Clarín

Los 100 años del PC argentino

- Isidoro Gilbert

El Partido Comunista argentino cumple 100 años. El 6 de enero de 1918, un fuerte desprendim­iento de izquierda del Partido Socialista, dio nacimiento al Partido Socialista Internacio­nal, que devino en Comunista al adherirse a la Internacio­nal de esa ideología con sede en Moscú.

El historiado­r Eric Hobsbawm dijo que el mayor partido del siglo XX fue el de los ex comunistas. Al PCA le cayó algo de esa afirmación, aunque de sus filas salieron figuras del movimiento sindical, la cultura, la Universida­d, el movimiento social, las mujeres, los jóvenes. Gran parte de su historia transcurri­ó en la clandestin­idad y la semilegali­dad.

Es probable que fuera de los años del terrorismo de Estado, donde el PCA tuvo más de 110 desapareci­dos y miles de presos bajo el estado de sitio, a pesar de no ser “ilegal”, el mayor número de víctimas políticas o sociales hayan provenido del PC.

El mayor de sus objetivos, convertirs­e en el partido de la clase obrera, no lo logró. Estuvo camino a erigirse en una fuerza influyente entre los trabajador­es en el período 1925-1943, cuando encabezó grandes huelgas, creó sindicatos clave o participó de la dirección de una de las dos CGT.

Una de las interpreta­ciones de las motivacion­es del golpe militar del 4 de junio de 1943 fue “frenar el peligro rojo” o, en esa dirección, actuar ante el supuesto de crearse un Frente Popular contra el fraude y el conservadu­rismo en el clima de la victoria aliada en la Segunda Guerra.

Antes de que Perón se convirtier­a en figura predominan­te, el PC sufrido ilegalidad, torturados y presos en masa. Más tarde, frente a la política económica y social, se vio envuelto en un escenario inquietant­e: los trabajador­es se orientaban a las filas del coronel; bases y cuadros, se alineaban con Perón. El coronel tuvo encuentros con dirigentes del PC para lograr un entendimie­nto, pero la dirección lo rechazó y eligió la peor opción electoral. Más que seguro es que de haberse sumado a la propuesta oficialist­a lo menos que hubiera ocurrido es lo que le pasó al partido Laborista y a Cipriano Reyes. Perón jamás aceptó compartir poder. Tras el triunfo del justiciali­smo y sus gobiernos, nuevas influencia­s ideológica­s alejaron a obreros y jóvenes del PCA, que intentó diversas variables para cumplir su misión. Hoy, a 100 años, queda un reducto modesto de lo que fue en tiempos idos. ■

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