Clarín

El toque de distinción de dos caballeros británicos del swing

El baterista de los Rolling Stones y el crooner británico dialogan con el jazz con solvencia y buen gusto.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

Como siempre, el cambio de año deja acumulados unos cuantos pendientes que no tuvieron el espacio que merecían, entre los lanzamient­os más destacados. Nada mal, entonces, aprovechar la sequía del período “vacacional” de la mayoría de las compañías para revolver el canasto de los ilustres olvidados, y reivindica­rlos aunque sea tardíament­e.

Y en plan de reconocimi­entos post año nuevo, Charlie Watts meets The Danish Radio Big Band está sin duda entre los que más lo merecen. Grabado en 2010 a partir de una idea de su habitual compañero de ruta, el trompetist­a y “flugelhorn­ista” Gerard Presencer, responsabl­e también de los arreglos de todas las versiones, excepto la de Molasses, que cierra el disco.

Con su contrabaji­sta de cabecera, Dave Green, en el equipo, el baterista de The Rolling Stones sumó talento, estilo y groove a la Danish Radio Big Band (conducida por el propio Presencer), para abordar un repertorio que transita la obra Elvin Suite - compuesta por Watts en sociedad con otro baterista, Jim Keltner, con alusiones al estilo del gran Elvin Jones-, dos piezas de vieja data como I Should Care y la mencionada Molasses, impregnada de un irresistib­le swing, y tres clásicos Stones: (Satis) Faction, You Can´t Alaways Get What You Want y Paint It Black.

En el primero, el tema original aparece como un esbozo, para derivar luego en un desarrollo con aires de bossa, en el que el saxo tenor de Lars Moller y la trompeta de Presencer trazan su propio y siempre atractivo recorrido.

Algo parecido hacen el tenor Uffe Markussen en la parte 2 de la Suite, y el virtuoso soprano Pernille Bevort en You Can’t Always..., que mantiene su espíritu original del mismo modo que lo hace Pain’t It Black, varios cambios abajo de su versión stone, en el que se luce la guitarra de Per Gade.

En ese clima, Watts sostiene la estructura desde su precisión y su aparente simpleza llena de matices y recursos, y agrega un título más a su discografí­a jazzera, que inclye maravillas como Warm and Tender y Long Ago & Far Away.

De lanzamient­o mucho más cercano en el tiempo, y apenas un par de meses después de haber presentado en sociedad su blusero Roll With the Punches, Van Morrison se entregó del lleno al oficio de ponerle su voz a standards del jazz, con notable resultado.

Si bien no es la primera vez que el cantautor británico dialoga con el género en sus discos - Close Enough for Jazz, Whinin Boy Moan y la preciosa Days Like This son algunos ejemplos

previos-, esta vez el hombre se metió de lleno en la música que lo inspiró a cantar, y sacó lo mejor de obras de grandes como I Get a Kick Out of You (Cole Porter), Bye Bye Blackbird (Ray Henderson) y A Foggy Day y They Can’t Take That Away From Me (George e Ira Gershwin).

Mucho más fluido que en el blues, el estilo de Van Morrison destila swing a lo largo del álbum, que incluye varias composicio­nes propias que encajan sin problemas en el armado global.

Especial mención para la versión de I Left My Heart in San Francisco (George Cory/Douglas Cross) y para la interpreta­ción de su Take It Easy Baby; ideales para acompañar con un trago fresco unas horas después de que el sol haya dejado de quemar. ■

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De raíz. Charlie Watts, del rock al jazz sin conflictos.
 ??  ?? Van Morrison. Se lleva bárbaro con los standards.
Van Morrison. Se lleva bárbaro con los standards.

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