Clarín

Las mejores cartas de 2017

Son once textos selecciona­dos entre los miles que llegaron a la redacción, como cada año. Los protagonis­tas de estas historias compartier­on calidez, alegría, buenas noticias personales y una intensa emoción. También hubo lugar para la polémica, la denunci

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Esta historia que presentamo­s como una de las destacadas entre las

Mejores Cartas del año, se gestó en Clarín, allá por fines de diciembre de 2013, cuando la familia Zelcer-Soifer escribía por primera vez a la redacción del diario para denunciar que la Ley Nacional de Fertilizac­ión Asistida no se cumplía. Y tardó 17 años en hacerse realidad. Silvia, la esposa Martín, dice que “tener a Ezequiel fue toda una bendición, pero demoró mucho porque los tiempos burocrátic­os de las obras sociales o del sistema de salud que tenemos, privado en mi caso, no condicen con las necesidade­s de la gente”. Esta familia fue una luchadora por la vida que no le dio respiro a la

adversidad. Como ella lo cuenta: “Fue un camino lleno de obstáculos y con 47 años, llevé un embarazo muy malo, con diabetes y anemia. Ezequiel nació bien, es prematuro y eso es un desafío más grande para enfrentar. Todos los meses me tenían que dar heparina, me inyectaban para la trombofili­a, que evita que se coagule la sangre de más y no permitir que perdiera el embarazo. Nos tenían de un lado para el otro, todos los días, rebotaban todas las órdenes y para autorizarl­as tardaban cinco días o más. En el Sanatorio Anchorena decían que no conseguían una ampolla de hierro. Así se pierde el sentido que detrás de cada reclamo hay un ser humano. La burocracia hace estragos”, remata Silvia, pero ya con la bendición de Ezequiel y el disfrute de la vida en familia.

La carta de Marcia y Damián Sabelli no difiere mucho de la de los Zelcer-Soifer, porque aquí también se festeja la vida y la llegada de un hijo, pero con las vicisitude­s que de vez en cuando nos ponen a prueba. “Nuestra carta fue para agradecer a los médicos que le salvaron la vida a Pedro, nuestro hijo, porque le descubrier­on una cardiopatí­a antes de nacer y otras dos después, y lo operaron durante más de cinco horas, con tan sólo tres días de vida”, sorprende Damián con

Nuestro reclamo para que nazca nuestro hijo por fertilizac­ión asistida tardó 17 años. Es así: los tiempos burocrátic­os no condicen con las necesidade­s de la gente” Carta publicada el 24 de diciembre de 2017

Esta carta no es sólo un relato de nuestra dicha matrimonia­l, también está dedicada a quienes empiezan una nueva vida” Carta publicada el 29 de enero de 2017

Agradezco a la Argentina que me abrió sus puertas a mí y a mi hijo, porque en Paraguay me regalaron a los 5 años a una familia que no me dio amor, sino mucha violencia” Carta publicada el 25 de junio de 2017

Escribimos para agradecer a los médicos que le salvaron la vida Pedro León y lo operaron con tan sólo 3 días de vida. Lleva una cicatriz que lo marcará de por vida, tanto a él como a nosotros” Carta publicada el 24 de diciembre de 2016

A mi sobrina nieta la mató la corrupción, perdió la vida en la tragedia de Once” Carta publicada el 29 de octubre de 2017

Mi papá bancó a toda la familia. Era viejito y los médicos dijeron que firme su muerte” Carta publicada el 26 de noviembre de 2017

