“Me fui de vacaciones al Sur y me convertí en un completo salvaje”
Peter Lanzani. El actor regresó al trabajo, después del descanso.
Es la hora de los últimos mates o de la primera cerveza en Mar del Plata. Todavía calienta el sol en la playa y, sin embargo, un puñado de chicas con la malla debajo de la ropa espera en la barra de un bar de hotel. Apenas lo vean desocupado, van a pedirle a Peter Lanzani que por favor sonría en una foto con ellas. Él lo hará, les dará las gracias y un beso, y terminará de prepararse para la segunda de sus noches teatrales en esta ciudad.
Es que el actor pisó las tablas del Teatro Auditorium para interpretar “El Emperador Gynt” ante unas 800 personas en el marco del programa AcercArte del Ministerio de Cultura de la Provincia, y también participó de “Wayra”, el espectáculo de Fuerza Bruta en el Paseo Aldrey. Todo eso fue después de doce días de vacaciones con amigos en el Sur: “Fuimos a convertirnos en completos salvajes, alejados de todo, desconectados de la tecnología. A vivir como animales”, dice, con cara y sonrisa de haberlo disfrutado.
“Dejarlo todo”, dirá varias veces durante su charla con Clarín: habla de qué apunta a hacer cada vez que encara un trabajo actoral nuevo. “Me hubiera encantado ser depor- tista. Admiro mucho a varios, muchísimo a Ginóbili y a Messi, pero implica una entrega en la que tenés que dejar todo de vos, y hay que saber llevarlo. Creo que haber practicado mucho deporte desde muy chico me enseñó a trabajar en equipo y también a exigirme para autosuperarme, eso te hace ganar confianza en vos mismo”.
Bruno Stagnaro, que dirigió a Lanzani en “Un gallo para Esculapio”, dijo sobre él: “Esa confianza ciega en sus posibilidades es una de sus características”. Sobre eso, el actor dice: “A veces intento transmitir confianza al director incluso a pesar de mis desconfianzas internas. Es para que me exijan y poder llegar a ese nivel que quiero lograr”.
Alcanza con escuchar a Peter contar cómo decidió preparar el texto de Henrik Ibsen que presentó en el Cultural San Martín y que trajo al Auditorium para entender a Stagnaro: “La primera vez que leí el guión y vi su complejidad pensé ‘Esto es imposible, no lo puedo hacer’. Pero a los cinco minutos dije ‘¿Por qué no?’ En el peor de los casos, si no te sale, no te sale; me encanta ese tipo de desafíos y creo que hay que dejarlo todo”. En “El Emperador Gynt” Lanzani interpreta a 14 personajes y está solo en el escenario dos horas.
Pero ese, considera el actor, no fue su primer gran desafío. “Creo que Equus fue el paso que di cuando necesité sentir que subía algu- nos escalones. Aunque varios papeles me hicieron ganar confianza: ‘El clan’, el de ‘La leona’ . Equus, al ser un laburo tan personal en determinado momento me hizo sentir que lo había logrado y que había una nueva vara arriba”, reflexiona.
Lanzani escuchó decir que el de Equus era su “papel consagratorio”. Una vez -recuerda- salió del teatro y un espectador le dijo: “Yo creía que eras un actor de mierda, pero no”. Después leyó y escuchó que su consagración había llegado con “El clan”, cuando interpretó a Alejandro Puccio. En 2017, volvieron a consagrarlo cuando interpretó a Nelson en “Un gallo para Esculapio”. “Si hay una consagración, es porque hay un prejuicio, y estoy en contra de eso. ¿Por qué un actor de tele no puede hacer teatro y cine, o viceversa? Así, cada actor joven que viene y está estudiando va a tener una barrera que no le va a permitir desplegar todo lo que tiene para dar. Creo que hay que faltarle el respeto a ese prejuicio y decir ‘No importa lo que piensen los demás, si vos pensás que podés hacer ese papel, lo arrancás’. Siempre se agradecen las críticas así porque son palabras de cariño, pero lo que intento decir cuando me ‘consagran’ es que no me importa si antes tenían un prejuicio sobre mí. Yo laburo desde que tengo 15 años con el objetivo de ir levantando la vara”, dice. Y por última vez: “Trato de dejarlo todo”. ■