Aclara polémicas en el Consejo de la Magistratura
Los últimos días ha cobrado un inusitado interés una decisión del Consejo de la Magistratura de la Ciudad, y de allí se ha puesto en tela de juicio la transparencia y responsabilidad del organismo y de su actual presidenta.
Las decisiones del CMCABA se hayan online en su sitio Web. Se puede consultar y corroborar la marcha cotidiana de las decisiones, con o sin impacto económico, tomadas por el plenario o por la presidenta en ejercicio de las facultades que le han delegado los Consejeros en materia de la gestión de los Recursos Humanos. Dicha atribución continúa vigente y se fue renovando desde las presidencias del doctor Juan Manuel Olmos y del siempre recordado doctor Enzo Pagani.
La discusión sobre la dotación del personal del único Consejo de la Magistratura del país, cuyas propuestas son vinculantes para las designaciones de jueces y sus sanciones (incluida la destitución), oculta la complejidad de la cuestión del traspaso de la justicia común de los porteños a la justicia local, como funciona desde 1853/60 en todo el país. Y como el árbol que tapa el bosque, minimiza el debate de fondo que es el sostenimiento del sistema judicial de la vieja Constitución Nacional para la Capital Federal. Lo inadmisible es que todos los argentinos paguen la jus- ticia común del porteño. Quizás, el avance de las transferencias requieran más recursos humanos, más calificados y presupuestados por la Ciudad.
Con referencia a otras varias noticias equivocas, señalo que la competencia de la Justicia Contenciosa de la Ciudad (además de la de Contravenciones y Faltas), es enorme. Rige para controlar toda la actividad de Gobierno de la Ciudad Autónoma, y de allí que sea absolutamente falso que materias como el Derecho Ambiental, los contratos, los daños o los seguros no sean una especialidad que merezca inversión en capacitación en este ámbito. Los jueces porteños conocen en esos pleitos y resuelven sobre las relaciones de esos tipos entre los vecinos de Buenos Aires y su gobierno autónomo.
Finalmente, quiero expresar una pública opinión, que no debe acallarse en los laberintos académicos o judiciales. Es una bajeza y un ardid mediocre poner en tela de juicio la honorabilidad del profesor Alberto Bianchi. En resumen intentar relacionar la actividad profesional de la distinguida colega Estela Sacristán de Bianchi con un mínimo de influencia en las opiniones o dictámenes de su marido es desconocer la personalidad, honestidad y el intelecto del catedrático Bianchi. Mi mejor argumento para desenredar la noticia que pretende empañar el concurso de la UBA en el que se impuso en segundo lugar la doctora Basterra con las noticias del CMCABA y con la trayectoria de Bian- chi, es mi palabra. Hace falta, de vez en cuando, que pongamos las manos en el fuego y abandonemos las conjeturas y la sospecha insidiosa que se alimenta del resultado adverso y saber diferenciar cuando los hombres y mujeres del derecho ejercen con honor y resposabilidad su profesión y vocación académica. Nadie que conozca al doctor Alberto Bianchi pondrá en duda estas líneas. Se lo aseguro.