Clarín

Las argentinas arrasan con la ropa en Brasil por precio y talles “inclusivos”

Un imán. Muchas chicas dicen que compran para hacer stock. La variedad de medidas es más amplia que en nuestro país.

- FLORIANÓPO­LIS. ENVIADA ESPECIAL Sol Tiscornia stiscornia@clarin.com

Sacarse lo puesto y probarse la –tal vez– futura malla nueva adentro de un cubículo de durlock, con luz blanca y tapada por una cortina que nunca cierra bien. No parece haber muchas formas de trasformar esa experienci­a en un momento grato. Pero Brasil encontró la clave y las argentinas caen ante ella agradecida­s. Apenas empieza a bajar el sol en Florianópo­lis, los locales de ropa estallan de clientas que hablan portuñol y que arrasan con los vestiditos de verano, los pantalones, las túnicas playeras y, sobre todo, las bikinis. Un poco porque está barato, pero mucho más porque acá hay talles para todas.

Ese carácter “inclusivo” del abanico indumentar­io brasileño no es fácil de encontrar en los negocios nacionales, dicen las argentinas que vinieron a veranear a las playas del Sur. Muchas llegaron con los reales que ahorraron hace meses para comprarse las prendas que en Buenos Aires y el Interior no encuentran. “Acá hay tamaños reales”, aseguran.

La “variedad” se ve en todas partes. Está hasta en el decorado: hay maniquíes con más curvas que los de las vidrieras argentinas. Lucen pechos y colas grandes, como los de las brasileñas de carne y hueso.

Un carro de playa que vende mallas sobre ruedas y entre la arena, tiene como mínimo cinco opciones de talles: pequeño, medio, grande, grande-grande y extra grande-grande. En un local del centro de Canasvieir­as, el balneario más argentino de la isla, hay hasta nueve. Se encuentran modelos para todas: chatas, pechugonas, la que quiere taparse y la que busca la tasa armada o un strapless que no se caiga. La opción más barata es un conjunto de oferta a 30 reales ($ 180). Pero en la mayoría de las casas las venden por partes: las bombachas desde 20 reales ($ 120) y los top de 25 a 40 reales ($ 150 a $ 240). Y esa mecánica también es un imán: ni siquiera hay que preguntar para llevar una parte de arriba de un tamaño y la de abajo de otro. Para las vendedoras es completame­nte común.

Iris Richter trabaja en la tienda A favorita, de la Rua Madre María Villar, en el centro de Canasvieir­as. Es brasileña de familia alemana, alta, con presencia. Asegura que ni ella ni nadie de su familia o amigos tiene problemas para conseguir ropa en Brasil. Dice que en este país hay algo para todos, porque entre las personas también se ve la diversidad. Y aclara que en su círculo hay “pessoas grandes e pequeñas” y que se visten con lo que quieren. Cuenta que las argentinas le explican que se llevan muchas cosas “para guardar” porque en su país no consiguen talle.

Los precios también ayudan: un vestido sale 35 reales ($ 210). Por el mismo valor, se pueden llevar pantalones de telas livianas y monos.

“Muchas brasileñas vienen grandes de genética y acá hay de todo: para las flacas, como yo, también”, aclara Laura Reinaud, una marplatens­e que desde 2012 vive y trabaja en Canasvieir­as. “Y no es caro”, agrega su compañera Marila Paladino, otra ar- gentina que vino a Florianópo­lis.

“Compramos bikinis: dos para cada una”, cuentan a Clarín las hermanas cordobesas Agostina (19) y Sofía (21) Ramos, que llegaron desde la ciudad de Carlos Paz. “Allá la regla es ‘conformate con lo que hay’. No conseguimo­s talles y para encontrar una malla que te quede bien, tenés que comprarla por Mercado Libre y que te la manden por correo”, explican.

Agostina, alta y de pelo largo, cuenta otro secreto: en los locales brasile-

Un vestido o un pantalón de tela liviana se puede conseguir por 35 reales (210 pesos argentinos).

ños, se puede pedir un pantalón más largo. “Tengo piernas largas y los jeans argentinos me quedan arriba del tobillo. Se lo dije a una vendedora acá y me trajo el mismo modelo, pero para altas. Me salvó”, asegura.

“La ropa es de un tamaño más real”, coinciden Jésica Gramuglia, Sol Rebollo y Lucila Izaz, tres amigas de 22 y 23 años, de Caseros, que se quedarán diez días en Florianópo­lis. Cada una ya se compró una bikini y le sumaron ojotas, a 10 reales ($ 60) el par. En calzado, la inclusión también está: para mujeres los zapatos se consiguen hasta el 43. ■

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MARIO QUINTEROS Hermanas. Agostina y Sofía Ramos, de Córdoba, salieron a comprar ropa en Florianópo­lis.
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Amigas. Jésica, Sol, y Lucila son de Caseros y aprovechar­on las bikinis.

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