Pedro Aznar resuena con todos al aire libre
Por primera vez en el “Parador Konex”, hará un recorrido integral de su obra con varios clásicos, algunas perlas y rescates especiales.
Pedro Aznar vibra sin ansiedad, en conexión plena con los demás. Mañana en el ciclo de verano de Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131) hará un viaje sonoro múltiple, a las 20 y a patio lleno (se dará sala una hora antes). Lo anticipa él junto a Clarín: “La energía que se arma en el Patio del Kónex es muy especial, mágica. Ya toqué allí como invitado de La Bomba de Tiempo y es algo muy fuerte”.
Una pausa, y Aznar prosigue: “La gente va decidida al disfrute, eso se recibe desde el escenario y hace que la música crezca y se potencie. ¡Estoy seguro de que la vamos a pasar genial!”. La idea que tiene para el recital en el “Parador Konex” es conjugar momentos esenciales y emotivos de su obra, de distintos tiempos, con las canciones de su nuevo EP Resonancia. Pero como a la vez “Resonancia” alude al concepto de shows que inició en septiembre de 2017 para celebrar sus 35 años como solista, Aznar distingue: “‘El ciclo Resonancia’ se concentra exclusivamente en ese aspecto de mi trabajo”.
En cambio, “en el show del Konex vamos a hacer un recorrido integral, donde también va a haber canciones de Tango 4 (el disco a dúo que hicimos con Charly García), de Serú Girán, y algunas versiones de música de otros artistas, además de estar más enfocado en mis dos discos más recientes, Ahora y Contraluz”, detalla el cantante, bajista, multiinstrumentista, compositor y productor.
¿Y qué más ofrecerá en la tarde de enero en el Konex, primero, y luego bajo las estrellas? Aznar sonríe: “También van a estar los clásicos que sabemos que a la gente le encanta escuchar”. Además de sus instrumentos tendrá a su banda con él: Alejandro Oliva en percusión, Julián Semprini en batería, Coqui Ro- dríguez en guitarras y Fede Arreseygor en teclados. Las texturas sonoras combinarán lo eléctrico y lo acústico en un goce compartido: la tecnología al servicio de la magia.
Rock, pop, raíz folclórica, blues, tango, canciones clásicas y modernas. Todo puede resonar, sin tensión, en la conexión de Aznar con su banda y el público alrededor. Una forma de impasse respecto del show íntimo “Resonancia”, que presentó por estos días en la costa: el 16 de enero en Mar del Plata, el 17 en Pinamar, el 18 en San Bernardo y ayer en la mística Villa Gesell.
En aquellos conciertos tramó una retrospectiva por facetas múltiples de su carrera solista: los 35 años que, lejos de Serú Girán y del Pat Metheny Group, ligan su primer disco, titulado simplemente Pedro Aznar (1982), con su último EP: Resonancia (2017).
Sería vasto repasar cada uno de sus discos solistas, en los que fluyó desde el jazz más elaborado, el pop y el rock -en todos sus planos-, hasta la música de raíz folclórica más vanguardista. Como un mapa posible para sintonizar su voz con tantos colores, en el show “Resonancia” incluye canciones, clásicas y menos conocidas, de sus discos Mudras (2003), Quebrado (2008), A solas con el mundo (2010), su celebración de la obra de Spinetta llamada Puentes Amarillos (2012), el redondo y central Ahora (también de 2012) y Contraluz (2016).
Pero habrá mucho más, desde ya, en los teclados, los bajos, las guitarras, la caja chayera, los accesorios, los efectos y también su voz en soledad. Las canciones hallan su desvelo, su fuego y su silencio en los momentos en vivo de Aznar. ¿Qué discos sentirá como quiebres o hitos en su forma inicial de abrazarlas?
Lo respondió el 29 de septiembre, en otra nota con Clarín, desde su tercer ojo: el de productor. “Va más allá del músico, en el sentido de que ve la obra como una cosa global. Eso te ayuda a tener una perspectiva distinta de lo que va a pasar”. El resto es un secreto que recién mañana, en el Konex, se va a develar. ■