No será fácil romper la inercia
El dato de inflación de diciembre dio en línea con lo esperado y se explica en gran medida por la concentración de aumentos puntuales en tarifas (electricidad y gas y su impacto indirecto inmediato en expensas) y en otros precios como naftas, servicio doméstico y prepagas. El índice core, dejando afuera precios volátiles o estacionales y regulados o con alto componente impositivo se ubicó en 1,7% por debajo del 3,1% que marcó el nivel general.
Con este dato, el año cierra con una inflación levemente abajo de 25%, 15 puntos porcentuales por debajo del cierre de 2016 cuando la combinación de dólar y tarifas llevaron la inflación al 40% interanual.
Es decir, se vuelve a la inercia previa al cambio de gobierno, pero con parte de la corrección tarifaria adentro (el índice core subió 21,8% interanual) y con un mercado cambiario desregulado, en un año donde la economía se recuperó luego de la caída en 2016.
No es fácil romper la inercia, y menos cuando se requiere cambiar precios relativos, financiar una abultada brecha fiscal y evitar una recesión.
En 2017 el atraso cambiario implícito en el esquema de tasas de interés altas e ingreso de capitales para financiar el agujero fiscal y en menor medida al sector privado ayudó a contener la dinámica de los precios y mejorar en simultáneo el salario real. La contracara fue el deterioro agresivo de las cuentas externas y el aumento significativo en el stock de Lebacs.
De cara a 2018, el lógico intento de moderar ambos costos (con un sinceramiento en las metas de inflación que habiliten una tasa de interés algo más baja y un dólar algo más alto) y en simultáneo continuar con la agenda de recomposición tarifaria necesaria para acercarse al cumplimiento de las metas fiscales (esta vez con aumentos al transporte que no fueron parte de la agenda el año pasado), va a requerir un fuerte manejo de la negociación paritaria que arranca como siempre en febrero con los docentes en la provincia de Buenos Aires. El equilibrio es delgado en un contexto donde el Gobierno tiene más objetivos que instrumentos. ■