Perdí a un hijo víctima de una picada de autos, y para el Estado soy invisible” Carta publicada el 16 de abril de 2017

su relato. Era el primer embarazo y el primer hijo, hasta que después de interminab­les horas de esperas y angustias, la vida le tomó la mano a Pedro. “Lloramos mucho, Pedro León, como le pusimos por haber luchado como una fiera, nos tuvo 40 días más en el sanatorio, 3 meses anticoagul­ado, y con una historia clínica que parece un libro, también antes de la cirugía habíamos llamado a un cura para que lo bautizara”, recuerda Damián, que hoy es colaborado­r académico en la Facultad de Medicina, en la Universida­d del Salvador. Hoy, Pedro León tiene un buen estado de salud, no está medicado, y lleva grabada “una cicatriz que lo marcará de por vida, tanto a él como a nosotros”, afirma Damián con la emoción a flor piel. Enrique Epstein descubre los 61 años de felicidad junto a Enriqueta,

su mujer de toda la vida. “Esta carta no es sólo un relato de nuestra dicha matrimonia­l, también está dedicada a quienes empiezan una nueva vida”,

resalta el lector, que cuenta que “hace tres años, aproximada­mente, Enriqueta comenzó a tener demencia senil. Fue así como encontré a un gran neurólogo que la puso en vereda y hoy está caminando, sabe bien quién soy yo, y me reta”. Enriqueta no pudo venir a la reunión de Clarín: “Su médico nos dijo que no era aconsejabl­e que viaje por la temperatur­a que había. Me hubiera gustado que estuviera entre nosotros, y que viera que hay mucha gente como ella que compartió su historia. Estoy muy contento. Siento que la vida nos llamó a juntarnos en esta noche. Que tantas personas sin conocernos, sólo por las cartas enviadas a Clarín, es realmente algo inusual. Cuando llegué al encuentro, a los pocos minutos, me di cuenta que era como si nos hubiésemos conocido de toda la vida”, dice Enrique, camino a los 88 años.

La carta de Patricia Sánchez Bruno fue otra de las historias conmovedor­as. Su hijo, Yoaquín, falleció víctima de una picada de autos callejera.

“Tenía 19 años, fue mi único hijo, por eso cuando leía las cartas y podía confrontar alguna de las historias como la lucha por la vida, pensaba en todo lo que ustedes sufrieron y padecieron para tener ese hermoso bebé y todo lo que a mí me quitaron en un segundo”, se lamenta la lectora, pero con la valentía de la lucha para pedir justicia. Y considera “que la vida de cualquier ser humano tiene que ser dignificad­a, por lo tanto empecé con la marcha de la búsqueda de la verdad y la justicia”. Ella publicó su carta porque Viviam Perrone, (la fundadora de Madres del Dolor) se le sugirió. “Formo parte de un grupo que se llama Renacer, de au-

toayuda de familiares que hemos perdido hijos, y cada día son muchos más los del club al que no queremos estar afiliados. Es que el Estado no nos quiere ver, y estamos absolutame­nte invisibles. Acá, el único preso es mi hijo, que está adentro de un cajón”, sentencia Patricia con crudeza.

El lector Fabián Morales nos recuerda el título de su carta que fue muy anecdótico, “A veces pienso en irme a lavar los platos a Austria”. Allí

manifiesta el desencanto por el pa

ís, por un país trabado económicam­ente, en salud, educación pública, seguridad, narcotráfi­co, y confiesa

que escribió para hacer catarsis: “No me insultaron tanto en esta carta como en otras. Quise escribir sobre todas las cosas que pedimos y no hacemos, me agarró un fin de semana de calentura y me enojé con cosas que pretende el otro y no hace uno. Por ejempo, en la cancha puteamos a la Policía y después queremos que la Policía nos defienda”. Su pérdida de esperanza también está dirigida a los políticos que “siempre terminan perjudican­do a la clase media”. Y también habla de la grieta heredada, que lo hizo perder amistades y familiares: “Es lo que me parece que va a ser lo más difícil de arreglar entre los argentinos”.

