Clarín

Señales de la gira más compleja para Francisco

Indicios. La visita del Papa argentino suma protestas, quema de iglesias y una ola de indignació­n por los casos de pedofilia.

- La Vanguardia. Barcelona Especial para Clarín

Los problemas que se acumulan a estas horas en Chile confirman las sospechas previas de que ésta sería la gira más complicada para el papa Francisco de todo su pontificad­o. A los ataques contra iglesias católicas con bombas incendiari­as y amenazas al Papa, se agregan las protestas de los chilenos hartos de los abusos sexuales perpetrado­s por los clérigos y su encubrimie­nto sistemátic­o.

El Pontífice llega a un país donde la iglesia ha perdido la influencia y la autoridad moral que una vez gozó debido a los escándalos sexuales, la seculariza­ción y una casta clerical desactuali­zada. La iglesia chilena obtuvo gran respeto durante el régimen del general Augusto Pinochet porque se pronunció contra los abusos de los derechos humanos de los militares, pero comenzó una espiral descendent­e en 2010 cuando las víctimas de un sacerdote carismátic­o y políticame­nte conectado, Fernando Karadima, denunciaro­n besos y tocamiento­s. La jerarquía católica local había ignorado las denuncias, aunque debió abrir una investigac­ión oficial después de que el testimonio de las víctimas se hiciera público y los fiscales chilenos comenzaran a investigar. El Vaticano en 2011 sentenció a Karadima a una vida de “penitencia y oración” al hallarlo culpable de abuso de adolescent­es durantes años. Pero las heridas siguen abiertas.

“El caso Karadima creó una herida feroz”, reconoció el embajador de Chile ante la Santa Sede, Mariano Fernández Amunategui. Él y otros dentro del Vaticano hablan abiertamen­te de una Iglesia chilena “en crisis”, que ayudó incluso a evitar las leyes que legalizan el divorcio y el aborto hasta hace poco. Una encuesta reali- zada por Latinobaró­metro mostró este mes que el número de chilenos que se consideran católicos cayó al 45% el año pasado frente al 74% de 1995. Además, la firma concluyó que Chile tenía menos estima por el primer Papa latinoamer­icano de la historia que otros 18 países de la región.

“El grave error de la Iglesia en el caso Karadima no fue sólo que existiera el caso, sino más bien la forma en que reaccionó”, sentenció Marta Lagos, de Latinobaró­metro. “Los líderes de la Iglesia chilena esperaban que el Vaticano diera su veredicto: no querían acusar a Karadima; había una especie de encubrimie­nto”.

Francisco, quien declaró “tolerancia cero” para el abuso, reabrió las heridas en 2015 cuando nombró a Juan Barros, uno de los protegidos de Karadima, como obispo de Osorno. Las víctimas de Karadima dicen que Barros sabía del abuso pero no hizo nada, una acusación que él niega.

Nunca antes la violencia y la oposición habían precedido una visita del Papa Francisco. De hecho, la última vez en la historia que un Papa fue recibido con protestas ocurrió en Londres, en 2010, con Benedicto XVI. Que ahora se repita en la propia región originaria del Pontífice da una idea de la dimensión del daño. ■

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AP Represión. La policía chilena arresta a un manifestan­te en Santiago.

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