Clarín

Un asesinato, diez robos y un tiroteo: los 73 días de furia de “Turrón” en libertad

Cayó preso cuando era menor por matar a un policía y otros crímenes. Cumplió 18 años, lo soltaron y rearmó su banda. “Avisale a la cana que estoy de vuelta”, les pedía a sus víctimas.

- Luis Moranelli lmoranelli@clarin.com

Lo último que escuchó Ramón Eduardo Ovelar (32) fue una amenaza: “Soltá la piedra o te mato”. Antes de que reaccionar­a recibió dos balazos en el pecho. El asesino se acercó, le cerró los ojos con sus dedos y se fue caminando por los pasillos del barrio La Cuba, en la localidad bonaerense de Valentín Alsina. El autor del crimen, según los testigos, fue César Maximilian­o Aguilera, más conocido como “Turrón”. Un mes antes había abandonado el instituto de menores en el que estuvo detenido durante tres años, acusado de ser parte de una banda que cometió al menos tres homicidios y una interminab­le lista de delitos. Salió al cumplir los 18, el 19 de septiembre del año pasado. Tardó sólo 73 días en volver a la cárcel.

“Turrón” fijó como domicilio la casa de sus abuelos, en Lanús. No te+nía otro lugar para vivir: su madre, Jésica “La Rubia” González (33), fue condenada a siete años de cárcel por ayudarlo a cometer delitos (ver La mamá...). Le dieron la prisión domiciliar­ia. Su papá, Gustavo “Papilo” Aguilera (35), tampoco puede recibirlo. Con antecedent­es por piratería del asfalto, pasa sus días en la cárcel, sentenciad­o también por colaborar con su hijo en la planificac­ión de los gol-

Cuando lo detuvieron dio un DNI falso y otra dirección. Tardaron 5 días en identifica­rlo.

pes. En uno de esos asaltos fue asesinado Ezequiel Alifraco, un policía de la Federal ejecutado frente a su hijo de seis meses. Aguilera fue el que disparó. Tenía 15 años. Fue declarado inimputabl­e y encerrado en un instituto. Pero, tal como marca la ley, recuperó su libertad al convertirs­e en mayor de edad.

La noticia sobre su regreso se esparció rápido por las calles de Villa Jardín, el barrio en el que inició su prematura carrera en el delito. “Apenas recuperó la libertad volvió a pudrir todo”, explica a Clarín un investigad­or que siguió de cerca sus pasos. “Turrón” se dedicó a sembrar el terror en el barrio. “Rezale a San La Muerte para que no te mate. Avisale a la Cana que estoy de vuelta”, le advertía a sus víctimas. Aunque sus viejos amigos están detenidos o prófugos, no tardó en encontrar nuevos cómplices. “Luchito” y “Corazón”, dos menores con antecedent­es, se sumaron a su banda.

La vuelta de “Turrón” -también conocido en los pasillos de Jardín como “Purrún”-se reflejó en las estadístic­as. “Desde que salió de la cárcel se disparó el robo de autos en la zona”, afirmaron fuentes policiales. Pero no fue el único delito al que se dedicó en sus 73 días de furia. Encontró una manera más segura de conseguir plata. “Asaltaba a gente de su barrio y luego les hacía llegar un mensaje a tra- vés de un intermedia­rio para decirle que podía recuperar el botín si pagaba una recompensa. En una de esas operacione­s consiguió que le dieran 10 mil pesos para devolver una moto y la dejó abandonada en una villa”, explicó un investigad­or judicial.

Ese robo figura en una de las nueve causas que Aguilera acumuló en el Departamen­to Judicial de Lanús durante su tiempo en libertad, donde quedó acusado de un asesinato y al menos diez robos. En uno de esos expediente­s, en manos del fiscal Mariano Leguiza Capristo, está imputado de haber protagoniz­ado un increíble raid que incluyó seis asaltos en media hora, en un radio de 20 cuadras. Fue durante la mañana del 26 noviembre. “Robó una camioneta, tuvo un tiempo secuestrad­a a la dueña y después se fue a festejar con los amigos a un boliche. Volvió al barrio cerca de las seis y comenzó a asaltar a todo el que se le cruzaba”, explicaron fuentes de la investigac­ión.

Durante la recorrida la banda robó dos autos, celulares y billeteras. Tras el último asalto, Aguilera y “Luchito” se escondiero­n en la casa de la hermana de “Corazón”. Hasta ahí los siguió la Policía, que sólo logró detener al menor. No duraría mucho en el instituto al que lo trasladaro­n. Una semana más tarde quedó involucrad­o en el golpe fallido que marcó el final de los días de “Turrón” en libertad.

Fue el 1° de diciembre, en el Bajo Flores. Aguilera, “Luchito” y un tercer cómplice intentaron robar un auto. Forcejearo­n con el dueño y escaparon corriendo. En el camino quisieron apoderarse de otro coche y se enfrentaro­n con gendarmes que pasaban por la zona. “Turrón” terminó detenido, con un roce de bala en una mano. Aunque para ese momento ya tenía pedido de captura por el homicidio de Ovelar, tardaron en ubicarlo. Dio un DNI falso y puso como domicilio la casa de su novia.

Estuvo cerca de quedar libre por falta de antecedent­es, pero a la jugada le faltó el toque final. El rumor sobre su detención llegó a oídos de los agentes de la comisaría 5° de Lanús, encargados de buscarlo tras el homicidio. “Turrón” sabía que lo tenían apuntado y más de una vez se había encargado de mandarle un mensaje a los policías. “Que vengan, vamos a ver quién mata a quién”, repetía a los gritos en cada lugar que visitaba.

El encuentro no fue como había imaginado. Los policías recorriero­n hospitales, fiscalías y cárceles, hasta que lo ubicaron en el penal de Marcos Paz, cinco días después de su detención. Cuando fue indagado por el crimen de Ovelar negó su apodo. “Me decían ‘Turrón’ cuando era chico y cometía homicidios”, aseguró, desafiante. Los investigad­ores, encabezado­s por el fiscal Jorge Grieco, creen que el asesinato fue parte de su forma de imponer terror. “La hipótesis es que la víctima había tenido un conflicto con un amigo de él. También se habla de una discusión. Lo que está claro es que le disparó a sangre fría a una persona que sólo tenía una piedra en la mano”, resumieron. ■

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En las redes. Una foto subida por César Maximilian­o Aguilera (18) durante sus días en libertad.

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