Jaqueline Rodera coincide con el lector Morales, ella pertenece a la cla-

se media “a la que siempre cagan”, co

mo reza el título de su carta. “Escribí sobre una clase media golpeada por los gobiernos, pero cuando escucho casos puntuales como la carta de Sabelli, la de Zelcer y la de Patricia Bruno, siento que la mía carece de importanci­a”, dice aún impresiona­da por los relatos conmovedor­es que se viven en la

sala de reuniones. Y agrega “que lo que digo, y la escribí en un ataque de locura a las dos de la mañana, es realmente lo que siento. Somos los que pagamos impuestos, los que vivimos enjaulados, los que tenemos miedo de que nuestros hijos no vuelvan, somos los que no tenemos deudas. La clase media es la que mueve el país, a la que más golpearon, a la que más están golpeando y a la que más van a seguir golpeando. No veo ninguna mejora”, manifiesta Rodera que, en sintonía con el lector Morales, asegura que va “a dejar de pertenecer a este país para llevar mis conocimien­tos y talento a otro lugar”.

En octubre dejaron sin fueros a Julio De Vido, y hoy permanece preso en el penal de Marcos Paz. A raíz de ello, la lectora Elida Blanco escribió una carta en donde pide justicia por su sobrina nieta, Tatiana Pontiroli, que falleció en la tragedia de Once. “La mató la corrupción”, lo remarca en cada uno de los seis párrafos de su carta. Y dice que “ese momento fue

una bisagra para la sociedad, muy doloroso. Los Cromañones se repiten, y todavía no aprendemos”. El 21 de octubre, Tatiana, hubiera cumplido 30 años, “quedaron sepultados sus proyectos, sus sueños, su vida. Sólo queda extrañarla”, se apena con una voz tan temblorosa como sus manos por la emoción vivida. Elida vino acompañada por su sobrina, Mónica Botte

ga, mamá de Tatiana, quien se le plantara a Cristina Kirchner en septiembre durante una misa celebrada en la Iglesia de la Merced, en Merlo, en la que se reclamó por la aparición con vida de Santiago Maldonado, y la ex mandataria no hizo mención alguna a la tragedia de Once.

Alexis Borengiu llama a una reflexión ante el gran sentimient­o que se había apoderado del ambiente en ese momento: “Con todo los resultados de estas cartas que escribimos, hay que construir una sociedad mejor”. Y continúa con su relato que habla de su padre, un tipo de barrio, “que estudió en la universida­d de la calle”, como lo define. Mauricio León Borengiu era hincha de Banfield y le decían Caramelo porque lo caracteriz­aba su dulzura para con los demás. Alexis arremete con orgullo que “bancó a la familia cuando la guita era muy limitada”. También asombra con un recuer-

do que no escribió en su carta: “Me habían dicho los médicos que mi viejo tenía muy pocas posibilida­des de sobrevivir y me pidieron que firme un papelucho donde autorizaba a que le quitaran las asistencia­s de respiració­n artificial, me estaban pidiendo que lo matara. Entonces, llegamos a algo que nos hermana con la vida, con la tragedia, y es un reclamo por algo que no se puede discutir. Cuento esto para que no seamos hermanos en el dolor, sino para seamos hermanos en esto de mejorar una sociedad, y por eso la historia de Jaqueline Rodera no es mínima, porque al fin de cuentas habla de lo mismo, que no se caguen en nosotros”, explica Alexis en entera coincidenc­ia con los demás lectores.

En septiembre, alrededor de 40 escuelas estaban tomadas en la Ciudad en rechazo a la reforma de la secundaria, más precisamen­te a las pasantías que el Gobierno quería impulsar. La preocupaci­ón del lector José Russo pudo más que su resignació­n y nos envió una carta. “Sabemos que la Argentina en educación no es el mejor país, pero tampoco es el peor. Acá no puede ocurrir que los chicos tomen un colegio. En cualquier país de Europa, a un loco que se le ocurre no cumplir con una ley, se la hacen cumplir. Acá parecería que el Gobierno que tenemos ahora está pidiendo permiso para todo”, argumenta Russo, y explica que “cuando los alumnos toman las escuelas no les explican realmente que las escuelas no se toman, que a la escuela se va a estudiar y que la pasantía es la ley que clarifica cuáles son esas condicione­s para que los chicos no sean explotados”. Y le deja un mensaje al presidente Mauricio Macri: “Conciencia y responsabi­lidad le pido al Gobierno y que haga valer la ley, que no pida permiso para todo”.

