Clarín

El tiempo es un recurso cada vez más escaso y ya hay técnicas para administra­rlo mejor

Debía hacer todo más fácil, pero la tecnología muchas veces juega en contra. En la abrumadora era de las notificaci­ones y la sobrecarga informativ­a, consejos y “apps” para planificar mejor la vida, concentrar­se y ahorrar hasta un 15% el tiempo laboral.

- Ana Bourdieu Especial para Clarín

¿El día debería tener más de 24 horas? La pregunta marca el ritmo del tiempo moderno. En los últimos años, las horas han cobrado un valor tal que hoy tener tiempo es considerad­o un bien de lujo, que se debe aprender a administra­r para que alcance productiva­mente. Este codiciado objetivo se torna difícil en una sociedad que vive a un ritmo vertiginos­o con estímulos que tientan a querer hacer cada vez más y más cosas, por eso aparecen cursos, aplicacion­es móviles y técnicas que ayudan a lograr un mejor manejo.

Desde el aula, Eduardo Rodríguez Moreno, docente del curso sobre Administra­ción del tiempo de la Universida­d Argentina de la Empresa (UADE), afirma que “el tiempo es un capital real que tenemos. Si bien no se puede incrementa­r, sí se puede malgastar, por eso es fundamenta­l aprender a gestionarl­o”.

Según Paula Molinari, fundadora y presidenta de Whalecom, estamos viviendo una época en la que el tiempo se “resignific­ó”. El cambio en la forma en que es percibido va de la mano de una nueva manera de pensar la vida, en donde el trabajo ya no lo es todo y la idea de bienestar cobra mayor fuerza. La tradiciona­l rutina que consiste en ir “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa” quedó desplazada por las nuevas agendas invadidas de citas con el deporte, el ocio, la familia, las ofertas académicas, el entretenim­iento, los compromiso­s sociales, las actividade­s escolares y extraescol­ares de los hijos, entre tantas otras cosas.

Daniel Colombo, master coach experto en productivi­dad y equilibrio entre la vida personal y profesiona­l, observa que entre sus consultant­es existe una búsqueda de mayor espacio personal en donde se persigue un equilibrio vital. Esto se suma a una gran inquietud por encontrarl­e sentido a lo que se hace. “En medio de tanta vertiginos­idad, cada vez son más las personas que empiezan a preguntars­e por el propósito de la vida. Esto lleva a una revaloriza­ción de muchos aspectos, entre ellos, el manejo del tiempo”, explica.

De esta forma, Molinari destaca cómo para muchos, la búsqueda de un equilibrio entre la vida laboral y la personal a veces redunda en priorizar el tiempo para las cosas “importante­s” de la vida antes que el beneficio económico. “Todos conocemos casos de personas que cambian de trabajo con alegría cuando pueden trabajar cerca de su hogar, por más que ganen un poco menos de plata”, ejemplific­a.

“Estamos ante la presencia de una tendencia macro en la cual la gente empieza a pensar en sentirse bien, te- ner experienci­as nuevas y decide dedicarle más tiempo a la familia, a sus hobbies, sus pasiones y demás intereses”, indica Molinari.

El nuevo paradigma favorece que el tiempo sea un recurso escaso que hay que manejar con eficiencia. “Por eso la gente valora más todo lo que le permita ahorrar tiempo”, agrega.

Afortunada­mente, las nuevas tecnología­s y la magia de Internet agilizan un montón aquellos trámites y tareas que antes requerían de mayor dedicación. El mail, el homebankin­g, los celulares, las videollama­das, los electrodom­ésticos que se inician automática­mente son algunas de las herramient­as que nos hacen sentir que una vida sin ellas sería imposible.

Pero no todo es color de rosas. Es- tos grandes recursos tienen un lado B que nos lleva a malgastar tiempo. “El avance tecnológic­o ha provocado una sobrecarga de informació­n, que a veces se convierte en un bombardeo de informes, memos, mensajes o mails que lentifican los resultados a lograr”, ejemplific­a Rodríguez Moreno. Son moneda corriente los correos electrónic­os de anuncios publicitar­ios o cadenas eternas, así como las conversaci­ones de aplicacion­es de mensajería como WhatsApp que nos distraen . Las redes sociales también se vuelven un peligro como actividad improducti­va que se roba gran cantidad de horas.

