Clarín

Qué tienen de especiales los libros que llevamos de veraneo

Autores y editores opinan sobre si hay una lectura de vacaciones o los elegidos surgen de los pendientes del año.

- Walter Lezcano

De pronto, el almanaque hace su marca habitual y una estación esperanzad­ora aterriza –nuevamente- en la vida de todas las personas del hemisferio sur. El verano distiende las expectativ­as porque parece guardar un tesoro que cada uno utiliza a su manera: el tiempo libre. Y eso es un combustibl­e poderoso para poner en funcionami­ento, entre otras cosas disfrutabl­es , la lectura.

Si los lectores están preparados para emprender un viaje hacia sus deseos junto a los libros que eligen, tiene sentido preguntars­e si existe algo así como una literatura de vacaciones. Hay novelas que utilizan al verano como excusa para situar sus historias. Allí están Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued; La uruguaya, de Pedro Mairal; El verano del odio, de Chris Kraus; Verano, de J.M. Coetzee; Embalse, de César Aira; Recife, de Juan Villoro, o Paraná y La ori- lla de los encantados de la trilogía de Pablo Forcinito, entre otros. Pero ¿hay una forma de escritura destinada a esas horas eternas que proponen las vacaciones?

La escritora Claudia Piñeiro considera que no es así: “Entiendo que hay gente que reserva lecturas para momentos en los que tiene más tiempo, o que relacionan a la lectura con el ocio. Pero para quienes son lectores la única diferencia suele ser acopiar más libros, juntar los necesarios para los días libres que probableme­nte permitan aumentar las horas de lectura, y llevar libros por si alguno de los titulares se mancan y tenés que dejarlo a mitad de camino. Hay gente que sólo lee en vacaciones. Muchos justifican que no leen en otro momento porque no tienen tiempo".

Pero, en ese punto Piñeiro coincide con el escritor francés Daniel Pennac, quien dice que el tiempo de lectura es "tiempo robado" a otras cosas. Y va por más: insiste en que decir que uno no lee por falta de tiempo, "es como decir que uno no se enamora por el mismo motivo.”

Juan José Becerra, cuya última novela El artista más grande del mundo (Seix Barral) fue de lo más destacado del año, también considera que no existe la literatura de verano. Y especifica: “Si existe, no tengo el gusto

de conocerla. Los lectores que más abundan en vacaciones son los no lectores".

Por su parte, la escritora Gabriela Cabezón Cámara, la autora de Las aventuras de la China Iron (Random House), sigue en la línea de Becerra: “No, para nada, no existe esa literatura. Lo que sí sucede es que tenés más tiempo para entregarte al placer. Por ejemplo, te podés pasar todo el día en paz leyendo lo que quieras.” La editora y agente de prensa Paola

Lucantis no considera que la literatura que se lee en verano sea un género en sí, “pero sí que uno puede reservar algunos libros para las vacaciones. Supongo y espero que la gente lea más en esa época. No necesariam­ente es algo distinto. Y eso tiene que ver con el tiempo del que uno dispone en vacaciones.”

Ahora bien, ¿qué hábitos de lectura mantienen estos escritores, periodista­s y editores cuando se encuentran con el tiempo libre del verano por delante? Dice Claudia Piñeiro: “Leo lo que sigue en la pila de pendientes igual que si no estuviera de vacaciones. Pero llevo mucho libros de más, llevo más de los que sé que podré leer. Me aterra pensar que llevo uno solo o unos pocos y cuando arranco no me entusiasma la lectura. Necesito llevar distintas opciones para elegir en el momento preciso de la lectura.”

En su período de tiempo libre, Paola Lucantis elige, en general, libros largos, que necesitan más dedicación, más atención y más tiempo: “Me cuesta intercalar ese tipo de li- bros durante el año. Me gusta colgarme a leer varias horas seguidas. La elección de esos libros también es más personal que la que hago durante el año donde me dedico más a una lectura profesiona­l.”

En este sentido, hay textos en la vida y recorrido de todo lector que se relacionan, indefectib­lemente, con el verano y con una sensación de placer y hedonismo. Cuenta Cabezón Cámara: “Todos los textos del verano son los que quiero leer pero no llego cuando trabajo diez horas por día, es decir la mayor parte del año. Los que leí durante vacaciones suelen ser extensos. En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, por ejemplo. Lo leí un verano en el que estaba un poco triste, un poco sola y me la pasé remando, leyendo y trabajando pocas horas. Quedé marrón y contenta.”

Durante su año laboral, Lucantis va acumulando una pila de libros que compra o le regalan, autores clásicos y también novedades publicadas por otras editoriale­s: “Por lo general mis lecturas de vacaciones salen de esa pila. Y casi siempre es ficción. Este año, el primero de mi pila es Suite francesa, de Irène Nemirovsky, libro que tengo en mi biblioteca hace años y que voy postergand­o sin razón, como tantos otros. También tengo en la pila la nueva novela de Cabezón Cámara, uno de Carson McCullers y El artista más grande del mundo, de Becerra. Digamos que reparto mis lecturas entre lo que debo y lo que quiero, algo así.”

Claudia Piñeiro, en la actualidad, no relaciona el verano ni con libros ni con lectores: “Me pasa con un género, el cómic, por una cuestión de memoria emotiva. En mi infancia la lectura de historieta­s era la de mis vacaciones. Mafalda, Patoruzito, Isidoro Cañones, la pequeña Lulú se intercambi­aban en un trueque de compravent­a en la rambla de Mar del Plata”.

Y recuerda que “había puestos manejados por niños que llevaban sus ejemplares ya leídos, y los vendían o cambiaban por otros. Siempre me atraía pasar por ahí. Era una costumbre encantador­a. No era sólo encontrart­e con los ejemplares, sino con niños que leían lo mismo que vos.” ■

“Los lectores que más abundan en vacaciones son los no lectores”, dice Juan Becerra.

 ?? ANDRÉS D’ELÍA ?? Arena y mar. En verano, no hay lecturas pasatistas. Sólo libros que uno ansía leer durante el año pero no tiene tiempo.
ANDRÉS D’ELÍA Arena y mar. En verano, no hay lecturas pasatistas. Sólo libros que uno ansía leer durante el año pero no tiene tiempo.

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