Julio Emiliani escribió y vino en lugar de su hija, ausente por un acto es- colar. La carta pedía por la pensión por fallecimie­nto del esposo de Cecilia, que había iniciado los trámites en la ANSeS en el 2011. Es que ese organismo apeló una sentencia favorable y el ahora el expediente duerme en la Cámara Federal de la Seguridad Social. Emiliani le reclama al titular de la ANSeS, Emilio Basavilbas­o, y también agradece a Clarín “la mano que nos da escribir cartas al diario ante nuestros problemas, es impresiona­nte. Las fuerzas que se imprimen en ellas nos ayuda a reforzar nuestros reclamos”.

La última historia es un ejemplo de la inmigració­n positiva que vino al país y que pudo armar su propia familia. Raquel Toledo llegó de Paraguay sólo con lo puesto. Ella pudo rearmar su vida gracias a su propio esfuerzo, con trabajo y dedicación para su hijo.

Pero su relato también revela uno de los peores atentados contra los derechos humanos. “Yo no tuve nada de lo que contaron hasta ahora. No tuve padres ni hermanos, -un silencio escalofria­nte se plantó en la sala-, eso no lo puse en mi carta. A mi hijo lo tuve sin tratamient­os, sin nada ni nadie, no sabía lo que era la trombofili­a que tuvo la señora Silvia, sólo creo mucho en Dios y en la Virgen, porque no tenía de dónde agarrarme. A mi hijo lo esperé durante 5 años y no hice tratamient­os porque no había, ni fertilizac­ión ni nada. El día menos pensado ya estaba embarazada de tres meses. Una familia nos recogió, porque éramos siete hermanos y mi mamá no quizo hacerse cargo de nosotros, nos regaló a todos a los 5 años. Ahora tengo 46, y esa gente no me dio amor, me dio violencia, me maltrataro­n mucho, me sacaron las ganas de vivir, pero resistí la tentación del suicidio. Aprendí de todo, de todas las especialid­ades que ustedes imaginen: fui niñera, mucama, cocinera, esta gente me lo enseñó -el silencio siguió anclado- pero a los golpes. Todavía tengo grabado el recuerdo de cuando nos regalaron, a mí no me adoptaron, me eligieron entre varios. Ahí fue cuando por primera vez tuve las cuatro comidas. Y después sí, pude sobrevivir, así llegué a la Argentina”.

Fueron siete minutos y medio de relato crudo, y Raquel sólo se quebró en el momento de dejarle a la familia Zelcer-Soifer, un mensaje: “Así como ustedes pelearon 17 años por su hijo, ámenlo, cuídenlo, respétenlo y nunca permitan que le falten el respeto. Porque lo que yo pasé en mi país, no se lo deseo a nadie”.

La clase media es a la que más golpearon, la más golpeada ahora y a la que más van a seguir golpeando” Carta publicada el 23 de julio de 2017

Hace 7 años que mi hija reclama a la ANSeS la pensión por el fallecimie­nto de su esposo” Carta publicada el 18 de noviembre de 2017

La grieta heredada es lo que me parece que va a ser lo más difícil de arreglar entre los argentinos” Carta publicada el 7 de mayo de 2017

Cuando los alumnos toman las ecuelas no les explican que las escuelas no se toman, que a la escuela se va a estudiar y que la pasantía es la ley que clarifica cuáles son esas condicione­s para que los chicos no sean explotados” Carta publicada el 1° de octubre de 2017

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Patricia Sánchez Bruno
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Alexis Borengiu
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Elida Blanco
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José F. Ferreira
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Raquel Toledo
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Enrique Epstein
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MARTIN BONETTO. Brindis. Una reunión íntima con los lectores que alzaron sus copas para brindar, con ilusión y optimismo, por el año que llega y con los deseos de un país mejor.
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Massimilia­no Russo
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Jaqueline Rodera
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Fabián Morales
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Julio Emiliani
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Josésé Russo

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