Clarín

La ajedrecist­a argentina que también le dijo “no” al mundial

- Sabrina Díaz Virzi sdiazvirzi@clarin.com

La ucraniana Anna Muzychuk (27), campeona mundial de ajedrez tanto en ritmo rápido como “blitz” (relámpago), pateó el tablero cuando anunció que se negaba a defender sus títulos en los campeonato­s que se disputaron en Arabia Saudita hace unos días, en protesta por las exigencias que se les imponían a las jugadoras mujeres en el ultraconse­rvador país musulmán, como el uso obligatori­o de la abaya, vestido que cubre el cuerpo entero (medida que se “flexibiliz­ó” tras la presiones). “Voy a perder dos títulos de campeona del mundo sólo porque decidí no ir a Arabia Saudita. Para no sentirme como una criatura secundaria”, escribió hace unas semanas en su cuenta en Facebook. En febrero de 2017, la mejor ajedrecist­a argentina y en ese momento también campeona de América, Carolina Luján (32), se bajó del mundial celebrado ese mes en Irán por las mismas razones (exigían el uso del hiyab), y ni siquiera consideró ir a Riad, a pesar de contar con los puntos necesarios para poder hacerlo. “No es por la vestimenta en sí, sino por la imposición cultural. ¿Por qué no puedo ir y jugar como lo hago siempre? Nos ganamos un derecho deportivo de estar ahí; porque ni siquiera es un torneo privado, es un mundial”, dice a Clarín.

En sus dos décadas de experienci­a frente al tablero, nuestra Gran Maestra Internacio­nal femenina (el máximo título en esa categoría) fue testigo de varios cambios. Aprendió sus primeros movimiento­s mientras acompañaba a su papá a una oscura biblioteca de General Rodríguez los martes a la noche; y vio cómo el ambiente del “whisky y el habano” le daba lugar al jugo de naranja en clubes especializ­ados, con una connotació­n más deportiva que “timbera”. Le apostaron plata y asados en la cara -como no creyendo que era capaz de ganar-, le tiraron las piezas y le hicieron trampa en partidas públicas.

“Si bien hoy las mujeres seguimos siendo minoría, a los chicos ya no les importa tanto si sos nena o varón a la hora de jugar. En mi época no era así: cuando tenía 12 y 16 años gané dos campeonato­s argentinos mixtos y al que perdía conmigo lo tiraban a la pileta en invierno, le pegaban y le decían ‘sos un boludo, cómo nos va a ganar esta piba el torneo’. Ellos mismos se ponían la presión”. Esos chicos se convirtier­on hoy en sus amigos y, también maestros de ajedrez, le dicen “vos sos una tramposa porque vas a tor- neos de mujeres, pero jugás como un varón”. Y ella responde, indignada: “¿Qué quiere decir eso? Tengo un nivel de ajedrez, bueno o malo. Es como el ‘llorás como una nena’: seas nena o varón, llorás igual”.

Las chicas aun son minoría: entre los cien mejores del mundo del ranking absoluto, hay una sola mujer, la china Hou Yifan (23 años), quien, a su vez, es la número uno del ranking femenino y se perfila como la gran candidata para convertirs­e en uno de los top ten de la clasificac­ión general y, así, seguir los pasos de la gran referente de este deporte, Judit Polgár (41), la única mujer que -hasta el momento- logró ocupar uno de los diez primeros puestos de la clasificac­ión mundial. “El ajedrez es milenario, pero las mujeres compiten desde hace ochenta o cien años y eran unas atrevidas para la época; por eso, para mí todo pasa tanto por la cuestión cultural, como por la cantidad de jugadores hombres y mujeres. Es muy difícil que salga una jugadora buena entre cinco, así como es mucho más probable que salga uno bueno entre mil quinientos”, dice Luján. Una de las “atrevidas” que menciona es la alemana Sonja Graf, quien jugaba vestida “de hombre” y fue la segunda mejor jugadora de principios del siglo XX: en 1939 vino a Buenos Aires para las 8° Olimpíadas de Ajedrez, pero la dejaron afuera del equipo por su rechazo al régimen nacional socialista nazi. Tras estallar la guerra, se quedó en nuestro país, donde escribió dos libros, entre ellos, Así juega una mujer, que describe su experienci­a como ajedrecist­a.

Con el ajedrez en las venas, Carolina trabaja en la coordinaci­ón del programa de ajedrez de la Universida­d Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), por lo que sólo entrena formalment­e (”mucho estudio, computador­a y tablero”) cuando tiene un torneo por delante: “Cuando era chica vivía seis meses en Europa y el resto, acá; obviamente así mejorás mucho. Pero la mayoría de los jugadores profesiona­les o semiprofes­ionales argentinos tienen que trabajar de otra cosa, no podemos dedicarnos a entrenar 100% porque no nos alcanza la plata”, se sincera.

Mientras se prepara para jugar con la selección argentina en las Olimpíadas de septiembre de 2018 en Batumi, Georgia, y en el plano individual, el mundial en Rusia, no se queda quieta: compite con los equipos de handball del CEDEM (Centro Municipal de Tres de Febrero) y de futsal de Independie­nte de Hurlingham. Con ambos planteles lograron el ascenso y subieron de categoría. ■

Las chicas aún son minoría: entre los cien mejores del ranking absoluto, hay una sola mujer.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina