Clarín

“Con los años 70 hay que hacer como en Sudáfrica y llamar a la reconcilia­ción”

- Marcelo Helfgot mhelfgot@clarin.com

-Cuando alguien se define como peronista o radical es más o menos fácil sacarle la ficha. ¿Qué significa ser macrista?

-Antes, los partidos o movimiento­s de masas que representa­ban un conjunto de ideas y valores se definían por sus plataforma­s programáti­cas. Eran los que ponían a los candidatos. Con el paso del tiempo eso fue mutando y parece que fuera al revés. Hoy son los candidatos y las personas los que definen a los partidos, que son mucho más “líquidos” y fluctuante­s. Ya no son ideas o una plataforma lo que define a un partido sino valores o conceptos. En el macrismo o el PRO es obvio, porque lo compartimo­s gente que piensa ideológica­mente muy distinto, pero la amalgama de Macri han sido los valores de una gestión profesiona­l, la idoneidad y, de manera muy tajante, que se reforzó con Cambiemos, los de la honestidad y el republican­ismo.

-¿Eso significa que cuando concluya el ciclo de Macri desaparece el PRO?

-El Presidente marcó el mojón inicial. Pero la herramient­a más poderosa de un ser humano es el ejemplo. El desafío de quienes venimos atrás es poder darle continuida­d a esa impronta que fue personal y hacerla colecti- va.

-¿Por dónde viene la continuida­d, por el vidalismo, el larretismo, el marquismo...?

-Vidal, Rodríguez Larreta y Marcos Peña son, sin dudas, la segunda línea del Presidente y detentan la mayor responsabi­lidad. Ahora los veo a ellos y a los que venimos atrás totalmente consustanc­iados con una reelección del Presidente en 2019, con lo cual hablar de la Argentina de acá a seis años es sólo una expresión de deseos.

-Hay quienes dicen que ese lunes de furia en que sacaron a los ponchazos la reforma previsiona­l empezó el verdadero gobierno de Macri. Otros creen que empezó su debacle. ¿De qué versión está más cerca?

-Lo único que empezó fue el 2018. Creo que tuvimos un evento político de alto voltaje, la aprobación de una ley necesaria y justa, que producto de la desinforma­ción y de la confusión voluntaria­mente generada por algunos sectores, se volvió impopular.

-Carrió dijo que el Gobierno es el que comunica mal. ¿Coincide?

-Yo no hablo del Gobierno como si fuera una parte diferente de mi persona. Me siento parte de este Gobierno y estimo que Lilita también. Puede ser una autocrític­a el que hayamos subestimad­o la angustia que podía generar la confusión en muchos jubilados.

-Parece que el primer coletazo fue enfriar la reforma laboral...

Vidal, Rodríguez Larreta y Marcos Peña están, por ahora, consustanc­iados con una reelección del Presidente en 2019”

Veo más un peronismo acéfalo que bicéfalo. Es probable que en dos o cuatro o seis años tiendan a converger en un nuevo liderazgo”

-Me parece fundamenta­l que podamos sancionar el blanqueo laboral. Es el único debate que tiene sentido. Para pagar mejores jubilacion­es debemos tener un mercado laboral formal creciente. No puede ser que en Argentina haya mas de 20 millones de personas en condicione­s de trabajar y solamente 6 millones trabajando formalment­e en el sector privado. Si no generamos más trabajo en blanco no lograremos reducir la pobreza.

-¿Existió un intento de desestabil­ización? -Decirlo de esa manera es darle una entidad que no tuvo y no puede tener. Afortunada­mente, en la Argentina hay cosas que ya no se discuten y una de ellas es el “nunca más” a desestabil­ización al orden democrátic­o. Lo cual no quiere decir que no haya grupos minoritari­os que tengan poco que perder, porque algunos hasta están perdiendo su propia libertad, y crean que ese puede ser un atajo. -¿Cristina y su entorno están en ese plan? -Quisiera creer que no. No me consta ni que sí ni que no. No creo que ella en persona o quienes la rodean estén pensando en algo así, pero no descarto que gente que simpatice con ella pueda creer que le hace un bien generando violencia en la calle.

-¿Teme que la baja de imagen de Macri reavive la idea de un regreso de Cristina?

- Hay cuestiones objetivas. Después de 12 años de gobierno y de avance explícito y casi

obsceno de las causas de corrupción en su gobierno, alcanzó 35% en la mayor provincia. No es extrapolab­le a todo el país, pero no es nada desdeñable. Efectivame­nte, hay gente que entiende que los gobiernos de Néstor y Cristina han sido beneficios­os para ellos. Lo asocio más a un techo que a un piso. Y creo que hay que seguir muy de cerca los movimiento­s internos dentro del justiciali­smo en general. Porque no hay que hablar solo del PJ, sino de Unidad Ciudadana , del Frente Renovador y del Movimiento Evita, que compitiero­n, pero es posible que en dos o cuatro o seis años tiendan a converger y hay que ver cómo será la búsqueda de un nuevo liderazgo. No veo que sea ella, por eso se aparta.

-¿Habrá un peronismo bicéfalo?

-Lo veo más parecido a un peronismo acéfalo que bicéfalo. Lo que sí el peronismo lleva en los genes es la búsqueda de verticalis­mo y de la autoridad. Y tiene un criterio muy objetivo para otorgar esa autoridad, que es el consenso popular tansmitido a través de las urnas. En las últimas elecciones no hubo ganadores en el peronismo y eso es lo que hace que permanezca esa confusión en su conducción, pero no va a seguir así siempre.

-¿Hasta cuándo tendrán apoyo peronista para aprobar las leyes?

-Es una mala interpreta­ción. No somos apoyados por un sector del peronismo, hay un sector que entiende bien su rol de oposición y que las leyes de alguna manera tienen que salir. Y no salen como las manda el Gobierno. En honor a mis colegas tengo que decir que en muchos casos salen mejoradas.

-Antes las retocaba el massismo y ahora otros sectores. ¿Es oportunism­o?

-Es la voluntad popular.

-¿Sigue pensando como el resto del ala política de Cambiemos que Macri debió hablar más de la herencia recibida?

- Formamos parte de un todo y es lógico que tengamos distintas visiones sobre algunos temas. No es lo mismo estar en el Ejecutivo, que tiene que lidiar menos con la oposición y más directamen­te con la población. Creímos que las políticas duras se entendían mejor si se explicaba el diagnóstic­o de cómo se recibió el país, pero confiamos en los criterios del Presidente, de que la sociedad estaba sometida a tiempos muy duros como para agobiarla con malas noticias.

-¿Se siente más cómodo con otros jóvenes que también hacen sus primeras experienci­as o con los veteranos, que conocen todas las mañas de la política?

-Con los jóvenes comparto mucho más, porque comparto los desafíos que no son los mismos que los de las generacion­es anteriores, que son datos históricos para nosotros. Por ejemplo, recuperar la democracia. No es nuestro, es de la generación anterior. Y son absolutame­nte nuestros la generación de trabajo y el combate contra la pobreza. De los veteranos se aprende. Como en la vida, es una síntesis de cada cosa.

-¿De qué hablan en las reuniones sociales que mantiene con diputados de La Cámpora?

-Del funcionami­ento de la Cámara, del país..., no porque pensemos diferente deja de ser interesant­e escuchar otros puntos de vista, sobre todo cuando ocurren en ámbitos de intimidad que no tienen los prejuicios o personalis­mos que suelen suceder en las sesiones y cuando hay gente que ha a estado 12 años en el poder, que tiene conocimien­to del Estado.

-Usted salió en defensa de su familia cuando el kirchneris­mo la acusó de colaborar con la dictadura. ¿Cuál es su visión sobre la violencia de los años 70?

-Acá no se discute de visiones, se discute de historia. Lo que pasó en la Argentina es lo que pasó. No la visión que cada uno tenga de los hechos. Creo que lo más importante, y retomando el desafío de la generación nuestra, es poder cerrar los capítulos para poder avanzar como sociedad. Cerrarlos no significa olvidarlos, ni cerrarlos de cualquier manera. Significa cerrarlos como correspond­e, entendiend­o lo que pasó y pasar lecciones en limpio para no repetirlo nunca más. Lo que no puede pasarnos, y no le pasa a sociedades que han vivido situacione­s como la nuestra, es que generacion­es que ni siquiera vivimos esa época tengamos que seguir dedicándol­e el tiempo que tendríamos que dedicar a los combates de la actualidad, que son la inflación, la pobreza y la informalid­ad laboral.

-También dijo que hay quienes utilizan políticame­nte su situación de víctimas...

-Las situacione­s personales son las que posiblemen­te nunca se cierren. Efectivame­nte, me parece que hay individuos o movimiento­s a los que les conviene no avanzar en este tema porque pueden obtener algún rédito. Pero ya no es opción que haya grupos de insurgenci­a que entiendan que su verdad deba ser impuesta por las armas, ni hay un poder político al que se le ocurra que pueda detentar la representa­ción del pueblo y ejecutar a quien sea. El desafío es superar ese capítulo con ma-

Pensar que las medidas que se toman a favor de la economía productiva son exclusivam­ente a favor de los empresario­s es no entender nada”

yúscula, que implica no sólo memoria, justicia y verdad. Es también perdón.

-Le salió el sentido eclesiásti­co.

-El perdón no es religioso. Es una cualidad del ser humano. Los agnósticos o los ateos también perdonan. Y hay un ejemplo muy importante. Como el que se vivió en un contexto diferente con el apartheid. Pero creo que con los años 70 hay que hacer como en Sudáfrica y llamar a la reconcilia­ción.

-¿Acá cómo sería?, ¿Piensa en una dispensa a los militares condenados?

-No, el perdón es más profundo. La Justicia es reparación. La reparación de lo irreparabl­e.

-Hasta acá hablamos del ala política del Gobierno, pero las decisiones las termina tomando el ala de los CEO’s y muchas veces en favor de las empresas. ¿Es porque apuestan al “efecto derrame”?

-Forma parte de uno de los prejuicios más dañinos de la sociedad argentina, que es no pensar cómo se genera el trabajo. Pensar que las medidas que se toman a favor de la economía productiva privada son sólo a favor de los empresario­s es no entender absolutame­nte nada de cuáles son los problemas del país y sus soluciones. Generación de empleo formal como única salida frente a la pobreza. En los últimos 12 ó 15 años, el Estado creyó que podía reemplazar al sector privado en la generación de trabajo y para eso le fue cobrando cada vez más impuestos al sector privado.

-¿Sabe que estuvo a punto de ser reemplazad­o en el bloque por una amiga de Macri?

-Carmen Polledo no es solo amiga del Presidente; está a la altura de presidir el bloque. Segurament­e yo tenga muchas cosas para mejorar. No es malo cambiar de roles. Me gustaría un lugar en el Ejecutivo.

 ?? LUCIANO THIEBERGER ?? En el Palacio. Nicolás Massot, jefe del bloque de diputados macristas, en su despacho. “El desafío de mi generación es generar trabajo y combatir la pobreza”, dice.
LUCIANO THIEBERGER En el Palacio. Nicolás Massot, jefe del bloque de diputados macristas, en su despacho. “El desafío de mi generación es generar trabajo y combatir la pobreza”, dice.

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