En Twitter se multiplican los lectores de la Divina Comedia
El ensayista Pablo Maurette propuso leer cada día y hasta abril, un cántico de los 100 de la obra maestra.
Errante me encontré por la selva oscura: las redes sociales, que me resultan abrumadoras últimamente. En Facebook, la más militante, casi no se puede opinar sobre un tema sin recibir cuestionamientos o agresiones. Frente a ella, Instagram es el paraíso de los creyentes, con imágenes y algún comentario muy breve, con aire a incompleto. Y Twitter, la más veloz y a su vez territorio de sarcasmo, que por obra de los trolls fue pervirtiendo su sentido para cosecha ajena. No obstante, las cosas buenas pasan y también en materia literaria.
De pronto al ensayista Pablo Maurette se le ocurrió un regalo de principios de año. Inauguró una lectura masiva de La Divina Comedia del Dante Alighieri; muchos retwitearon en sus cuentas y ¡bimbaladín!, más de dos mil usuarios de Twitter están leyendo el libro. Maurette contó que, aunque ya había hecho esto un par de veces (empezar el año leyendo La Divina Comedia), esta vez lo anunció en Twitter en noviembre y la gente se empezó a sumar.
El plan es un canto de La Divina Comedia por día, hasta completar el total de los cien el 10 de abril. Me resulta un fenómeno misterioso, porque es un libro de difícil lectura, casi un mamotreto, según cuál sea el momento de la vida en nos hayamos metido a leerlo.
Cando le pregunté a Pablo el por qué, me respondió: “Porque Dante es el más grande. Y porque La Divina Comedia es quizás la obra literaria más perfecta jamás compuesta. Si vamos a hacer esto, empecemos por la cumbre”. Hay traducciones famosas, por ejemplo la de Bartolomé Mitre.
Guillermo Jaim Echeverry contó una anécdota en Twitter: “Ocurrió. Cliente pregunta al empleado de la librería: “¿Tiene La Divina Comedia en la traducción de Bartolomé Mitre?”. “Señor, está equivocado, creo que Mitre fue presidente”.
¡Quién puede creer hoy que un presidente se haya dedicado a traducir La Divina Comedia? Otra muy recomendable es la de Jorge Aulicino, poeta y escritor, que salió hace muy pocos años.
De todas formas, el texto es de do- minio público y está en la web en múltiples sitios a disposición del lector. Como parte de la comunidad lectora, la lectura silenciosa -después del Medioevo- nos dejó bastante solos. Sin embargo, hasta bien entrado el siglo XX, aún se leía en grupo en las escuelas, en los clubes, en la parroquia, en la sinagoga. Hoy por hoy, salvo que uno esté estudiando letras o se anote en un taller, difícilmente haya pares lectores con quienes compartir lo que se está leyendo.
Es lo que llamo el problema del interlocutor: sino tengo a quién contarle lo que leo, soy menos feliz con la lectura. Pero ahora estamos todos con el hashtag #Dante2018, poniendo cosas sobre el escritor florentino, mapas del infierno, mapas de Florencia, Italia, y la historia política de la Florencia en la que escribió Dante. La Biblioteca Mitre twiteó la ilustración con la estructura total; otros subieron los ensayos de Borges de 1982 sobre Dante Alighieri, recomendaron traducciones y tener un ejemplar de La Eneida cerca.
Algunos escriben con más humor que otros: el crítico de cine Quintín puso luego de la lectura del Canto 1: “Tengo más miedo que Dante”. Y el escritor Sergio Olguín twiteó con ironía: “Me imagino a trolls de la Divina Comedia y del Dante: "Ahora leés la Divina Comedia pero no dijiste nada de La Eneida" "Dante korrupto, devolvé lo que se robaron los güelfos blancos" "Amenazaste de muerte al rey. Te merecés el exilio, violento HdP".
Esta vez todos tenemos la oportunidad de compartir la lectura: iniciados, estudiantes, lectores avezados. Incluso puede convertirse en un desafío para quienes detestan a Dante y la lectura.
Maurette, autor de la idea, también está asombrado por la repercusión: “Jamás se me ocurrió que podía viralizarse. Creo que suelen ser imprevisibles los fenómenos virales. Desde que existe el arte es algo que se comparte. La poesía en particular, como la música, parecieran no estar completas si no hay un otro. Y el goce estético compartido es estimulante”.
Me pregunto: ¿qué tal si nos levantamos media hora antes, o nos acostamos media hora después y sumamos a nuestra vida la lectura del Dante? ¿Qué tal si hacemos de la selva oscura de Twitter o Facebook un lugar de placer colectivo? Podría apostar que eso haría de las redes sociales un espacio para construir un mundo mejor. ¡Vamos por #Dante2018! ■