Clarín

La historia de “Gordo”, el jefe del clan que promete más crímenes en Rosario

Su familia está en guerra con los Camino, otra banda de la zona. Se escapó del barrio y sobrevivió a un ataque a tiros.

- ROSARIO. CORRESPONS­AL Mauro Aguilar rosario@clarin.com

Jorge “Gordo” Funes escapó de las balas y de la muerte. O creyó hacerlo. Primero abandonó el barrio Municipal, en medio de una guerra que su familia mantenía con otro clan pesado: los Camino. Se instaló en Tablada, también en la zona sur de Rosario, pero no fue suficiente. El hombre intuía que sus enemigos no dejarían de acecharlo. Y no se equivocaba: aunque se marchó de la ciudad y se instaló en vecina localidad de Alvear, el 1° de enero las balas le recordaron que no será fácil escapar de un pasado asociado con el delito. Funes se salvó de milagro y se recupera de las heridas que sufrió en la cara, el abdomen y la zona lumbar.

El hombre está señalado como el iniciador de uno de los grupos que hoy libra una batalla por el territorio y los negocios del narco en el sur de Rosario. Desde los ‘90 su nombre está ligado con la piratería del asfalto y el robo de cajas de seguridad. Sus enemigos son los Camino, con los que rompió relaciones en 2013.

El jefe de ese otro grupo no tuvo la misma suerte que el “Gordo”. A Roberto “Pimpi” Camino lo mataron de cinco disparos a la salida de un bar, en marzo de 2010. Ya se habían terminado sus tiempos como mandamás de la barra de Newell’s, pero su poderseguí­a vigente. Su feudo llegó a ser conocido como “Pimpilandi­a”.

Cuando lo mataron, Camino tenía una relación cercana con Funes. Muchos dicen que incluso compartían negocios. Ese vínculo no se mantendien­e hoy entre sus sucesores.

Los Funes plantean que la relación con los Camino comenzó a resquebraj­arse cuando ese clan quería reclutar como sicarios y vendedores de droga a los integrante­s más jóvenes de la familia. “Gordo” dice que buscó impedir que los Camino captaran a sus hijos y que los denunció. Cree que por eso dos hermanos de “Pimpi” (”Tato” y Rosa) y uno de sus hijos, Alexis Camino, le balearon la casa en un intento por usurpar la vivienda para instalar un kiosco narco.

Funes se marchó del barrio. Pero la guerra, lejos de terminar, recrudeció. Las denuncias continuaro­n y en marzo de 2016 se llegó a un punto sin retorno: Mariela Miranda, esposa de Funes y madre del clan, fue acribillad­a a balazos.

La disputa por el territorio suma ataques y al menos una veintena de muertes. La última, el domingo pasado, que presagia más sangre: dos balazos terminaron con la vida de Ulises Funes, hermano de Alan y Lautaro “Lamparita” Funes, señalados hoy como actuales líderes del clan. Ambos juraron venganza por las redes sociales. “Van a tener que hacer fila para para velar la de muertos que les voy a dejar”, prometiero­n.

Su padre, por ahora, se mantiene al margen. En junio del año pasado juró que ya pagó sus cuentas con la Justicia y negó ser parte de un clan. “Somos cinco pelagatos”, se defendió en una entrevista con el diario La Capital. A pesar de las sospechas sobre su rol en la operatoria de la banda, “Gordo” no tiene pedido de captura. Sus hijos, Alan y “Lamparita”, están más complicado­s. El primero está prófugo, acusado de haber cometido un crimen para vengar el asesinato de su madre. Su hermano está detenido: le imputan un homicidio y el liderazgo de una asociación ilícita. ■

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