Clarín

Amores de verano El levante viene por Instagram

Los chicos suben un promedio de 7 fotos por día

- Mariano Gavira mgavira@clarin.com

Guido Zanou (26) no sabe qué hacer esta noche. Es jueves, llueve con fuerza sobre Pinamar y no hay muchos boliches abiertos. Llegó hace un día y sus amigos pisarán esta ciudad balnearia de la costa bonaerense recién dentro de 24 horas. Agarra el celular y busca en Instagram con el hashtag #Pinamar para ver las fotos y videos de los mejores lugares donde salir. Bucea en la red social. Encuentra un lugar que pinta bien: UFO Point. Le pregunta a una chica que subió imágenes si el boliche, ubicado frente al mar, “se pone”, si “está bueno”. La respuesta es afirmativa. Hablan todo por chat y ella le dice que esta noche volverá, que si quiere se pueden ver. No se conocen, pero Guido sabe que tiene plan. Sabe que muy posiblemen­te ha salvado la noche.

Se ve en todas las playas, en el centro, sobre la avenida Bunge, en todos los bares. Los jóvenes sacan sus teléfonos y disparan una, dos, tres, veinte fotos hasta que eligen la que más les gusta y la publican en la opción “Historias” de Instagram, que mantiene la imágen o el video que graban sólo por 24 horas. Por eso debe ser contundent­e: edición quirúrgica y eficáz. Tiene que llamar la atención. Puede tener algún filtro, pero lo que sí debe tener es la ubicación: no puede faltar. Esa será la clave del encuentro, el dato fundamenta­l para iniciar el juego de seducción en verano.

Si el año pasado la moda era activar el GPS en el celular y, a través de él, dar a conocer la ubicación en la que se toma sol, se toma una cerveza o se baila, ahora la “posta” es compartir las fotos y videos de forma instantáne­a, en el momento en que las cosas pasan. Mostrar siempre, pero mostrar, sobre todo, lo que se está haciendo. El aquí y hora amplificad­o por las redes sociales. De esa manera se muestra el lugar, para que otros lo vean y se genere ese primer contacto virtual. El siguiente paso es el encuentro real, pocas horas o pocos minutos después.

Milagros, Valentina, Florencia, Pilar y Lucía están de vacaciones juntas, por primera vez alejadas de sus padres. En el bar Lisboa toman unas cervezas mientras evalúan las opciones de la noche, por supuesto, mirando cada una su smartphone. Recién son las 12 de la noche y tienen que hacer tiempo porque todavía la movida no empezó. No hay que desesperar­se: los boliches en la Costa explotan pasadas las 2 de la mañana.

¿De qué forma se entretiene­n? Con fotos: “Subimos cinco por día, desde que nos despertamo­s hasta que nos vamos a dormir. También mientras estamos en la playa, durante la previa, en el boliche. Pero no somos las únicas, todos hacen eso”, dicen a coro.

Colocar la ubicación al momento de sacarse una selfie o subir un video es la clave y la llave que permitirá que el otro pueda darse cuenta dónde están. Eso fue lo que pasó con Guido Zanou, que primero buscó, buceó por las redes sociales y encontró, con la

Los tarjeteros dejaron de caminar la arena; ahora convocan utilizando las redes sociales

idea de llevarse algo más: “La jugás doble. Porque si bien querés saber dónde se pone, también aprovechás para escribirle a la chica que te pareció linda”.

Los tarjeteros de los boliches también se adaptaron a la nueva era. Ya no se los ve tanto pateando la arena en ese ida y vuelta intenso y agotador, más parecido a Mascherano, que a un vendedor de entradas para la fiesta de la noche. Ahora la onda es colgar la foto del ticket en las historias de Instagram para que cada uno por privado escriba y consulte precio y promos para la fiesta.

“Si bien salimos a recorrer las playas algunas tardes, hago más ventas por redes que cuando camino. A los

chicos y las chicas les dejo mi perfil de Instagram para que me sigan y ahí hago las relaciones”, cuenta Florencia Fernández, conocida como @florrluz, con más de 13mil seguidores. Impecable, a su lado lo mismo dice Nair Jael (@nanijael) quien busca a sus clientes gracias a la función “Explorar”, a la que se accede a través del ícono de la lupa: “Pongo la palabra ‘Pinamar’ y veo todos los que suben fotos. A ellos mismos les escribo y les ofrezco las entradas o las promocione­s. Es como un delivery de joda”, agrega riendo.

Los propios boliches también se aggiornaro­n y ahora incentivan a sus seguidores y hasta arman sorteos de entradas, como ocurre con Pueblo Límite en Villa Gesell, el único mega boliche de la zona que convoca multitudes todos los días. Casi una disco de otra época. Desde la página oficial pide, por ejemplo, etiquetar a tres amigos y subir una foto de la disco a las “historias”, a partir de ahí se empieza a participar.

El “cabeceo” era la técnica en la época de sus abuelos, una ceremonia solemne, respetuosa y minimalist­a: el hombre miraba a la mujer e

inclinaba para adelante la cabeza. Si gustaba, la mujer se acercaba, sino había que seguir intentándo­lo. El clásico “¿Estudiás o trabajás?” era el método infalible para iniciar una conversaci­ón y acercarse a una chica en la época de sus padres. Nada de tecnología, nada de “cacería virtual”, nada emojis. Ahora ellos son los aliados del 3G.

“Siempre la jugás doble. Porque si bien mostrás la intención de que querés saber dónde se pone la noche y a qué boliche se puede ir, también aprovechás para escribirle a la chica que te pareció linda” Guido Zanou

“Subimos cinco fotos por día, desde que nos despertamo­s hasta que nos vamos a dormir. También mientras estamos en la playa, durante la previa, en el boliche. Pero no somos las únicas, todos hacen eso” Milagros, Valentina y Lucía

Como relacionis­ta pública, si bien salgo a recorrer las playas algunas tardes, convoco más gente por redes que cuando camino. A los chicos y las chicas les dejo mi perfil de Instagram para que me sigan y ahí hago las relaciones” Florencia Fernández

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FOTOS: ANDRES DELÍA Tarjetera de hoy. “Pongo la palabra ‘Pinamar’ y veo todos los que suben fotos. A ellos mismos les escribo y les ofrezco las entradas o las promocione­s”, dice Nair Jael.
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