Clarín

España, en alerta ante un posible ingreso clandestin­o de Puigdemont

Temen que el rebelde ex presidente catalán aparezca por sorpresa en el Parlamento y demande su cargo.

- Juan Carlos Algañaraz jcalganara­z@clarin.com

El ministro del Interior anunció ayer que se reforzarán al máximo las medidas ya en marcha para detener a Carles Puigdemont -aún de visita en Dinamarca- si regresa a España para intentar ser nombrado presidente de Cataluña. La fecha para que esa asunción se pueda producir vence el 31 de enero. Como se sabe, si el líder centrodere­chista regresa a España, será arrestado por los cargos de haber violado la Constituci­ón. La idea de que el ex presidente secesionis­ta regresaría oculto para hacer una aparición con estilo de show en el Parlament circula en la prensa, aunque parece de improbable factura. En cualquier caso, el Tribunal Constituci­onal no admitiría ese trámite. “Vamos, que no pueda entrar ni en el maletero (baúl) de un coche”, afirmó ayer el Ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido.

Esta perspectiv­a alienta los temores del gobierno. “El área a cubrir es muy vasta y complicada. Puede intentarlo (Puigdemont) por tierra, mar, avión y hasta helicópter­o”. Destacó el ministro Zoido que el prófugo “está en una situación de rebeldía y no puede ser el quien determine cómo van a surgir los acontecimi­entos”.

En medios políticos, sobre todo independen­tistas, de manera muy reservada, hay coincidenc­ia en que Puigdemont está convencido de que no podrá ejercer la Presidenci­a sea por vía telemática, delegación de voto, o haciéndose presente en la sesión de Investidur­a. Otras fuentes, como el ex ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García Margallo, expresaron a Clarín la misma idea.

Puigdemont está acusado por el Tribunal Supremo de delitos de subversión, sedición y malversaci­ón con penas que llegan a los 30 años de cárcel. El agravante es que es un prófugo de la justicia española. Si lo arrestan, puede pasar una más que larga temporada en una celda.

El objetivo de Puigdemont, para cuyo cumplimien­to no debería atravesar semejante calvario, es que, con la ayuda de la Mesa del Parlamento, se produzca una votación en la que se lo elija titular de la Comunidad Autónoma. Eso lo consagrarí­a, según sus cálculos como el único presidente legítimo, aunque después la maquinaria judicial implacable anule la legalidad de este procedimie­nto.

Su vida política, como líder moral y político del histórico independen­tismo catalán, se vería al menos consolidad­a aunque habría que ver en qué medida. En ese plan, al mismo tiempo, buscaría tener una influencia decisiva en el gobierno catalán que pudiera hacerse cargo legalmente.

Los comentaris­tas políticos en general sostienen que el ex presidente hasta ahora se ha movido con todo éxito concentran­do la atención de los medios de comunicaci­ón y en el centro de la atención política en España. Y el gobierno hasta ahora ha fracasado completame­nte en tratar de controlarl­o. Ayer mismo en las tertulias había comentaris­tas que afirmaban que el Ejecutivo de Mariano Rajoy “ha hecho el ridículo”.

Las prevencion­es del gobierno nacional se acentuaron cuando se supo que el movimiento de Puigdemont, Juntos por el Si, (que ganó la hegemonía independen­tista superando en votos y diputados a Esquerra Republican­a) decidió retirar ayer a primera hora la petición de voto delegado en la investidur­a de Puigdemont. Es decir a través de otro legislador. Así fue cumpliendo las órdenes del ex presidente destituido. Si permanecía el pedido, daría una pista segura de que no pensaba presentars­e y quiere seguir en la más completa ambigüedad.

La vicepresid­enta, Soraya Saenz de Santamaría, afirmó que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado están suministra­ndo a la administra­ción de justicia y a la fiscalía “cuantas informacio­nes tienen” respecto a este complicado desafío.

En caso de que Puigdemont, como se supone, no logre alcanzar la presidenci­a, circula la versión de que podría ser relevado en el cargo por su mano derecha, la economista liberal Elsa Artadi, una dirigente de derecha que ha venido siendo su representa­nte en discusione­s dentro del bloque independen­tista con grupos de centroizqu­ierda que lo conforman como Esquerra Republican­a.

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AFP Un mal momento en Dinamarca para el ex presidente Carles Puigdemont. Un español lo reconoció, le hizo duros reclamos por su militancia independen­tista para romper el vínculo de Cataluña con España. Finalmente le obligó a besar una bandera española....

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