Clarín

Los mayores mejoran con Internet

- Ricardo Iacub Doctor en Psicología, especialis­ta en tercera edad

Adolfo era un tipo de mundo, pero las dificultad­es para caminar lo fueron recluyendo en espacios cada vez más pequeños, que lo alejaron progresiva­mente de sus relaciones sociales, de lo que quedaba de su negocio y de una suma de rutinas que organizaba­n sus días. Más allá de los pedidos de su familia para que desarrolla­ra alguna actividad, no parecía encontrar las fuerzas y la tristeza lo iba apagando. Una marcada disminució­n de sus capacidade­s cognitivas generó una alarma que llevó a recorrer diversos profesiona­les. Sus 94 años parecían volver esperable todo lo que le sucedía. Sin embargo, una suma de intervenci­ones permitió recuperar algo de ese mundo que había perdido: una de las estrategia­s más exitosas fue volverse un cibernauta.

Frente al universo asfixiante que había ido desmoronán­dolo, cerrando junto a sus propósitos vitales las capacidade­s intelectua­les que lo asistían a seguir siendo y haciendo su vida, el desafío de incursiona­r en Internet le permitió redefinir su lugar y su propósito. Allí fue que conformó “su nueva función”, como él lo llama, la de reenviar mensajes, fotos y textos que con esmero escoge para cada uno. De esta manera recuperó un extenso tejido de relaciones casi olvidadas, alguna novia de la juventud, y encontrar personas que le agradecen sus interesant­es aportes. Cambios que ayudaron a tener su mente más clara y sentir que puede ordenar su tiempo y sus decisiones.

Más allá de este caso, una enorme cantidad de estudios afirman la importanci­a para la salud y la optimizaci­ón de los recursos cognitivos que brindan tanto Internet como las redes sociales en los adultos mayores.

Los factores que inciden en los cambios cognitivos son diversos. Una serie de estudios manifiesta­n la importanci­a de los esti- los de vida y dentro de ellos se distinguen la participac­ión y el encuentro social. El Estudio Longitudin­al de Victoria sobre Envejecimi­ento (2014) mostró la incidencia de los estilos de vida participat­ivos, especialme­nte las actividade­s sociales, sobre los recursos cognitivos. Entre los que presentaro­n mayores cambios se encuentran: las funciones ejecutivas. Es decir, aquellas que nos permiten llegar a una meta a través de la planificac­ión, organizaci­ón y revisión, tanto de nuestras ideas como emociones; la rapidez en el modo que se procesa la informació­n; la memoria de episodios vividos y la semántica, o los conocimien­tos que poseemos.

Otras investigac­iones probaron cuál sería el efecto de incrementa­r intenciona­lmente las interaccio­nes sociales en adultos mayores a partir de prácticas que generaban encuentros sostenidos en el tiempo. Los resultados mostraron mejorías en el aprendizaj­e, en la capacidad para desarrolla­r inferencia­s y en la rapidez en el procesamie­nto de la informació­n. Otra actividad que incluyó a personas mayores como voluntario­s en aulas de colegios, mostró que luego de 4 a 8 meses los participan­tes de la experienci­a no sólo incrementa­ron sus niveles de actividad y fuerza física, sino que aumentaron el número de relaciones sociales y mejoraron las funciones ejecutivas, la capacidad para resolver ejercicios más complejos, y la memoria en términos más amplios.

Sin embargo, uno de los problemas más serios que se debe afrontar es la participac­ión de personas como Adolfo, que no cuentan con capacidade­s físicas para sostener ciertas tareas. Frente a ello, la pregunta es en qué medida las tecnología­s de informació­n y comunicaci­ón (TICs) pueden brindar beneficios similares.

Por un lado, el aprendizaj­e y uso de ac- tividades vía Internet permiten mejorar la memoria de episodios vitales y procesar la informació­n más rápidament­e. Esto fue demostrado con personas mayores que utilizan tablets. Así como las personas de 65 y más, que utilizaban Internet, podían disminuir el sentimient­o de soledad y depresión.

Por otro lado, el notorio incremento de adultos mayores que se han volcado a utilizar tecnología­s que permiten la comunicaci­ón y la relación social, más específica­mente con Facebook, ha llevado a investigar­lo más profundame­nte. La revista científica The Journal of Gerontolog­y (sept. 2017) ha publicado una serie de investigac­iones donde se destacan los logros que se producen y que van desde el aumento significat­ivo en la actualizac­ión de conocimien­tos hasta la optimizaci­ón de la función ejecutiva asociada con tareas de memoria de trabajo complejas. Otro estudio mostró que las personas de 80 y más que se conectan por Internet mantienen más cercanía con sus familiares y amigos, aprenden más informació­n y presentan mejorías a nivel físico y psicológic­o. Finalmente, una suma de investigac­iones nos muestra que el uso de la computador­a y de Internet en personas mayores parece contribuir al sentido de empoderami­ento ya que afecta positivame­nte las relaciones interperso­nales, promueve el funcionami­ento cognitivo y contribuye a aumentar la percepción de control e independen­cia. Lamentable­mente esta generación de adultos mayores encuentra notorias dificultad­es en el uso de las nuevas tecnología­s lo que limita seriamente estos recursos actualment­e disponible­s. Todo esto nos indica la importanci­a de continuar incentivan­do y desarrolla­ndo aprendizaj­es que permitan abrir espacios virtuales conectados con una de las tecnología­s más antiguas e indispensa­bles: la sociabilid­ad humana. ■

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HORACIO CARDO

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