Desbandada secesionista en Cataluña ante la enérgica ofensiva judicial
Carme Forcadell, ex titular del Parlamento, renunció a seguir en el cargo para no agravar su situación judicial.
Carme Forcadell, la ex presidenta del Parlamento catalán, acusada de ser una figura clave en el avasallamiento de la asamblea legislativa para aprobar las ilegales leyes de ruptura con España, dijo ayer que no aceptará ocupar nuevamente ese cargo.
Forcadell dejó bien claro el origen, comentado hace varias semanas, de su decisión de apartarse de cualquier situación que pueda agravar su condición de procesada en cuatro causas judiciales incluso por subversión, sedición y malversación de fondos (30 años de cárcel). “La presidencia del Parlament debe ser para una figura libre de procesos judiciales”, señaló. Forcadell fue “la madre de las Diadas”, una formidable organizadora de movilizaciones populares que reunieron más de 1.600.000 personas en Barcelona en su mejor momento. Fue la creadora de la Asociación Nacional Catalana que desplegó una extraordinaria y disciplinada red con miles de militantes.
La influencia en las movilizaciones callejeras de Forcadell fue mucho más relevante que la de los partidos políticos.
Su paso al costado deja a la vista la crisis en el independentismo. Hace dos días dimitió Artur Mas, el ex presidente de la Generalitat, “guía espiritual de los independentistas” y la figura clave para acelerar el proceso que culminó con la ruptura y la Re- pública, dos grandes fracasos. Era ministro de Economía del fundador del catalanismo, Jordi Pujol, o sea que estaba bien enterado de la inmensa trama de corrupción, dilatada en el tiempo, que devastó a Convergencia y Unión.
Mas fue muy cuestionado por la corrupción y una política “austericida” de recortes sociales más intensa que la de Mariano Rajoy. Los antisistema que sostenían al gobierno independentista con sus diez diputados lo obligaron a dimitir. Nombró a su delfín, Carles Puigdemont, que se convirtió en el gran líder del secesionismo autodestructivo y ahora es prófugo de la justicia en Bruselas.
Casi simultáneamente dimitió como diputado y dirigente de Esquerra una figura clave, Carles Mundó, ex Conseller de Justicia, de gran prestigio en su partido y el electorado. Con Junqueras en la cárcel, Mundó había crecido como posible reemplazante. Pero está muy afectado por las acusaciones ante el Tribunal Constitucional de subversión, sedición y malversación.
Mientras tanto se profundiza la lucha fratricida en el separatismo. En Bruselas, Puigdemont continúa sin cumplir su promesa electoral de que si resultaba elegido, como sucedió, como primer lista independentista, retornaría a Madrid. Volver significa, según le indicaron sus propios letrados defensores, ser detenido de inmediato, con los cuatro consellers (ministros que lo acompañan) y pasar una larga temporada en la cárcel. También tiene que pechar contra las acusaciones ante el Tribunal Supremo de subversión, sedición y malversación de fondos. Y vendrán otras. ■