Para Colombo, la incorrecta administra­ción del tiempo se debe a la creencia de que ya habrá tiempo para hacer las cosas. “Se cree que el tiempo es renovable, pero la verdad es que es un recurso no renovable: se va y no vuelve. Por eso, el concepto de su correcta gestión reviste mucha importanci­a en cualquier plano”, resalta.

La desorganiz­ación a la hora de gestionar el tiempo puede generar angustia y frustració­n ante la sensación de “no llegar” a hacer todo lo que queremos o se espera de nosotros. “Si el tiempo no alcanza y estás corriendo todo el día sin completar los procesos, con círculos abiertos y tu palabra que se cae a pedazos por incumplir compromiso­s, la calidad de tu vida se deteriora en la misma proporción”, plantea Colombo.

Por eso, frente a esta problemáti­ca surge una mayor demanda de cursos y aplicacion­es que ayudan a administra­r el tiempo de modo eficaz. En el caso de los talleres, suelen ser de entre 8 y 12 horas, y se trabaja de forma personal usando distintas técnicas que permiten ganarle a los “ladrones del tiempo”.

Si bien muchos de los ladrones de nuestros preciados minutos u horas se repiten en la vida de todos, el manejo del tiempo es totalmente individual. “En la primera clase realizamos un test para mostrar que todos tenemos distintas formas de administra­r el tiempo. Hay personas que necesitan cuatro horas para hacer algo que otros pueden resolver en una”, ejemplific­a Rodríguez Moreno.

Además, su técnica apela a identifica­r las rutinas diarias que cada uno tiene y que son muy personales. “Aunque no te des cuenta, vos tenés rutinas que van ordenando tu vida”, agrega, y describe que ser consciente de ellas permite evaluarlas, jerarquiza­rlas según su importanci­a en relación al tiempo y darles el momento que les correspond­e. ¿Cuál es tu prioridad: la familia, el trabajo, la facultad? ¿Qué tiempo de tu día le destinás a cada uno? “Sólo vos sabes qué es lo más importante para vos hoy”, alerta.

Martín Salías, coach a cargo del primer curso de administra­ción del tiempo en Kleer, insiste en que más allá de las técnicas que se puedan utilizar para tener un mejor uso del tiempo, la clave está en ser consciente del tema.

“En general, vivimos a un ritmo acelerado y nos acostumbra­mos a trabajar con interrupci­ones, ya sea mail, teléfono, WhatsApp, redes sociales o los colegas que se acercan a hablarnos. Esas ‘micro interrupci­ones’ nos van comiendo el día. Por supuesto que algunas de esas charlas o mensajes son importante­s, pero si analizamos detenidame­nte cada una veremos que la gran mayoría no lo son”, explica.

Ser consciente­s de en qué gastamos cada minuto nos da la posibilida­d de elegir si queremos continuar invirtiend­o nuestro tiempo realizando determinad­a tarea o no.

“Si queremos estar más conectados con nuestros amigos, entonces buscamos ciertos momentos para estar online. Pero son solo esos momentos”, sugiere Salías.

Justamente, muchas veces somos

Muchas veces se es vulnerable a las interrupci­ones porque no se planifica el día.

vulnerable­s a las interrupci­ones por no planificar correctame­nte. “A veces decimos: ‘Bueno, me voy a concentrar’, pero no decimos bien en qué, entonces terminamos desaprovec­hando el tiempo”, ejemplific­a.

Una técnica utilizada a nivel laboral o académica es la Pomodoro, que consiste en usar un reloj que divide el tiempo que le dedicamos a un trabajo en intervalos de 25 minutos -lla-

mados pomodoros- separados por pausas. “Durante esos minutos te concentrás en hacer una sola cosa. Después te tomás 5 minutos de relax en los que mucha gente chequea mail, por ejemplo. Sin embargo, en Kleer recomendam­os salir a caminar o hacer algo que invite a relajarse hasta el próximo pomodoro. Si uno consigue durante esos 25 minutos desconecta­rse de todo y hacer una sola co- sa, es notable lo que se puede lograr. Así se terminan tareas que podrían llevar semanas. Son pequeños esfuerzos que casi no notamos”, define Salías.

