Clarín

La cremación, uno de los rituales que se extiende

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En Buenos Aires las salas y el servicio fúnebre se achican pero en el interior esto sigue siendo parte de un ritual con las caracterís­ticas tradiciona­les: un largo homenaje a ese familiar o amigo que falleció. Al mismo tiempo, la cremación es lo que más se elige, por sencillez y practicida­d, y también porque se cree que es más económico. En Tucumán está por abrirse el primer crematorio de la provincia.

“Mientras los velatorios se vuelven exprés y se hacen menos entierros, los clientes actúan a la inversa con sus mascotas. Para ellos demandan rituales de despedida”, dice Sergio Retamar, apoderado legal de CuchaCucha Velatorios. En abril incorporó el servicio de retiro y cremación de ani- males. Para esa época, relacionó el nombre de la calle en la que se ubica la sala casa velatoria -Cucha Cuchacon sus viajes al exterior, a ferias, para ver qué se usa afuera. “En Estados Unidos el mercado está muy explotado. Tenés ataúdes para animales, urnas personaliz­adas, hasta suvenires. Acá, somos la primera casa velatoria en ofrecer cremación de mascotas”, dice y agrega que la demanda llega al punto de haber tenido que destinar un horario exclusivo para un cliente que dudaba del proceso y exigía presenciar­lo.

El crematorio con el que trabaja la empresa está fuera de la Ciudad. La mayoría funciona en Provincia de Buenos Aires. En La Plata está Senderos, uno de los últimos en abrir, tres años atrás. “Hoy recibimos el doble de mascotas que en el inicio. Es lógico por el boca a boca y porque la cremación es una alternativ­a para quienes no tienen lugar, no quieren exponerse a la tristeza de hacer un pozo y enterrar el animal o tienen miedo de hacerlo y que otra de sus mascotas lo saque”, dice uno de los veterinari­os de Senderos. Como no existe legislació­n específica para la incineraci­ón de animales, Senderos se ordena bajo las leyes del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) de emisión de gases. “Al adoptar una mascota, muy pocos piensan qué harán cuando muera. No tienen en cuenta que es un ciclo y que todo termina. También muchos desconocen la cremación, incluso cuando es la práctica más usada”, agrega el veterinari­o.

En la Ciudad, la costumbre de enterrar a los animales quedó lejos, atado a una estructura urbana del pasado. Diarios barriales de Saavedra cuentan que en 1900 en Crisólogo Larralde y Galván, donde hoy hay un polo educativo, había un lugar. El año pasado, a través del programa BA Elige -una instancia gubernamen­tal para que los porteños presenten proyectos para mejorar la Ciudad- una mujer propuso reabrirlo en ese mismo sitio. Argumentó: “Los vecinos no tienen lugar para enterrar a sus animales y no todos pueden pagar una cremación”. Su proyecto no estuvo entre los ganadores. También en 2017, el legislador Diego García Vilas (Confianza Pública) presentó un proyecto de ley para la creación de un cementerio público de animales domésticos. La iniciativa no tuvo tratamient­o y desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño afirman que no se evalua una medida así. ■

Nos preguntaro­n si queríamos las cenizas. No. Hasta rompí la boleta”

Claudia Petruzzell­i. Vecina de Boedo

Hay enfermedad­es que impiden enterrar. Existen virus que se mantienen activos”

Gisele Escudero. Veterinari­a

Durante el duelo, las mascotas son recordadas como individuos”

Mónica Cragnolini. Filósofa

Se presentó un proyecto de ley para abrir un cementerio. También, una propuesta vecinal.

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