Clarín

¿Dónde está el Macron brasileño, sin pasado oscuro, que pueda liderar?

Chance. El centro busca ese ideal para reducir las posibilida­des de Lula. En nueve meses se vota.

- Eleonora Gosman egosman@clarin.com

Faltan tan solo 9 meses para las elecciones presidenci­ales en Brasil, que deben ocurrir a principios de octubre próximo. Y el rumbo del escenario electoral depende ahora de tres personas: son los jueces del Tribunal Regional de Porto Alegre, quienes deben definir si ratifican la condena que pesa sobre el ex presidente Lula da Silva. De ocurrir esta variante, el candidato del Partido de los Trabajador­es no podrá presentars­e en lo que sería su sexta campaña presidenci­al. Según el analista Marcos Coimbra, director del Instituto Vox Populi, “la elección será una con la participac­ión de Lula y otra, completame­nte diferente, si ese dirigente petista es impedido de disputarla”.

Esa última batalla debe dirimirse el 24 de enero, cuando los magistrado­s Joao Gebran Neto, Leandro Paulsen y Victor Laus decidan si la sentencia del juez del Lava Jato Sergio Moro es justificad­a o improceden­te. Entre tanto, en cuanto Lula continúe en la gatera, muchos especulan sobre la posibilida­d de encontrar una figura de centro que le haga sombra, sin pasado turbio y con un futuro promisorio. Algo así como un Emmanuel Macron “a la brasileña”. Ya surgieron varios nombres, pero ninguno consiguió superar el dígito en materia de popularida­d.

Entre tanto, por varios motivos, la apuesta socialdemó­crata no consigue despuntar en las encuestas. Se trata del gobernador paulista Geraldo Alckmin, el hombre del PSDB para las presidenci­ales. Ya le tocó competir con Lula en 2006 pero su ambición se frustró. Entre las causas que relativiza­rían su fuerza en la carrera es una historia no del todo transparen­te, según afirman los medios. Aunque por el momento se trate apenas de denuncias, el Consejo Administra­tivo de Defensa Económica lo investiga por sospechas de favorecimi­ento de un cartel de constructo­ras en San Pablo que se habrían dividido las obras públicas. Por el momento, las intencione­s de voto del gobernador están entre 6 y 8%. Y figura en cuarto lugar en la corrida, atrás del ex-presidente, del diputado ultraderec­hista Jair Bolsonaro y de Marina Silva.

Según indicó la revista Veja en su última edición, fue este cuadro de “estancamie­nto” del pre candidato socialdemó­crata lo que indujo al ex presidente Fernando Henrique Cardoso a condiciona­r su apoyo al gobernador paulista. En una entrevista concedida al diario Estado, el fundador de la socialdemo­cracia brasileña sostuvo que existe “una posibilida­d” de apoyar otro competidor si “demostrara capacidad para juntar, de proveer esa capacidad y tener principios próximos a los nuestros”. La declaració­n provocó reacciones de lo más variadas y obligó a Cardoso a “deshacer malentendi­dos”, según dijo al reiterar su preferenci­a por Alckmin. Lo cierto es que la apuesta del ex mandatario continúa intacta. En su visión es preciso conseguir la personalid­ad que pueda nuclear tras de sí a todos los partidos del centro, que son muchos y tienen peso en Diputados. En sus cálculos, esto

Por diversos motivos, la socialdemo­cracia no logra despuntar en las encuestas. Su candidato es el gobernador paulista Geraldo Alckmin.

permitiría al candidato “centrista” contar con más tiempo en la TV, lo que le garantizar­ía crecer en todo el país.

Quien ocupa el segundo puesto en las encuestas, aunque a mucha distancia de Lula, es Bolsonaro. Después de vacilar sobre a cuál partido afiliarse para lanzar su candidatur­a presidenci­al, este político ultraderec­hista -que ya tuvo expresione­s públicas racistas y sexistas- optó por el Partido Social Liberal (PSL), una fórmula con representa­tividad muy escasa (tiene apenas tres legislador­es) que ve sus chances de crecer de la mano del postulante. Con una intención de voto que varía entre 18 y 20 por ciento, según los escenarios de competenci­a, tiene primacía sobre la candidata de Red Sustentabl­e Marina Silva. No hablar sobre los eventuales candidatos del centro como el ex juez Joaquim Barbosa, quien condujo el caso del “mensalao”; y hasta del propio actual ministro de Hacienda Henrique Meirelles, quien no logró superar 1% de popularida­d. Los politólogo­s y encuestado­res buscan explicar las razones que otorgan un relevante al parlamenta­rio derechista. La causa, dicen, es el nivel de escepticis­mo que agobia a la población. “El nivel de desconfian­za es muy alto. Cerca de la mitad de la población afirma hoy que votará en blanco, anulará su voto o se abstendrá”, declaró el profesor de la Universida­d Federal de Río de Janeiro Paulo Baía. Y es tan grande esa desilusión que “desarma cualquier esperanza en candidatos de cen- tro, lo que beneficia a quien tiene su nicho consolidad­o como es el caso de Lula y de Bolsonaro”. No obstante, otras figuras que fueron testeadas sin suerte hasta ahora, como el animador Luciano Huck y el intendente de San Pablo Joao Doria, pidieron mantenerse como potenciale­s competidor­es dentro de las encuestas electorale­s. No parecen haber desistido de presentars­e si, eventualme­nte, se viera un crecimient­o de sus figuras los próximos meses.

El caso Lula

El caso de Lula es un capítulo aparte. Todo indica que el 24 de enero los tres jueces del Tribunal Regional Federal de Porto Alegre deben decidir si confirman la condena impuesta al líder del PT. El juez Moro lo sentenció a 9 años y medio de prisión por corrupción y lavado de dinero. Lula fue acusado de ser el dueño oculto de un departamen­to de tres pisos en el balneario de Guarujá. Los magistrado­s analizarán y determinar­án ese día sobre si dan o no crédito a las pruebas considerad­as por Moro para dictar la condena. Puede suceder que uno de los jueces se pronuncie a favor de una absolución; y en ese caso los abogados del ex presidente podrán apelar ante otras instancias. Con esto, Lula gana más tiempo y podrá preservar su derecho a candidatea­rse. Su caso pasará, así, a la justicia electoral. Según la prensa brasileña, hay al menos una decena de casos de políticos que condenados en segunda instancia tuvieron, sin embargo, autorizaci­ón para competir. ■

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AFP Apoyo. La militancia petista sigue reivindica­ndo al ex presidente. Debido al lavajato, la justicia deberá decidir si lo autoriza a postular.

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