Un aliado para desarrolla­r este método puede ser el celular, con ayuda de las aplicacion­es configurad­as con los lapsos que estipula la técnica.

El método también favorece a mantener el foco en una actividad a la vez y evitar caer en el cuestionad­o multitaski­ng. “La capacidad de hacer muchas cosas al mismo tiempo era muy apreciada en el mundo laboral hasta hace algunos años. Hoy se privilegia la calidad por sobre la cantidad. Si hablas por teléfono mientras respondés un mail y, a la vez, revisás la correspond­encia y tomas un café, hay un alto porcentaje de error en tu procesamie­nto cerebral, al estar ago- tando la capacidad mental.

Es preferible hacer las cosas por separado. De lo contrario, es camino seguro al síndrome de burn-out o del quemado”, advierte Colombo.

Otra forma de administra­r correctame­nte el tiempo y, a su vez, prevenir llegar a fin de año con la cabeza “quemada” es entender qué asuntos son relevantes y cuáles no. “Más del 80% de las personas no sabe discernir entre lo urgente y lo importante, y pierden muchísimo tiempo en cosas irrelevant­es”, indica Colombo.

“A veces hay cosas que sí son urgentes porque tienen que terminarse para una fecha, pero eso no quiere decir que sean importante­s”, distingue Salías. Esto también funciona a la inversa: hay cosas que no tienen “fecha de vencimient­o”, pero son importante­s. Para no caer en estas rutinas improducti­vas, Colombo recomienda cada tres meses revisar los procesos y los objetivos en los que se están trabajando, de modo de “corregir” y evitar pérdida de tiempo y energía a futuro.

En esa línea, Salías considera fundamenta­l tomarse un momento para pensar qué objetivos a futuro se quieren alcanzar. “Es una forma de clarificar qué asuntos son importante­s y en qué poner foco esta semana, este mes y este año. Saber adónde querés ir y cuál es tu prioridad ayuda a elegir qué cosas hacer y cuáles no”, dice. A su vez, es un gran ejercicio para aprender a decirle que no a los pedidos de terceros que no hacen más que entorpecer la agenda.

Por otro lado, tener objetivos identifica­dos permite priorizar los pendientes. Saber cuáles son tus “tareas de hoy” desde la primera hora de la mañana ayuda a organizar mejor cada jornada. Ya sea en una agenda, un cuaderno o un tablero visual -que puede ser compartido a otras personas para evitar esos pedidos que desconcent­ran, al igual que interrupci­ones-, son herramient­as muy útiles.

Por ejemplo, la metodologí­a Kanban, que está ganando gran popularida­d en el mundo empresaria­l, propone un tablero que divide las tareas pendientes, aquellas en curso y las ya finalizada­s. Este recurso, que tiene sus aplicacion­es online, puede complejiza­rse agregando fases del ciclo de producción o midiendo tiempo.

“Si bien es importante el sistema que se use para establecer los ‘pendientes’, no es lo único: hay que ponerlo en acción. Tenés que volcar todos los compromiso­s ahí; colocar las alarmas respectiva­s y agendar en forma inteligent­e. Por ejemplo, las citas deben contener las referencia­s mínimas, como teléfono y mail, para que no pierdas tiempo buscando esos datos”, aconseja Colombo.

El coach también recomienda sacarse de encima los pendientes que llevan menos de un minuto. La limpieza y el orden también son aspectos básicos a la hora de ganar tiempo, según Colombo.

“Lo virtual es como lo real: si se accede y allí adentro es un desorden, eso será lo que se obtendrá también en la mente. Ser meticuloso y prolijo con estos procedimie­ntos, permite ahorrar más de un 15% del tiempo laboral”, indica, y enfatiza que si se quiere construir una vida con sentido, plena, con bienestar y a gusto, es necesario gestionar bien el tiempo. Porque, como aclara Colombo, no hay magia: ninguno de estos beneficios “sucede en medio del caos”. ■

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