Gallardo llega más al jugador que Ramón
Son dos estilos contrapuestos: uno (Ramón Díaz) es el del argentino ventajero, el que sabe utilizar la picardía, el que se acomoda a cualquier escenario, con la habilidad de salir bien parado casi siempre; otro (Marcelo Gallardo) es el que cultiva el respeto por el otro, el que nunca subestima, el que muere con sus convicciones, el que contagia serenidad y, al mismo tiempo, respira confianza.
Los dos significan River, pero el Muñeco es más en la historia del club, no sólo en los resultados. El amor que siente por la camiseta nunca le hubiera permitido festejar un triunfo como sí lo hizo el Pelado en el banco de suplentes de San Lorenzo, en aquella dolorosa eliminación en los octavos de final de la Copa Libertadores de América 2008 (2-2 con el doblete de Gonzalo Bergessio y dos jugadores menos).
Si bien Ramón Díaz estaba enfrentado con el entonces presidente, José María Aguilar, Gallardo se habría comportado de otra manera.
Además, se diferencian en el manejo de los planteles. A Díaz siempre le costó el trato con los referentes, aunque en su último paso la compañía de su hijo Emiliano le ayudó mucho a mejorar esa faceta. Gallardo tie-
A diferencia del Pelado, el Muñeco no hubiera festejado la eliminación de River en una Copa.
ne más llegada con sus futbolistas, incluso con los que no juegan, que habitualmente suelen disparar los mayores focos de conflicto.
Sin dudas, ambos son los mejores entrenadores en la historia de River y son intocables. Pero Gallardo tiene una ventaja importante: su sentido de pertenencia y un pensamiento que siempre, con errores como cualquier ser humano, prioriza lo colectivo por sobre lo individual. ■