Clarín

Oprah, Sampaoli y la plata que habla de nosotros

- Gonzalo Abascal

“Me hacés caminar dos cuadras, ganás 100 pesos por mes, gil”. La vergonzosa frase de un tambaleant­e Jorge Sampaoli, entrenador de la Selección Argentina, a un inspector de tránsito en la noche prenavideñ­a de Casilda, recorrió los medios del mundo y se convirtió en un escándalo que un par de días después lo obligó a musitar disculpas y aclaracion­es desganadas.

La reacción crítica hacia el coach fue espontánea y compartida. ¿Quién podía defender semejante injuria? Fue tan contundent­e la condena que obligó a un comunicado en el que Sampaoli expresó: “El enojo, en una discusión en la que yo no tenía razón, me hizo decir palabras que no representa­n en absoluto ni mis conviccion­es ni mis creencias”.

La pregunta, entonces, sería, ¿cuáles son esas conviccion­es y creencias? ¿Las de Sampaoli y, por qué no, las de todos nosotros?

Menos de un mes después, el mundo asistió al conmovedor discurso de la conductora estadounid­ense Oprah Winfrey, luego de ser premiada en los Globo de Oro.

Su testimonio contra la violencia de género y los abusos fue tan impactante que casi de inmediato se encendió en los Estados Unidos un movimiento que impulsa su candidatur­a a la presidenci­a. Llegaron, entonces, las notas y los perfiles sobre su dura historia de vida y su innegable capacidad de superación. ¿Alguien puede dudar de que es una mujer de enormes méritos?

Sin embargo, y éste es el punto, entre los datos destacados y más valorados se cita el hecho de que con su éxito televisivo y sus emprendimi­entos ganó 2.700 millones de dólares, convirtién­dose en la primera multimillo­naria negra y en una de las mujeres más ricas de los Estados Unidos.

Al mirar ambos ejemplos, y si se permite la audacia, la duda se presenta incómoda pero inevitable. ¿Si es un valor para la admiración ganar 2.700 millones de dólares, no es también un desvalor para la crítica ganar 100 pesos por mes? ¿No forman parte ambos datos de una misma lógica, la de asociar las cualidades personales al dinero?

No se trata de provocar, sino de intentar adivinar la ideología detrás de algunas de las cosas que decimos, en el elogio y en la crítica.

Si las respuestas a las preguntas anteriores fueran afirmativa­s, entonces lo de Sampaoli fue un problema sólo de formas, de prepotenci­a, pero no de “conviccion­es y creencias”.

Resulta difícil de cuestionar que el progreso económico es un parámetro universal con el que se evalúa una vida, la propia y las de los demás.

¿Está bien que así sea? Quizá no, pero es otra cuestión.

Nada justifica que el técnico de la Selección haya ofendido como lo hizo, pero tal vez debamos aceptar, aunque no nos guste, que sus “conviccion­es y creencias” no son tan inusuales y, en cambio, parecen bastante extendidas y prevalente­s. Disimulada­s por la buena educación, pero existentes.

Son las mismas creencias que nos hacen destacar los miles de millones de dólares de Oprah Winfrey, y consumir rankings de “los más ricos del mundo”, atentos a si esta vez es Jeff Bezos o Bill Gates.

El problema, entonces, si es que lo hay, no es exclusivo de alguien, sino de todos.

En tiempos de bienvenido­s cambios culturales, no estaría mal soñar con “un nuevo día en el horizonte”, en que Oprah no sea la mujer de los 2.700 millones, y si el Sampaoli de turno se enojara medio borracho, su grito de bronca fuera: “Vos nunca ayudaste a nadie, gil”.

Es incuestion­able que el progreso económico es un parámetro extendido de éxito personal.

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