Pese a la prohibición, Pinamar recibió el año con fuegos artificiales
No hubo que esperar mucho para que los primeros fuegos artificiales iluminaran el cielo pinamarense y dejaran la ordenanza que los prohibía, obsoleta. A sólo un minuto de empezado el 2018 se escuchó el estruendo y sobre las cabezas de los turistas que se acercaron a la playa, se vieron las primeras explosiones de colores que se abrían como palmeras.
Si bien fue menos cantidad que años anteriores, Pinamar todavía no pudo vivir su primer día del año en silencio. En la previa lo reconocían todas las autoridades. “Será difícil controlar que no se arrojen fuegos artificiales porque muchos salen desde casas particulares”, decían. Aunque claro, muchos otros salieron desde la costa.
Desde el centro neurálgico natural de esta ciudad, que es Bunge y y Avenida del Mar, los destellos en el aire no fueron tantos. Pero sí en los balnearios más cercanos. Esa tradición que desde el municipio intentan erradicar desde este año con multas para los infractores que van desde los $ 1.000 hasta los $ 70.000 todavía se mantiene firme, como si poco o nada hubiera cambiado.
Ya bien pasadas la medianoche, cada vez más personas empezaron a caminar por la costa pinamarense. Cerca de las 2 la fila de autos que iban por Avenida del Mar era impresionante. Como pocas veces se vio antes. Una muestra de que esta localidad recibió el año casi completa. Los jóvenes iban y venían y los que podían dejaban estacionados los autos al costado, pa- rar abrir las puertas y poner música a todo volumen. Cada vehículo tenía su propia fiesta.
En la playa muchos chicos optaron por armar fogatas y bailar alrededor de las llamas. Parlantitos conectados al bluetooth eran el motor de la noche que --acompañados por cerveza, fernet y Campari-- formaron un combo que duró hasta bien entrada la noche, cuando los fuegos artificiales ya se habían apagado. ■