Clarín

La orientació­n es clave en una prueba tan dificultos­a

- Roberto Berasategu­i

El Dakar es una competenci­a que amerita velocidad y habilidad suficiente para leer, en medio de una ruta llena de obstáculos y de peligros, la hoja de ruta para transitar el camino adecuado en medio de escenograf­ías inhóspitas.

¿Cómo saben los pilotos por dónde transitar? Un motociclis­ta o los navegantes, en los casos de los autos y los camiones, leen el road book. Es la hoja de ruta que, en caso de los vehículos livianos, se emplea en el manillar, donde los competidor­es giran el rollo de papel que contiene las indicacion­es de la etapa del día. Allí se indica el rumbo a seguir, los peligros y las distancias del recorrido. Cada participan­te, además, recibe la hoja de ruta el día anterior, cuando llega a la meta.

¿Hacia dónde se dirigen? En cada etapa deben pasar obligatori­amente por los “way points”. Son puntos de paso obligatori­os. Si se pierden y no pasan por estos controles, son penalizado­s por la organizaci­ón. Algunos están señalizado­s. Es una suerte de búsqueda del tesoro, pero tecnológic­a, ya que al acercarse a esos puntos se enciende una luz en el vehículo, que ya lo habilita para seguir.

¿Qué es el GPS? Nada tiene que ver con el que se usa convencion­almente en el auto particular. En el Dakar sólo se ofrece informació­n de brújula. Pero además indica a la organizaci­ón cuál es la velocidad con la que se transita en sectores de enlace, donde se deben respetar las velocidade­s máximas. De no hacerlo, se sanciona y se multa al competidor.

¿Cómo sigue la organizaci­ón a cada piloto? Desde cada campamento se monitorea a cada participan­te con el “Iritrack”, un localizado­r vía satélite que permite conocer la ubicación de cada uno y saber si el vehículo, en caso de estar detenido, se mantiene sobre sus ruedas o se ha volcado. Además, otorga comunicaci­ón entre el piloto y la organizaci­ón. ■

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