes de que las nubes y el viento -hubo ráfagas de hasta 70 kilómetros por hora- suspendieran el plan playero de muchos.
“Vinimos a sacarnos el calor”, contaba Juliana en Playa Grande, mientras su marido llevaba a Felipe, el hijo más chiquito de los dos, a refrescarse con las olas más bajas. Habían viajado desde La Plata el viernes para recibir el Año Nuevo en la casa de un tío: “Lo hacemos hace varios años, pero esta vez nos sirvió para evitarnos temperaturas insoportables”, explicó ella. El suyo fue uno de los más de 80.000 autos que ya entraron a esta ciudad desde el 21 de diciembre, cuando empezó el verano. Ayer circulaban unos 2.400 vehículos por hora con rumbo a La Feliz, según la Superintendencia de Seguridad Vial.
Hernán, Yadia, Pablo, Benjamín, Agustina y Guillermo viajaron desde Castelar, Adrogué, Olivos, Buenos Aires y Concordia para esperar el 2018 en casa de Gonzalo y Gime- na, los amigos del grupo instalados en Mar del Plata. “Venimos sólo por estos días: algunos nos vamos el 1° a la noche y otros se pueden quedar unos días. Sirve para bajar el ritmo y también para zafar del calor que estuvo haciendo”, definió Agustina. “En Mar del Plata hay dos días al año que son de un calor insoportable: fueron esta semana. Pero venís a la playa y en el agua se te pasa”, explicó el anfitrión del grupo.
De eso mismo se quejaba el viernes a la noche José, de 71 años, con la reposera instalada sobre el boulevard marítimo, una pizza grande de muzzarella sobre las rodillas, y un bolero que salía a los gritos del parlante del celular. “Nos trajeron aire caliente por la ruta 2. Hoy hubo 36 grados. Decí que uno se mete al mar y santo remedio”, dijo.
La temperatura no sólo define el ánimo de los que van a descansar la playa, sino también de quienes la explotan comercialmente. Juan Cruz Oriva vende choclos a 50 pesos: vienen, dice, con manteca, sal y mayonesa -y con arena, si hay viento-. “Cuando hace demasiado calor, es más difícil porque la gente está en el agua y quiere helados, licuados, una cerveza”, explicó. La suerte de Sergio Goransky, dueño de dos balnearios de Playa Grande, se juega en los pronósticos meteorlógicos que dan las aplicaciones de los celulares. Por eso, aunque este fin de semana ocupó el 80 por ciento de sus 300 carpas y 100 sombrillas, “en enero no se sabe cómo va la cosa porque ya no hay reservas por adelantado, la gente mira en el teléfono cómo va a estar el clima y decide día a día si va o no a la playa, e incluso si viene o no a Mar del Plata”. ■