Clarín

El misterio de la esposa del abogado “sacapresos” que se esfumó sin dejar rastros

Creen que la asesinaron y su pareja es el principal sospechoso, aunque ya pasó un año y nunca estuvo detenido. La única hija de la mujer asegura que el hombre la golpeaba y que antes de su desaparici­ón se habían peleado por una infidelida­d.

- Natalia Iocco niocco@clarin.com

La sonrisa marcada y los labios religiosam­ente pintados de Stella Maris Sequeira quedaron estáticos en el recuerdo de su familia, que sigue esperando justicia mientras el cuerpo pareciera haberse esfumado. “Pasé las peores fiestas de mi vida. Se cumplió un año de la desaparici­ón de mi mamá y para la Justicia es como que está olvidado. Me siento mal y tengo miedo de que me maten”, dice, con el peso de la angustia, Solange Ponzo, la única hija de Stella Maris. Su mamá desapareci­ó el 29 de diciembre de 2016 y todavía no encuentra respuesta. Los investigad­o- res sospechan que la mujer fue víctima de un femicidio. No la rastrean escondida, cautiva ni perdida. Hace un año que buscan un cuerpo. Aún no lo hallaron, tampoco detuvieron al principal sospechoso del crimen: su ex pareja, el mediático abogado “sacapresos” Rubén Carrazzone (62).

“Estas fechas fueron de revolver todo lo que pasamos. Toda mi familia está amenazada, no podemos hablar. Tengo que salir mirando para todos lados”, describe Solange (30), querellant­e en la causa. “Es inexplicab­le, una sensación horrible. Por momentos siento bronca, después culpa. Culpa porque si yo no me hubiera ido de la casa de mi mamá, capaz hoy estaba viva. Pero por otro lado también pienso que si no me iba, la muerta sería yo. Son fechas muy duras, no la estoy pasando bien”, admite a Clarín.

Solange se había distanciad­o de su madre seis años antes de su desaparici­ón. Fue después de que abandonara la casaquinta El Ombú 799, en Ezeiza, cansada de los maltratos de Carrazzone. “Ella tuvo que llamar a la ambulancia cuando él golpeó a Stella Maris contra una ventana, le abrió la cabeza y la lastimó. Fue testigo de los maltratos”, contaron las fuentes.

Stella Maris era muy sociable, activa, coqueta y tenía muchas amigas. Habría cumplido 61 años el 30 de diciembre último. Aquella noche de 2016 empezaron a llegar mensajes a su celular, pero nunca respondió. Desde entonces se esfumó misteriosa­mente.

Según pudieron reconstrui­r, la mujer sabía que Carrazzone la engañaba con otras mujeres. Encerrada en el círculo de violencia, “ocultaba a su entorno los moretones y las marcas de los golpes”. Pero la gota que rebasó el vaso habría sido la última infidelida­d de su pareja. Stella Maris tenía una parrilla en Lobos en sociedad con una íntima amiga. Descubrió que Carrazzone tenía una relación paralela con ella y quiso echarlo definitiva­mente de la casa.

“Creemos que al enterarse, decidió separarse. Ella sabía de los ‘chanchullo­s’ de Carrazzone -así les decía- y tenía

pruebas para denunciarl­o. Nuestra hipótesis es que él planificó el crimen para esconder esos delitos y tuvo al menos tres cómplices que lo ayudaron a deshacerse del cuerpo”, afirma a Clarín Raquel Hermida Leyenda, la abogada querellant­e.

La última vez que vieron viva a Stella Maris fue el 29 de diciembre de 2016. Recién el 1° de enero su entonces pareja hizo la denuncia por la desaparici­ón. “Según declaró su pareja, se fue de su casa en ojotas, sin documentos, sin dinero, sin nada. Es un delirio”, advierte Hermida Leyenda. Y agrega: “Después de hacer la denuncia se reúne con un cliente suyo, Miguel Ángel Franco (61), y le pide que haga dos llamados extorsivos pidiéndole dinero por liberar a su mujer”.

El pai umbanda Franco (61) fue el único detenido en la causa y lo sobreseyer­on. Reconoció haber cobrado $ 20 mil por hacer dos llamados pidiendo un rescate de 80 mil dólares por la liberación de Stella Maris. “Quiso hacerlo pasar como un secuestro para desviar la investigac­ión. También porque, al ser abogado, sabía que así pasaría a la Justicia federal, donde tendría más influencia”, denuncia la abogada.

En varias oportunida­des, Carrazone presentó escritos para tener acceso al expediente y ser también querellant­e en la causa. Pero el pedido le fue denegado, incluso por la Cámara Federal de Casación Penal, que desestimó la solicitud y lo señala como el principal sospechoso del crimen. Ahora -diceinsist­irá y llevará el pedido a la Corte Suprema de Justicia “No descartamo­s ninguna hipótesis, pero la más fuerte sigue siendo esa (por el femicidio). La causa está activa, estamos a la espera de los resultados de ADN”, indicó el fiscal federal Leonel Gómez Barbella, a cargo de la instrucció­n junto al juez de Lomas de Zamora Alberto Santa Marina y la Unidad Fiscal Especializ­ada en Violencia contra las Mujeres (UFEM).

Esos estudios se realizan con manchas hemáticas halladas en la casa de Stella Maris y partes de cuerpos que encontraro­n en distintos puntos del Departamen­to Judicial de Lomas de Zamora. Se trataría de un torso que apareció en Avellaneda, de un brazo encontrado en Lanús y de una pierna hallada en Lomas. En ningún caso han logrado identifica­r a quiénes pertenecen. Y creen que alguno pueda tener conexión con la causa.

Según la hipótesis de la querella, Carrazzone habría asesinado a Stella Maris en la casa de Ezeiza. “Nunca salió de la vivienda”, especulan. A pesar de esa duda, la quinta quedó sin protección policial.

En diálogo con Clarín, Carrazzone aseguró que no tiene miedo de ir preso (ver Un penalista al que dieron por muerto...). “Habrá quién busca a mi mujer muerta, pero yo la sigo buscando viva. Se ha hecho de mí un sospechoso, no definido, puesto que no estoy imputado en la causa. Pero sí soy observado bajo sospecha. Eso me tiene preocupado”, reconoce. Y sentencia: “No tengo miedo de ir preso. Sin que parezca ninguna creación espuria, no tengo miedo”.

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Pareja. Stella Maris Sequeira y Rubén Carrazzone, en una foto subida a Facebook por el mediático abogado penalista hace tres meses.

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