Clarín

Llamado del Papa por los refugiados y contra “la banalidad del consumo”

- ANSA

El papa Francisco llamó a abrir el 2018 bajo el signo de la bienvenida y la atención al otro, a partir de los inmigrante­s y refugiados que “invocan para su futuro un horizonte de paz”, y exhortó a desprender­se de las “banalidade­s corrosivas del consumo”.

En su tradiciona­l mensaje, el pontífice solicitó ponerse al servicio de toda vida humana. “Cada vida, desde aquella en el vientre de la madre a la anciana, sufriente y enferma, a aquella incómoda o hasta repugnante, es acogida, amada y ayudada”, sostuvo.

El Papa abrió 2018 con la Misa dedicada a la solemnidad de la Madre de Dios en el aniversari­o de la 51ª Jornada Mundial de la Paz. Luego presidió el Angelus en la Plaza San Pedro con la presencia de 40.000 fieles.

También el domingo el Papa tuvo una doble cita pública: el Angelus y el Te Deum, la tradiciona­l plegaria de agradecimi­ento por el año apenas transcurri­do. Ayer invitó además a tener todos los días “un momento de silencio con Dios”.

“Es custodiar nuestra alma, es custodiar nuestra libertad de las banalidade­s corrosivas del consumo y del mareo de la publicidad, desde la di- fusión de palabras vacías y de las olas abrumadora­s de las charlatane­rías y del clamor”, puntualizó.

Luego, recordó que “nosotros, cristianos en camino, al comienzo del año sentimos la necesidad de recomenzar desde el centro, de dejar en la espalda las cargas del pasado y recomenzar desde lo que cuenta”.

“Para recomenzar, miramos a la Madre. En su corazón late el corazón de la Iglesia. Para ir hacia adelante, nos dice la fiesta de hoy, es necesario volver atrás: recomenzar desde el pesebre, desde la Madre que tiene del brazo a Dios”, indicó. “La devoción a María no es etiqueta espiritual, es un requisito de la vida cristiana. Al mirar a la Madre, se nos anima a dejar muchas cargas innecesari­as y a en- contrar lo que importa”, sostuvo.

Como María, “firma de autor de Dios sobre la humanidad”, “el don de toda madre y de toda mujer es preciosa para la Iglesia, que es madre y mujer. Y mientras el hombre a menudo abstrae, afirma e impone ideas, la mujer, la madre, sabe custodiar, vincularse con el corazón, vivir”, dijo Francisco. Y agregó: “para que la fe no se reduzca sólo a idea y doctrina, tenemos necesidad, todos, de un corazón de madre, que sepa custodiar la ternura de Dios y escuchar los latidos del hombre”.

Así, el Papa invitó a hallar el silencio y también a detenerse en silencio frente al pesebre. “Mirando en silencio, dejamos que Jesús hable a nuestro corazón”. ■

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