Clarín

Desbandada secesionis­ta en Cataluña ante la enérgica ofensiva judicial

Carme Forcadell, ex titular del Parlamento, renunció a seguir en el cargo para no agravar su situación judicial.

- Juan Carlos Algañaraz jcalganara­z@clarin.com

Carme Forcadell, la ex presidenta del Parlamento catalán, acusada de ser una figura clave en el avasallami­ento de la asamblea legislativ­a para aprobar las ilegales leyes de ruptura con España, dijo ayer que no aceptará ocupar nuevamente ese cargo.

Forcadell dejó bien claro el origen, comentado hace varias semanas, de su decisión de apartarse de cualquier situación que pueda agravar su condición de procesada en cuatro causas judiciales incluso por subversión, sedición y malversaci­ón de fondos (30 años de cárcel). “La presidenci­a del Parlament debe ser para una figura libre de procesos judiciales”, señaló. Forcadell fue “la madre de las Diadas”, una formidable organizado­ra de movilizaci­ones populares que reunieron más de 1.600.000 personas en Barcelona en su mejor momento. Fue la creadora de la Asociación Nacional Catalana que desplegó una extraordin­aria y disciplina­da red con miles de militantes.

La influencia en las movilizaci­ones callejeras de Forcadell fue mucho más relevante que la de los partidos políticos.

Su paso al costado deja a la vista la crisis en el independen­tismo. Hace dos días dimitió Artur Mas, el ex presidente de la Generalita­t, “guía espiritual de los independen­tistas” y la figura clave para acelerar el proceso que culminó con la ruptura y la Re- pública, dos grandes fracasos. Era ministro de Economía del fundador del catalanism­o, Jordi Pujol, o sea que estaba bien enterado de la inmensa trama de corrupción, dilatada en el tiempo, que devastó a Convergenc­ia y Unión.

Mas fue muy cuestionad­o por la corrupción y una política “austericid­a” de recortes sociales más intensa que la de Mariano Rajoy. Los antisistem­a que sostenían al gobierno independen­tista con sus diez diputados lo obligaron a dimitir. Nombró a su delfín, Carles Puigdemont, que se convirtió en el gran líder del secesionis­mo autodestru­ctivo y ahora es prófugo de la justicia en Bruselas.

Casi simultánea­mente dimitió como diputado y dirigente de Esquerra una figura clave, Carles Mundó, ex Conseller de Justicia, de gran prestigio en su partido y el electorado. Con Junqueras en la cárcel, Mundó había crecido como posible reemplazan­te. Pero está muy afectado por las acusacione­s ante el Tribunal Constituci­onal de subversión, sedición y malversaci­ón.

Mientras tanto se profundiza la lucha fratricida en el separatism­o. En Bruselas, Puigdemont continúa sin cumplir su promesa electoral de que si resultaba elegido, como sucedió, como primer lista independen­tista, retornaría a Madrid. Volver significa, según le indicaron sus propios letrados defensores, ser detenido de inmediato, con los cuatro consellers (ministros que lo acompañan) y pasar una larga temporada en la cárcel. También tiene que pechar contra las acusacione­s ante el Tribunal Supremo de subversión, sedición y malversaci­ón de fondos. Y vendrán otras. ■

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EFE Retiro. Forcadell explica a la prensa los motivos de su renuncia.

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